Los pedigüeños del Registro Nacional de las Personas

Si habrá organismo que le cuesta a este pueblo elevadas sumas de recursos, hasta provocar malestar en la ciudadanía, es el Registro Nacional de las Personas, que fue fundado en 1984 con el objetivo claro de hacer el censo nacional, más concretamente, mantener al día el proceso de identificación de todos los hondureños. Sin embargo, en la vida real, este organismo, además de ser un órgano estatal, eminentemente político, pues todo su personal sin distinción alguna, es recomendado o mejor dicho, colocado por los diferentes partidos políticos: Partido Liberal, Nacional, Pinu, UD, lo que ha permitido inflar en forma desconsiderada el número de empleados, pues dónde estén, y cómo estén, en sus diferentes dependencias (oficinas), debe haber un representante de cada uno de los partidos representados, lo que ha provocado una costosa burocracia, excesivamente ociosa, y lo más doloroso con cargo al pueblo.

Pero lo que resulta más molesto son las voces que escuchamos, que siempre que entramos por estos días, cada cuatro años, salen con la cantaleta que no hay dinero y que peligra el proceso electoral, otros son más concretos y dicen que no hay recursos para determinada actividad…lo que aparentemente es solicitada al Congreso de la República, quien más corriendo que caminando asigna los recursos correspondientes, recursos que desconocemos para qué los destinan realmente, pero un hecho es muy cierto, sabiendo cómo se maneja la institución, con seguridad esos recursos son más que todos para darle “trabajo” o para cubrirle “el ocio” a los activistas del partido político en el poder.

Y los problemas que existían hasta antes del funcionamiento del organismo, siguen siendo igual, o peor, no contamos con un censo actualizado, como tampoco con un censo de fallecidos, hoy se afirma que en el próximo proceso votarán un determinado número de votantes que hace años partieron, como un sinnúmero de deficiencias, que a estas alturas del tiempo deberían de ser motivo de análisis por las autoridades competentes, pues así, como vamos, con tanto derroche de recursos en más (30) de treinta años de su funcionamiento, sin cumplir ni medianamente con el objetivo deseado, lo ideal es buscarle otra salida a la identificación nacional, retornar a los viejos registros de nuestras municipalidades, podría ser una opción. Mientras tanto, señores del Registro, dejen de pedir, recuerden que resultan muy caros.

Pedro Sambulá Arriola
Tegucigalpa, M.D.C.