Honduras: Retos y amenazas

Por Juan Ramón Martínez

Como somos una sociedad, con poca conciencia de independencia colectiva, hemos terminado por creer que carecemos de objetivos e intereses nacionales y que, ante tal carencia, debemos someternos a vivir bajo la sombra de los Estados Unidos. De forma que, hemos concluido, en forma ingenua y casi infantil, que lo que es bueno para Estados Unidos, lo es para Honduras. Y lo que son retos y amenazas en contra de la gran potencia democrática y militar del mundo, constituyen, exactamente, retos y amenazas para Honduras y su pueblo. Por supuesto, tenemos coincidencias con los Estados Unidos –de carácter ideológico y de compromisos con el sistema económico y político– pero somos dos naciones, asimétricas que por lo demás, siendo fuerte la una, coloca a la segunda, por débil, en calidad de sirviente, que desde la más descuidada retaguardia, protege gratuitamente sus intereses.

De conformidad con el compromiso que tenemos con Honduras, que es nuestro país, el único que tenemos; es necesario, dejar a un lado nuestras coincidencias con los Estados Unidos, para identificar los intereses particulares nuestros, los retos y las amenazas que pueden coincidir o no –muy poco teóricamente por cierto– porque ellos son los ricos y poderosos y nosotros, una pequeña nación de renta media, sin grandes planes de ponerse de pie, lista más bien a recibir órdenes, con tal que nos entreguen unas cuantas monedas, con las cuales palear nuestras desgracias. En esta dirección, el primer objetivo de Honduras, es asegurar, por siempre, su existencia como nación; darle a su pueblo las condiciones mínimas para vivir con dignidad, teniendo lo suficiente para llevarse a la boca, lo que corresponde a su nivel de exigencias; acceder a los mercados internacionales, para garantizar influencias y negociaciones del mismo nivel para lograr valores consecuentes con los esfuerzos nacionales; gozar de los respetos de la comunidad internacional, en las más ajustadas condiciones simétricas, dentro de las teorías del derecho entre naciones.

Planteados los objetivos nacionales nuestros –abandonando la servidumbre mental a la que nos hemos acostumbrado en nuestras relaciones con los Estados Unidos– hay que establecer que el primer reto de los hondureños es, crear un sistema democrático, aceptando humildemente que lo que hemos tenido hasta ahora, se le puede poner el nombre que se quiera; pero nunca hemos tenido una democracia que nos dé seguridad, libertad y oportunidades para lograr nuestros objetivos personales. Y en lo colectivo, dirigir la sociedad y al par eliminar la exclusión y, la marginación de las mayorías, así como evitar la explotación de los deseos y aspiraciones de unos, por parte de políticos, incapaces e indecentes. Si establecemos la democracia –que nunca hemos tenido realmente en la historia del país– necesitamos crear una sociedad económica capitalista que nos permita ser autosuficientes, para cubrir nuestras necesidades colectivas y tener excedentes para concurrir a los mercados, con productos de mayor valor agregado posible –cada vez más– para obtener los recursos suficientes, con los cuales adquirir los bienes y servicios que no podemos darnos nosotros mismos. Garantizar los recursos, en proporción a los ingresos, para proveer nuestra seguridad, para que esta no esté sometida a los caprichos de los organismos internacionales; o de las naciones que congelan sus pecados y vergüenzas, aprovechándose de las naciones pobres, a las que manipulan y ofenden.

Las amenazas que enfrentamos son las siguientes: 1) La pobreza de nuestro pueblo y el desencanto de ellos con los políticos y el sistema democrático y económico, que puede llevarnos al populismo, vía el desencanto y el malestar ; 2) Disminuir la inmigración del talento hondureño hacia los Estados Unidos y Europa; 3) Frenar la delincuencia común, el narcotráfico y el lavado de dinero, sin afectar la economía hondureña y la libertad empresarial legal de los hondureños; 4) Garantizar nuestras fronteras, especialmente con El Salvador, obligando a este país a respetar la resolución de la Corte Internacional de Justicia; 5) Evitar la manipulación y la dependencia de China y de Colombia, tanto en lo económico como en lo militar; y 6) Evitar que los bloques totalitarios, nos obliguen a asumir posiciones que, disminuyan nuestro prestigio como nación. Y que nos empujen a la mendicidad. En fin, asegurar que la neutralización de estos peligros o amenazas, nos hagan menos nación de lo que somos ahora. Ser una república, de verdad.