De todo un poco en tiempos del Facebook, Twitter e Instagram

Vaya si nos hacemos viejos más rápido que los abuelos y la diferencia entre mi generación y esta es abismal, todavía en mi tiempo a muchos nos ponían el nombre según el santo del día y la medicina universal de todos los males era una Alka-Zeltzer. Los enamorados de ojos no tenían las facilidades del Whatsapp y Facebook y se tenían que conformar con cualquier trozo de papel que llevaba y traía como paloma mensajera algún cipote del barrio o un compañero escolar. El avance tecnológico nos ha impuesto una nueva y dinámica forma de comunicación masiva, teléfonos inteligentes preñados de herramientas y aplicaciones que en teoría nos facilitan la vida, aunque la práctica ya nos muestra la otra cara de “tanto beneficio tecnológico” para el caso hace apenas 20 años nadie nos decía “contestame, estás en línea?”, nadie corría el riesgo que un documento privado se hiciera de dominio público en unas horas o minutos, verbigracia, los famosos “Wikilicks”, alguna imagen o video furtivo que se comparte como dicen por ahí en el sobaco de la confianza con algún enamorado, como le pasó a una ministra tica hace algunos años, las redes sociales nos acercan al mundo y a las personas en cualquier parte del planeta, nuestros amigos de infancia, familiares perdidos en nuestra memoria reaparecen como fantasmas del pasado, producto de la inmigración que por falta de oportunidades les obligó a marcharse de Honduras.

Las redes sociales son una herramienta valiosa para acercarnos, aunque supone sin duda riesgos, si no las utilizamos con responsabilidad, son medios para interactuar pero no para intimar; jamás un arreglo floral, un beso, un te quiero podrán ser superados por una tarjeta virtual o un ícono gestual en forma de corazón o de un beso, ya que ahora la red es usada bien para buscar marido, primos perdidos, vender carros, casas, promocionar políticos con fotografías generalmente retorcidas, con las cabelleras negritas como las de nuestros antepasados que no les faltaba el tricófero de Barry, ojos almendrados y brillantes, aunque la realidad es muy distinta, desde ahí inicia la demagogia; así que con tantos pro´s y contras que tienen las redes, mi humilde recomendación es “ojo con la red, ¡cuidado no los vayan a pescar!”.

Jorge Tadeo Ramos
Siguatepeque, Comayagua