Lucecita Moreno

José María Leiva Leiva.

El miércoles 16 del corriente mes tuve el enorme placer de entregar a la Cinemateca de la Universidad Pedagógica (UPN), en calidad de donación un total de 267 muestras de cine, entre películas; dos ejemplares del libro de mi autoría, “El Cine, Espectáculo Universal”, y afiches cinematográficos satinados. A manera de antecedente, cabe citar que en junio de 2013, la UPN contrató mis servicios profesionales como expositor del tema “El Nuevo Orden Internacional”, que tuve el privilegio de servir en el salón de conferencias del Golf Club Hotel de Comayagua.

Allí conocí al Licdo. José Dagoberto Martínez (Director Ejecutivo de la Fundación de la UPN), un entusiasta y emprendedor hombre de cine quien en un descanso del programa, me comentó, no solo de su gran pasión por el séptimo arte, sino también acerca de la existencia y el funcionamiento de esta cinemateca, que hoy coordina la Lcda. Karol Fuentes. Visto así en retrospectiva, no dudo entonces, que ese día comenzó a gestarse el encuentro que materializamos la pasada semana.

Actividad artístico-cultural que Dios mediante habré de completar, cuando próximamente entregue a la Cinemateca de la UNAH, “Enrique Ponce Garay”, que dirige René Pauck, otro lote significativo de películas, libros, afiches y un Betamax, junto a varias películas grabadas bajo este Sistema de Video Casero (Video Home System). Ahora bien, ¿qué motivaciones me inspiran a realizar este desprendimiento? En principio parto de una sencilla premisa: Ya vi todas esas películas, ahora está en mi corazón que las puedan disfrutar otros amantes del buen cine en esos estupendos espacios del arte y la cultura cinematográfica.

Un legado que seguramente imprimirá una huella de la que tan honrado y privilegiado me siento, particularmente siendo conteste y conforme con ese dicho aborigen australiano que dice “que todos estamos de visita en este momento y lugar. Hemos venido a observar, aprender, crecer, amar y volver a casa”. Al fin y al  cabo nada traíamos cuando venimos al mundo, y nada nos llevaremos cuando nos toque partir. Por eso me encanta el poema de Paulo Coelho “Cerrando puertas”.

“Todo en este mundo visible es una manifestación del mundo invisible, de lo que sucede en nuestro corazón. Deshacerse de ciertos recuerdos significa también dejar libre un espacio para que otras cosas ocupen su lugar. Dejar para siempre. Soltar. Desprenderse… en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida… Deja de ser quien eras, y transfórmate en el que eres…Esa es la vida”. Y agrego del poema de Mario de Andrade “El valioso tiempo de los maduros”: “Tengo prisa por vivir con la intensidad que solo la madurez puede dar…mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia”.

Esa extraordinaria mañana en la Cinemateca de la UPN concluyó con la exhibición de la cinta “Se lo dije, Lucecita”, segunda película bajo el sello FUNDAUPNFILMS, la primera fue “De lo que sea”, del director Abraham Espinoza y una próxima que ya se anuncia, “Morazán”, dirigida por Hispano Durón (“Anita, la cazadora de insectos”, “El sueño de Memo”), para estrenarse en el mes de las fiestas patrias.

Se lo dije, Lucecita”, es una encantadora comedia, filmada en el pintoresco pueblo de Cantarranas, y opera prima de Rafael Rivera, quien interpreta en el filme a un joven Francisco “Pancho” Rueda, ya haciendo de las suyas desde temprana edad, al dejar “desgraciada” a una inquieta mujer extranjera que busca desentrañar los misterios varoniles del temido galán y seductor.

Vista desde otro ángulo, narra la historia de Lucecita Moreno (interpretada por la preciosa Stefany Galeano, a quien descubrimos a la par de Rosangela Soto en “De lo que sea”), una muchacha veinteañera que se fuga con un hombre todos los sábados, armando en el pueblo un gran revuelo, sin embargo todo vuelve a la normalidad el lunes siguiente, cuando es devuelta a su casa, en donde la esperan unos “buenos para nada”, a los que tiene que mantener con el sudor de su “frente” (bueno…de su escultural cuerpo), empezando por sus progenitores, sus hermanos, el mayor, alcohólico, su hermana, madre soltera, y el benjamín de la familia encargado con sus gritos, de anunciar en todo el pueblo las escapadas furtivas de su sacrificada hermana.

El alcalde, las amas de casa, los niños del pueblo buscan soluciones para frenar los escándalos de Lucecita, por lo que acuden al único hombre que la puede detener, este es Don Pancho Rueda (interpretado por el versátil actor Jorge Osorto, a quien vimos también en “De lo que sea”, y en el corto “El profe”), hombre maduro y experimentado en los vericuetos del amor, sobre quien pesa la leyenda en poseer un enorme miembro viril, que cada vez que lo usa incapacita a las muchachas para siempre.