Por quién “no votar”

Por Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario

Votar es un deber ciudadano, votar es decidir, formar un gobierno común, es impulsar el anhelado sueño de un gobierno para el pueblo, por el pueblo y con el pueblo.

Mediante el voto transferimos autoridad y soberanía, a quien se elige para que gobierne y represente a los ciudadanos de un país, por tanto, la lógica indica, que se debe delegar ese poder solamente a hombres y mujeres que estén dispuestos a buscar el bien público y no el propio, que antepongan su interés y que busquen gobernar con la intención de servir y no para servirse.

Por mucho tiempo, se han escrito libros enteros y análisis diversos sobre el perfil del político capaz de cumplir en la práctica con las expectativas sociales, pero muy poco se evalúa y se educa a la población, sobre el perfil y las características que deberían identificar al “votante ideal”.

Se trata de ciudadanos informados y actualizados de lo que acontece en el país, no adscritos por tradición o por conveniencia a un partido político en particular, por el contrario, se buscan electores conscientes, que votan en función de los antecedentes o propuestas que avalan o descalifican a determinado líder político.

Para que un país pueda encontrarse con una verdadera democracia, aquella en la que el elemento primario sea el bienestar de sus ciudadanos, se necesita de votantes racionales, ciudadanos que rompan con el abstencionismo y la apatía que ponen en riesgo su estabilidad social, económica y política, electores que tengan muy en claro que no votar, o hacerlo por conveniencia u obligación partidaria, les convierte en cómplices silenciosos de aquellos que llegan al poder con el favor de las minorías.

A las puertas de un nuevo proceso electoral general, es difícil recomendar a los electores por quién votar, pues esta es una decisión muy personal y un derecho intransferible, trascendental y sagrado, sin embargo, haciendo eco de una campaña de educación cívica promovida hace ya algunos años, y por supuesto, la realidad vivida en las últimas décadas en materia política, nos permitimos identificar y visibilizar el perfil de por quién no votar.
No vote por candidatos cuestionados en sus valores morales o en sus conductas administrativas, ni por aquellos que acostumbran a cometer abuso de autoridad y mal manejo de los recursos públicos.

Tampoco vote por candidatos y candidatas cuestionados en los Tribunales de Justicia o que hayan sido ligados en actos reñidos con la ley, evite votar por personas sectarias, ansiosas y enfermas de poder y dinero, no vote por aquellos candidatos que en sus planillas han incorporado a personas con historiales de violencia, corrupción, manipulación y trampa.

No vote por quienes están acostumbrados a maniobrar y manipular la ley con el fin de conseguir sus propósitos, mucho menos por aquellos que no respetan la Constitución y las leyes.

No vote por aquellos que ya han demostrado que son malos administradores y que han derrochado los recursos de las instituciones que en su momento se les dieron a manejar.

No vote por aquellos que a la luz pública, se han valido de los recursos del Estado o del financiamiento dudoso para levantar una imagen política.
No vote por quienes buscan el poder para favorecer a sus familiares, amigos o padrinos políticos.

No vote por quien no ha ofrecido soluciones concretas a los principales problemas del país, y cuidado, no vote por canciones, colores, imágenes o aspectos físicos.

Los cambios sociales suceden solo a través de votantes racionales que respaldan a liderazgos con historiales de vida limpios, exitosos en su vida particular y profesional, solidarios y apasionados por el servicio, con carácter, valores y principios, y sobre todo, comprometidos con el bienestar social y el buen futuro de la nación.

@aldoro/[email protected]