Democracias fallidas y votantes irracionales

Por Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario

Se dice que una democracia es representativa, cuando son los ciudadanos de una nación los que sustentan el poder político de manera indirecta a través de los representantes que ellos mismos eligen mediante el voto y con la expectativa de que ejerzan el poder tomando las mejores decisiones en beneficio de la sociedad.

Fundamentada en características básicas como la participación popular para delegar representatividad, y la separación de poderes, es que la ciencia política ha definido a la democracia, como la forma de gobierno más justa y conveniente para la armoniosa convivencia ciudadana.

Resulta contradictorio, ver cómo en muchos países, particularmente en los más pobres, esta forma de gobierno va alejándose de sus principios fundamentales, cada vez la participación popular es menor, hay elecciones incluso a las que no acuden ni la mitad de las personas habilitadas para ejercer el sufragio y en donde los políticos presumen de tener el favor de las mayorías cuando apenas han sido electos con un tercio de la participación electoral.

En este tipo de democracias en deterioro, la masa popular ya no tiene el control indirecto del poder político, el votante perdió toda posibilidad de delegar representatividad, de exigir participación, de obligar a la clase política a responder con acciones concretas y favorables al interés colectivo.
El ciudadano se convirtió en un simple medio para legitimar campañas políticas vacías de contenido y propuesta, en un simple aval para políticos ansiosos de poder y carentes de sensibilidad social, en un beneficiario de la “caridad” política y no en el receptor del impacto social que por ley le corresponde.

Por otro lado, en las últimas décadas, el concepto de democracia aparece fuertemente ligado a escándalos de corrupción, manipulación y deterioro del sistema judicial, desigualdad social, pobreza extrema, crimen organizado y debilidad de las instituciones estatales.

¿Cómo superar la crisis de los malos gobernantes? La democracia no siempre viene acompañada de un buen gobierno, la renovación de los sistemas políticos es urgente, no solo a nivel de partidos, hay que profundizar en la institucionalidad (leyes, reglamentos, procedimientos), no se puede seguir jugando a la ruleta rusa delegando el poder a personas incompetentes.

Otra pregunta obligada, ¿por qué las sociedades siguen eligiendo a malos políticos? Fracaso tras fracaso, los votantes siguen mostrando el mismo patrón de comportamiento, pese a los muchos casos de corrupción o escándalos por irregularidades, la gente sigue confiando su voto a las mismas personas y a sus estructuras.

Los malos votantes se traducen obligatoriamente en malos gobernantes, esta irracionalidad del votante promedio favorece a una clase política voraz y despiadada acostumbrada a explotar la ignorancia para su propio beneficio.

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