Menos combustibles fósiles y más energía limpia

Por José Rolando Sarmiento
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Escuchando y leyendo tanto del calentamiento global, de los daños al medio ambiente y el entorno ecológico, de los fenómenos naturales tan destructivos como los tsunamis, los huracanes, los movimientos sísmicos, las sequías veraniegas y las lluvias turbulentas, de la contaminación de las aguas de los mares, lagos, lagunas y ríos, de la destrucción de los glaciares en los polos árticos y antárticos, de la destrucción masiva de los bosques, llegamos a la idea de que el mundo actual para lograr un equilibrio de la naturaleza, necesita impulsar la producción de combustibles no contaminantes y la generación de energía eléctrica limpia, que como corolario traiga además de la protección del medio ambiente, la disminución de la producción de gases intoxicantes que dañan la atmósfera terrestre, la salud de las personas, de los animales y las  plantas, que sean más económicos para los consumidores.

Se habla mucho de la producción de energía eléctrica con recursos naturales renovables como los hidroeléctricos, la biomasa, los eólicos, los solares, geotérmicos, señalándose inclusive fechas termino para el uso de combustibles fósiles como el petróleo, el carbón y el gas natural, mucho menos la energía atómica, con sus derivados peligrosos de armas de destrucción masiva,  a los que se señala como culpables del cambio climático que amenaza con la debacle apocalíptica del globo terráqueo, así que no más gasolina, diesel, bunker, gas propano, para mover los millones de automóviles, maquinarias industriales y de construcción, flotas de aviones y barcos, que deberán sustituirse con los novedosos motores eléctricos con poderosas baterías recargables, todo basado en los Acuerdos de Kioto y la Conferencia de París, pese al anuncio del retiro de Estados Unidos por  Donald Trump.
Las publicaciones en importantes periódicos europeos y norteamericanos reflejan algunas de las acciones y decisiones que en determinadas fechas se tomarán al efecto, en Noruega no se podrá comprar un coche de gasolina o diesel a partir de 2025; China también se prepara para vetar este tipo de motores. La última central de carbón en Reino Unido echará el cierre en 2025, si no antes, porque el país se está desenganchando en un tiempo récord. Para 2050 Europa se ha comprometido a reducir entre un 80% y un 95% sus emisiones de gases de efecto invernadero, que mayoritariamente proceden de la quema de combustibles fósiles. Alrededor de 170 países tienen establecidos objetivos de implantación de renovables. Algo está ocurriendo en el mundo, para algunos son señales de una transición que permita el desarrollo seguro de los países.

Quemar carbón, quemar petróleo, quemar gas, occidente ha alcanzado niveles inéditos de desarrollo a lomos de la combustión. “En solo 200 años hemos extraído de la tierra unos combustibles que son el resultado de millones de años de fosilización”. “Era evidente que tendría consecuencias”, añade Antonio Soria, el responsable de la Unidad de Economía de la Energía, Cambio Climático y Transporte del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea. Esos dos siglos de la era de la combustión han desencadenado un problema global: el cambio climático, que golpea tanto a los países desarrollados como a los menos desarrollados, que no se han beneficiado de ese progreso, pero lo sufren más al tener menos recursos para hacer frente al calentamiento global.

Esa relación entre los combustibles fósiles que al quemarse generan gases de efecto invernadero y el cambio climático es clara para la inmensa mayoría de los científicos y gobiernos, que al firmar el Acuerdo de París en 2015 asumieron la conexión, y se comprometieron a reducir sus emisiones para que el aumento medio de la temperatura a final de siglo no supere los dos grados respecto a los niveles preindustriales. La incógnita es cuándo se producirá el gran salto, algo que dependerá del desarrollo de las baterías que permitan tener electricidad cuando no sople el viento, no luzca el sol o no haya suficiente agua en los embalses. “El fin de las energías fósiles es cuestión de tiempo”, señala Pedro Linares, cofundador del grupo Economics for Energy. “El avance de la energía fotovoltaica y el almacenamiento cambiarán el paradigma”.

Nuestra propia realidad en Honduras por falta de previsión de diferentes administraciones gubernamentales, a partir de la crisis energética de mediados de 1994, nos hizo caer casi en la total dependencia de la generación térmica, cara, contaminante, que nos puso en manos de empresas privadas muy lucrativas, sin embargo han surgido las alternativas eólicas, solares y de biomasa, así como pequeñas represas hidroeléctricas.