Por Marcio Enrique Sierra Mejía
Los adversarios del Partido Nacional que conducen la “Alianza” ya reconocen que van a ser derrotados en las elecciones generales que se van a realizar este noviembre próximo. Y por esa razón, han caído en un círculo vicioso de manipulación manifiesta que solo refleja que carecen de escrúpulos y no dudan en usar a los demás en beneficio político propio, utilizando tácticas de intimidación.
Son dirigentes políticos que tienen algo en común: son expertos del camuflaje, de la seducción y el engaño. Se han convertido en seres muy autoritarios, dañinos y altamente tóxicos. Es por eso que debemos centrarnos en conocer mejor cómo actúan este tipo de personas y qué estrategias utilizan para embaucar a los demás. Estos dirigentes emplean un patrón de comportamiento similar. Conocerlo es sin duda, necesario.
En general, los conductores de la “Alianza” son grandes manipuladores que se han hecho expertos en el arte de seducir. Han aprendido que la forma rápida y eficaz para lograr poder sobre los demás es simular interés por sus necesidades y deseos. Y precisamente eso es lo que hacen. Entre sus tácticas más empleadas está la afrenta, la calumnia, la condena, la crítica, el denigrar y descalificar sin medida al adversario y su candidato, dando el apoyo a aquellos a los que se pretende embaucar. Es así como ganan la confianza y la aceptación incondicional de sus reclamaciones.
Tienen una gran capacidad de oratoria. Para embaucar desarrollan al máximo estas capacidades. Y consuman su arte al lograr que sus víctimas cedan a sus deseos convenciéndoles de las poderosas razones que justifican sus actos, y que no desean aprovecharse de ellos, aunque salgan perjudicados. En cierto modo, los nacionalistas han caído en algunas jugadas que ciertos dirigentes de la “Alianza” les han hecho. Al usar esta técnica, aluden a razones solidarias, al bien común o a la necesidad de justicia, pero omiten que así de este modo son ellos los que salen beneficiados.
Manejan a la perfección el papel de víctimas. Saben que es una herramienta muy eficaz para que los otros cedan. En el discurso de los embaucadores son frecuentes las alusiones destinadas a dar pena como: “no estamos en eso”, “la corrupción no va con nuestro candidato”, “es vergonzosa la corrupción que hacen”, etc. A sabiendas que muchos de ellos tiene que ver con actos de corrupción.
Con atrevida frecuencia se ofrecen y se involucran en representar los intereses de grupos de la sociedad civil o realizan un proceso de intrusismo en ellas que los lleva a controlarlas efectivamente. Así tras la apariencia de trabajar por el bien del interés del grupo, encubren fines egoístas y deseos de poder. A cambio piden apoyo para conquistar el poder. Esto se ve claramente en la Universidad Nacional. Controlan a los estudiantes para conquistar el poder o el gobierno de esta institución. Igualmente ocurre con sindicatos de trabajadores públicos o gremios de profesionales.
Tienen una extraordinaria capacidad para hacer sentir culpables a los demás. Saben que la culpa puede llevar a la sumisión. Por eso los eligen como víctimas; son más vulnerables. Para embaucarles sugieren que el apoyo que les dan es necesario para ganarle al gobierno y lograr conquistar sus demandas: “Si no se unen con nosotros no logran lo que quieren y serán responsables de su derrota”.
Los hacen sentir mal y así es cómo logran que acepten su ayuda, apelando a un marco de solidaridad oportunista que solo le conduce a la acción fallida. Al culpar a sus víctimas encubren sus verdaderas intenciones: conseguir un beneficio propio. Así que los dirigentes de la “Alianza” han aprendido a dar argumentos muy convincentes para hacer sentir culpables a quien sospecha de ellos. Su candidato suele utilizar frases como: ¿Quién?, ¿Yo?, “Nunca he sido corrupto”, “Soy honrado, los reto a que demuestren lo contrario”. Saben que es difícil. Es una táctica muy eficaz.
Gustan de emplear tácticas de intimidación encubierta o visible. Se puede apreciar que el lenguaje de los líderes de la “Alianza” está plagado de amenazas indirectas, implícitas o sutiles. Dicen cosas como: “los responsables de la corrupción son los nacionalistas”, “el candidato nacionalista es dictador”, “si ganan los nacionalistas habrá corrupción y violencia”, etc. Causar temor es para los de la “Alianza” una de las argucias más empleadas por los agresores encubiertos.
Otras tácticas son emplear el sarcasmo sutil para generar duda. Provocar falta de seguridad es un modo eficaz de conseguir dominar a otros. “¿Quién nos salvará, los nacionalistas? ¿Debemos hacer algo?”. Culpar a otros es la técnica que usan. También “hacerse los tontos” para justificar el no haber atendido las necesidades y sentimientos de otros. Son expertos en cambiar de tema. Son propensos a mentir y casi siempre por omisión.