Visiones sobre el cambio climático

Por: Sigfrido A. Sandoval
Miembro del CIMEQH

Existe una arraigada y popular versión sobre el medio ambiente global, que  por cierto es la dominante y es manejada por la mayoría de la comunidad científica, organizaciones ecologistas, medios especializados y medios masivos de prensa. En resumen, este punto de vista considera que “la contaminación del planeta es de carácter global, provocada por el ser humano quien ha roto el  complejo equilibrio natural existente entre la tierra, los océanos y la atmósfera y que cada vez emite más contaminantes y sustancias tóxicas al medio ambiente: La destructiva lluvia ácida va en aumento, se está destruyendo la capa de ozono, millones de especies vegetales y animales están desapareciendo.

En el año 2000 el expresidente Clinton nos advertía: “los casquetes polares se descongelarán rápidamente, el nivel de los mares subirá anegando muchas zonas costeras, sufriremos terribles olas de calor, más frecuentes e intensas tormentas, sufriremos consecuencias en la salud pública, la malaria hará su aparición a altitudes cada vez mayores. Los patrones de la producción agrícola sufrirán un drástico cambio. Las inundaciones serán mucho más dañinas y asistiremos a crisis en la salud pública”.

Este escenario catastrófico, que realmente atemoriza y que según  algunos supuestamente ya experimentamos y según otros tendrán lugar dentro de muchas décadas por delante, solo podrá evitarse si controlamos el llamado “calentamiento global”, que pueda disparar la temperatura global por encima de los 2 grados Cº con las consiguientes fatales consecuencias. Stephen Hawkins, por ejemplo, declaró no hace mucho que la humanidad debe abandonar el planeta dentro de unos 100 años por causa de su irreversible contaminación.

No se puede dudar que la mayor preocupación por el cambio climático es  la existencia del calentamiento global que se basa en el llamado “efecto invernadero antropológico”. Esto consiste, en que existen ciertos gases que son capaces de reflejar o atrapar parte del calor que emite la tierra, formando alrededor de ella  una especie de gigantesca paragua o lona que impide la salida del calor terrestre. Entre esos gases responsables tenemos, el dióxido de  carbono (CO2), el metano (CH49), óxidos de nitrógeno (NOx), los gases cloro fluro carbonos (CFC) y el ozono (O3).

De todos estos gases, se considera al CO2 como el más preocupante por ser el que supuestamente captura  más el calor que emite la tierra y es el gas que continuamente aumenta su concentración como resultado de las intensivas actividades industriales y al consumo desaforado de los combustibles fósiles.

Esta preocupación por la situación medio ambiental de la tierra, los países del mundo han organizado diversas cumbres ambientales mundiales en donde sus participantes aparentemente se han comprometido a tomar medidas para reducir la emisión de los gases arriba mencionados y procurar que la temperatura global se mantenga por debajo de los 2 grados Cº. Entre las medidas a tomar se consideran la reducción del consumo de los combustibles fósiles y la incorporación más enérgica e intensa de las fuentes renovables de energía.

Frente a esta visión mayoritaria, existe otra que reconoce también la existencia del fenómeno del calentamiento global pero cuestiona la forma en que se han presentado los escenarios futuros. Para saber cómo evolucionará la temperatura a futuro, obviamente se requiere predecir las emisiones futuras de los gases invernaderos, tomando en cuenta que el clima de la tierra es un sistema increíblemente complejo.

Todas las predicciones existentes, están basadas en simulaciones sobre enormes computadoras llamadas “modelos de circulación general entre océanos y atmósfera” (AOGCM). El problema es que no siempre se han obtenido predicciones fiables y con alguna frecuencia se tienen que modificar los datos generalmente sobreestimados.

Según esta visión, la contaminación del aire ha descendido durante las últimas décadas; nuestros océanos y ríos cada vez están más limpios y contienen más vida; la lluvia ácida no ha matado nuestros bosques; las especies no desaparecen a las velocidades predichas; el problema de la capa de ozono está más o menos resuelta; los temores hacia los pesticidas y fertilizantes han sido exagerados; somos testigos de un crecimiento sin precedentes de la prosperidad humana; ahora disponemos de más tiempo libre, más comodidades, menos hambre y una vida más larga y saludable. Este es el estado real del planeta, según esta visión.

Existe una tercera visión que la catalogamos como negacionista, anticientífica y “troglodita”. Es la que considera que el mundo no tiene problemas ambientales, que el cambio climático y el calentamiento global son mitos y sandeces inventados para asustar a la gente. Claramente esta posición anticientífica, la enarboló con claridad el presidente Trump, durante el proceso de salida de su país del acuerdo de París, cuando llamó a las preocupaciones ambientales de la humanidad de “mala ciencia”, haciéndole eco a las grandes transnacionales del petróleo.

Recomiendo a mis lectores, interesados en esta temática, que continúen su investigación personal para que puedan adoptar una posición más informada y consciente acerca de lo aquí planteado, en forma bastante apretada, adoptando la visión que más le convenza.