Don Liendo y Goicochea

Por: Segisfredo Infante

En algún momento cayó sobre mis manos un librito que contiene mini-biografías de personajes costarricenses. Creo que ya lo había comentado en estos mismos espacios. O en la Televisión Educativa Nacional, TEN. Lo compré porque en el mismo incluían, creo que en menos de una página, al fraile “tico” don José Antonio de Liendo y Goicochea, el maestro que vino a reformar la “Real Universidad de San Carlos de Borromeo”, en Guatemala, y que influyó poderosamente sobre el espíritu curioso de los jóvenes ilustrados centroamericanos, que con el paso de los años habrían de convertirse en próceres de la “Independencia”, como el hondureño don José del Valle, quien incluso comenzó a imitar, positivamente, el estilo de redacción de su maestro Goicochea.

Mi interés personal por conocer algo sobre don José Antonio de Liendo y Goicochea, comenzó en el mismo momento en que fui uno de los correctores de pruebas de la “Antología de José del Valle”, preparada durante diez años por el licenciado en derecho e historiador autodidacto don Ramón Oquelí Garay. Es, a mi juicio, la mejor “Antología” vallista publicada hasta este momento, sin olvidar la preparada por el abogado e historiador guatemalteco don Mario García Laguardia, un intelectual de primera, que publicó hace varias décadas la Editorial “Ayacucho” de Venezuela. A “Don Mario” le conocí en una reunión con la Academia de Geografía e Historia de Guatemala (de la cual soy miembro) realizada en Copán Ruinas, allá por los años noventas. Más tarde me encontré con él, accidentalmente, en Tegucigalpa. Desde entonces he tratado de seguirle la pista a “Tata Vicoche”, como le decían fingidamente los indios “payas” del valle de Agalta, en Olancho, al recio intelectual misionero don Liendo y Goicochea.

Trataré de recodar las pocas cosas que he averiguado sobre el fraile modernizador de la educación centroamericana, en el contexto de los dos “Bicentenarios” de la Independencia de las Provincias de América Central, mientras Rolando Sierra Fonseca publica un libro sobre el padre Goicochea, que viene preparando desde hace varios años, y sobre el cual hablamos, en algún momento, en mi programa televisivo “Economía y Cultura”. Lo primero que recuerdo es su influencia directa sobre José del Valle, y sobre la “Sociedad Económica de Amigos de Guatemala”. Sería indispensable investigar al detalle la influencia de “Tata Vicoche” sobre otros escritores y próceres independentistas, con nombres y apellidos, aun cuando desde ya podríamos lanzar ciertas conjeturas válidas.

Seguidamente recuerdo una especie de Propuesta de Goicochea sobre el tema de la gente más pobre de Guatemala, y sobre la mendicidad y la vagancia, desde una perspectiva cuasi-capitalista, creo que del año 1797. Aparte de eso existe una “Relación” del año 1811, en que el doctor y fraile informa sobre los indios de Pacura, en el mencionado valle de Agalta, en que resalta la visión del misionero católico cristiano, en desmedro de una visión antropológica imparcial. También menciona los pueblos de Gualaco, San Esteban, Manto y Catacamas, aunque este último se localice en el valle del río Guayape. Son como recuerdos borrosos de haber leído algo.

Es importante destacar que don Liendo y Goicochea, antes de la reforma colonial universitaria en Guatemala, había vivido en España, bajo la influencia de las reformas borbónicas de los reyes españoles de origen francés durante la segunda mitad del siglo dieciocho, mucho antes de la “Independencia”. Quizás había recibido la influencia (es un supuesto mío) de los economistas de la Universidad de Salamanca. Se cuenta que al retornar a Centro América traía unas seis cajas cargadas de libros. Nunca hemos podido averiguar qué clase de libros traía “Tata Vicoche”, que sospecho pudo compartir con José del Valle y otros personajes ilustrados de la región. Estos detalles de los “ilustrados” bajo las influencias de las reformas borbónicas suelen ser ignorados por algunas historiografías oficializadas en América Latina, muy sesgadas dicho sea de paso, y que repiten y repiten hasta el “infinito”, volviendo estéril el necesario diálogo histórico imparcial.

Así que en el contexto del Segundo Centenario de la Independencia de América Central, es requerible que abordemos, rigurosamente, los antecedentes intelectuales y políticos, añadiendo nombres y apellidos, que desembocaron en los sucesos de 1821 y 1823, y en la construcción de la primera República Federal, evitando los consabidos maniqueísmos historiográficos, de los cuales estamos cansados, y a veces hastiados.