Tiburones financieros

 

Por: José María Leiva Leiva

Muchas películas han tratado de mostrarnos cuál es la cruda realidad detrás del universo de las finanzas y ese poder corrosivo que termina por atrapar  a los grandes “tiburones” que se mueven en estos océanos plagados de excesos y cascadas de dinero que aparece mágicamente, y que terminan por contaminar y casi comprarlo todo, sin que medie el menor atisbo de sobriedad ni ética posible. En este sentido, los hombres de bolsa en las películas son relatos sobre la codicia, la rivalidad y la ambición. Todo ello planteado en un espectacular desenfreno madre que termina destruyendo vidas y salpicando a cuantos estén alrededor.

El crítico de cine, Raúl Minchinela afirma que “el modelo fue un tiburón llamado Gordon Gekko, considerado el santo patrón de los brokers del cine; todos los demás son variaciones del mismo antihéroe, de Richard Gere en “Mujer Bonita”; Tom Hanks es el número uno de Wall Street en “La hoguera de las vanidades”; Danny de Vito en “Con el dinero de los demás”. En “El Gran Farol”, Ewan McGregor reconstruye el caso de un broker encargado del mercado asiático. En “Quicksilver, la pista rápida del éxito”, Kevin Bacon es el mejor de Wall Street, mientras que en la comedia “Entre pillos anda el juego”, Dan Aykroyd y Eddie Murphy, compiten a quién le va mejor en el mercado de valores”. (http://www.eldiario.es).

Cintas más recientes lo constituyen los casos de “El lobo de Wall Street”, una película de 2013 dirigida por Martin Scorsese, y “Gold”, dirigida por Stephen Gaghan (“Syriana”), en 2016. En el caso del implacable Gordon Gekko (mención obligada de los precedentes), interpretado por Michael Douglas en “Wall Street I y II”, bajo la dirección de Oliver Stone, se dice estar basado en Ivan Boesky, quien fuese un prominente corredor de bolsas y financista, involucrado en un escándalo de evasión de impuestos y uso de información privilegiada durante los años 1980.

De acuerdo con Wikipedia, Gordon Gekko, representa “la ambición desmedida, un ser inteligente, astuto, hábil en todo lo que a finanzas se refiere, pero también calculador, manipulador, inescrupuloso y dispuesto a todo con tal de obtener lo que desea, habiendo logrado construir un extraordinario imperio financiero con base en sus propias capacidades. Su éxito y obsesión con el poder y la esencia misma del capitalismo, lo perfilan como un defensor de primer orden, del Darwinismo Social”.

“Un concepto basado en la idea de la supervivencia del más apto, provocando la formación de su filosofía de vida, resumida en su famoso discurso en la Universidad de California en Berkeley: La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena; es necesaria y funciona. La codicia clarifica y capta la esencia del espíritu de evolución. La codicia en todas sus formas: la codicia de vivir, de saber, de amor, de dinero; es lo que ha marcado la vida de la humanidad».

Por su parte “El lobo de Wall Street”, está basada en las memorias del mismo nombre de Jordan Belfort (interpretado soberbiamente por Leonardo DiCaprio, en su quinta colaboración cinematográfica con Scorsese), el corredor de bolsa neoyorquino que en la agencia de valores aprendió que lo más importante no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena comisión. En http://www.empresarialesyderecho.com (blog dedicado al Derecho y al mundo de la empresa), al margen de la falta de límites morales que tiene el protagonista, se sugieren 4 consejos a la hora de emprender y lograr el éxito en un negocio: Aprender de los fracasos; reunir un equipo apropiado; definir las necesidades del mercado y buscar un buen mentor.

Respecto a definir las necesidades del mercado una escena ejemplar nos queda grabada: cuando en un bar-restaurante, Belfort le pide a Brad, uno de sus empleados, que le venda un bolígrafo. Entonces este le dice: “Hazme un favor, escríbeme tu nombre en esa servilleta” a lo que Belfort le contesta: “No tengo boli”, y Brad le responde: “Exacto, oferta y demanda colega”.

Y en el capítulo referente a Buscar un buen mentor. En la película apreciamos que la vida de Jordan Belfort, cambia radicalmente desde el momento que conoce a su mentor, Mark Hanna, quien es interpretado por un no menos extraordinario Matthew McConaughey, que con una tan sola secuencia, estampa su sello en la calidad del filme. Me refiero a la escena del desayuno en un rascacielos, donde instruye a su pupilo, y dramatiza la acción, dándose golpes en el pecho, a la vez que “emite un sonido gutural que, según parece, le ayuda a soportar un régimen de vida de trabajo extremo y drogas ininterrumpidas”.

Por último tenemos “Gold”, basada en el escándalo conocido como “Bre-X” de 1993. Nombre que obedece a un grupo de compañías canadienses denominadas Bre-X Minerals Ltd., que estuvieron involucradas en una gran estafa minera después de hacer público que contaban con un gran yacimiento de oro en Busang, Indonesia. Tras subir espectacularmente su valor en la Bolsa, se descubrió que las muestras de oro eran un fraude.

En la cinta, Kenny Wells (Matthew McConaughey) es un fracasado hombre de negocios que está desesperado por tener un golpe de suerte. Es entonces cuando, en un último esfuerzo, decide convertirse en explorador. Wells se asocia con Michael Acosta (Edgar Ramírez), un geólogo con la misma poca fortuna. Juntos se proponen ejecutar un plan grandioso: encontrar oro en la inexplorada selva de Indonesia. Como bien indica la crítica, la interpretación de McConaughey “bien podría semejarse con «El lobo de Wall Street», alocado, adictivo, vicioso y estafador”.