Demagogia y populismo 1/2

Francisco Zepeda Andino
Cnel. ® FAH

“Cuando yo sea presidente el galón de gasolina costará un lempira” o tal vez, “cuando yo sea presidente no vamos a cobrar Impuesto Sobre la Renta por 2 años a los que ganen menos de cuarenta mil lempiras al mes, y  los ricos tendrán que pagar más”.

No es difícil confundir demagogia y populismo por la similitud existente entre algunas de sus características. Sin embargo, sus orígenes sí nos pueden dar diferencias y llevar a cabo un correcto  análisis.

Se entiende por “demagogia”, “el empleo de halagos, falsas promesas que son populares pero difíciles de cumplir y otros procedimientos similares para convencer al pueblo y convertirlo en instrumento de la propia ambición política”. También se explica como: “Es una forma de acción política en la que existe un marcado interés de manipular o agradar a las masas, incluyendo ideologías, concesiones, halagos y promesas que muy probablemente no se van a realizar, incluso con omisiones y con información incompleta, pretendiendo solo la conquista del poder político a través de conseguir el apoyo y  el favor del pueblo”.

Encontrar la definición clara  de “populismo” es más difícil por las variantes históricas y conceptuales del término. Según el historiador Ezequiel Adamovsky, en su escrito “De qué hablamos cuando hablamos de populismo”,  el sociólogo Edward Shils dice: “designaba una ideología de resentimiento contra un orden social impuesto por alguna clase dirigente de antigua data, de la que se supone que posee el monopolio del poder, la propiedad, el abolengo o la cultura”. Shils aseguraba que el “populismo” podía encontrarse en sociedades de todo tipo.

Es necesario explicar que el concepto “demagogia”  tiene raíces históricas remontándose hasta la Grecia de Aristóteles y Platón, mientras que “populismo” surge en el siglo XIX en la Rusia zarista, generado por las condiciones políticas, económicas y sociales de esa época y en los Estados Unidos de América con el Partido del Pueblo (People´s Party en 1891).

Para el  periodista argentino Julián Pérez Porto, “demagogia”: “Apela a los sentimientos y emociones de la población para ganarse su apoyo. A través de la retórica, el demagogo buscar incentivar las pasiones, los deseos o los miedos de la gente para conseguir el favor popular”. Por su lado, el costarricense Alfonso J. Palacios Echeverría, afirma: “El candidato demagogo no se impone por su programa o por sus propuestas, sino que es elegido por lograr incentivar algún tipo de sentimiento en las personas. Esta elección, por lo tanto, no es racional. Se utilizan falacias o mentiras, manipulación de la información, datos fuera de contexto y falsas dicotomías, falso dilema, el despiste, demonización o distorsión de datos”.

También sostiene que “el demagogo (como el populista) no tiene más objetivo que sacar adelante las propuestas que le interesan. Sus técnicas de convencimiento se basaban en halagar al pueblo como fuera, con tal de llevárselo a su terreno. No tardan, empero, los demagogos en convertirse en políticos corruptos, que ceden a los sobornos y las presiones”. Para resaltar la pequeña distancia que separa al demagogo del populista, Palacios Echeverría sostiene: “En ocasiones se ha dicho que los populistas dan soluciones falsas a problemas reales, o sea: son demagogos”.

La publicación “definición ABC”, dice: “Por ejemplo, cuando a instancias de una campaña política, un candidato se ocupa preeminentemente de destacar aquellos problemas o conflictos que se desatarán de no escoger su propuesta y optar por la de su rival, con el claro objetivo de disparar el temor entre los ciudadanos, se dice que el mismo está haciendo uso de la demagogia. Asimismo, cuando también en el contexto de una campaña presidencial, uno de los candidatos promete y promete soluciones, las cuales saltan a la vista no son tan simples y fáciles de resolver y que requieren de otra atención diferente, a la que propone para ser resueltas, estamos ante un clarísimo caso de demagogia popular”.

Hemos encontrado también: “Otra forma de demagogia, es cuando un individuo se engrandece a sí mismo  para atraer el reconocimiento o la admiración de los demás”.

Siendo que en nuestro ambiente nacional se trata de descalificar las opiniones de hondureños, con la fácil acusación de tener una cierta tendencia, inclinación o preferencia  política, hemos citado diferentes fuentes extranjeras para tratar de visualizar quién o quiénes son demagogos o populistas en el actual clima electoral previo a las elecciones generales de noviembre. Lo hemos expresado anteriormente, la decisión del pueblo hondureño el 26 de noviembre puede ser una de las más importantes de los últimos tiempos. Continuará.