Las 5 realidades importantes que debes entender del divorcio

¿Por qué nos divorciamos? ¿Por qué fracasamos? La mayoría de las parejas se casan con el ideal de estar “toda una vida juntos”. Sin embargo, en el camino de la cotidianidad y la adaptación del día a día las cosas pueden cambiar. Hay relaciones que efectivamente se vuelven tormentosas y poco sanas en cuanto a la convivencia.

Muchos se preguntan ¿por qué duele tanto un divorcio si las cosas no estaban funcionando en el matrimonio? Una separación representa el final de una relación larga en la cual se compartieron un sinfín de momentos especiales y dolorosos viviendo en un hogar. Se vive un sentimiento de una gran pérdida, no solo por la relación que termina, pero también por el desmoronamiento de los sueños y compromisos que ambos habían planeado juntos.

En México, los datos apuntan que aproximadamente la mitad de los divorcios se producen después de transcurridos por lo menos 7 años de matrimonio, y un 10% tiene lugar entre parejas que llevan más de 20 años casados. Los psicólogos Becher y Maculey, explican cómo las relaciones en los primeros años de matrimonio tienden más a fracasar cuando los acuerdos con la pareja, con los hijos, con la familia, asuntos sobre dinero, política, sobre la casa y la comunicación entre ellos, no son lo suficientemente claros.\

Cuando alguien atraviesa por un divorcio generalmente no quiere hablar del tema. Evita hacer mención de los hechos y reprime lo que siente. Suena un tanto contradictorio ya que por un lado hay mucho coraje hacia la pareja al igual que mucho dolor y anhelo de los buenos momentos.

Para todos los lectores de Soy Actitud les compartimos todo aquello que no se habla ni se toca del divorcio: el dolor.

Lo que nunca se habló: 3 de cada 5 divorcios se deben a la incapacidad de entablar una buena y profunda comunicación. El problema no son los conflictos, sino la incapacidad de rectificar y remediar dichos conflictos. Estas diferencias se van acumulando por la falta de una confrontación sana, donde ambos tienen la oportunidad de expresar lo que sienten debido a la conducta del otro.

El enojo: Ante la incapacidad de comunicarse, lo que se genera es como un “guardado” molesto sobre asuntos ya pasados que poco a poco termina el cariño y el amor que sentían uno por el otro cuando se casaron.  La pareja vive estancada en la polaridad del enojo y no encuentran la manera de salir de ahí. Cuando uno se divorcia la persona se queda atrapada en este sentimiento: “Nunca nos llevamos bien”. “Siempre prefirió a sus amigos”. Sin embargo, con el tiempo esto cambia y se convierte en dolor.

El principio de la evasión: Al principio del divorcio uno buscará evadir todo sentimiento de dolor. Viven una estabilidad a través de la ilusión de los amigos, mucho trabajo, libertad, tranquilidad, etc… Uno cree sentirse mejor que nunca, sin embargo, al no vivir un proceso de duelo se cae en la cuenta de que salir adelante requiere de un trabajo de sanación y curación interna.

El dolor: A la larga todo sentimiento de enojo se convierte en una profunda tristeza. Ante una separación tarde o temprano llega el dolor: ese duelo de sentir momentos de soledad y mucha angustia. Se hacen cuestionamientos y se teme al presente y al futuro. Además, invade la angustia de la responsabilidad de los hijos y es así como se viven sentimientos de culpa.

La culpa: Cuando se vive el proceso de divorcio, se experimenta un duelo de 2 años. En este camino se reflexiona sobre las propias equivocaciones. La responsabilidad que resulta de sentir que fue una mala relación ya no es meramente del otro sino nos damos cuenta que también fallamos.

Cuando la relación fracasa, el dolor que se experimenta es muy profundo porque la pareja siente que falló en sus intentos de ser felices y que las ilusiones y sueños que tenían para el futuro quedaron truncados.

El perdón: Mirar hacia adentro es la clave para liberar nuestro dolor y recuperar nuestra vida. Aprendes a hacer conciencia. Dejar de ver los errores de tu ex para detener el dolor y hacernos sentir mejor. Aprendes a ser honesto con tu ex, tus hijos y sobre todo contigo mismo para lograr vivir plenamente.

Perdonar es una elección, es un plan de mantenimiento interior para quitar el dolor al corazón.

El duelo: La pérdida traslada al vacío de no tenerse el uno al otro. Los deja en un territorio desconocido. Todas las rutinas y responsabilidades que ambos compartían se desestabilizan por completo y todo se desorganiza. El hogar, los hijos y las familias de ambos sufren las secuelas del divorcio de una manera muy intensa.

Poco a poco se vuelve a creer y confiar en el camino. Se vive y se siente la pérdida. Se cree en lo diferente y brota la fuerza para volver a confiar y crear de nuevo un camino a la felicidad.

Agradeces: Aprendes a soltar y a perdonar. Agradecerle buenos momentos y los días de aprendizaje, pero sobretodo el regalo más maravilloso, los hijos. Logras perdonar y olvidar, aunque no comprendas del todo lo que pasó, con el tiempo entenderás que todo tiene un significado.