Psicología en el mercado

Por Álvaro Sarmiento

Especialista Internacional
en Comercio y Aduanas

La semana pasada la Real Academia de Ciencias de Suecia, otorgó al economista estadounidense de la Universidad de Chicago, Richard Thaler Premio Nobel de Economía.

El profesor Thaler, ha sido galardonado por sus aportes al explicar los fenómenos económicos a partir de la conducta humana. Afirma que los seres humanos a veces no actuamos racionalmente debido a varios factores: el desconocimiento, las pasiones, los instintos, o la influencia de otras personas y algunas veces tomamos decisiones basados en el bien de otras personas y no de nosotros mismos.

Por ejemplo, muchas veces compramos por impulso alguna golosina, sabiendo que no es buena para nuestra salud ni para nuestro bolsillo. A veces compramos un producto más caro o de menor calidad relativa porque queremos ayudar a alguna obra benéfica. Estas serían formas poco racionales de actuar, si partimos que todos los consumidores deseamos maximizar nuestra utilidad.

Estas consideraciones no son novedosas, ya la escuela austríaca y principalmente a través del famoso economista Ludwig von Mises, y su obra magna “La acción humana”, desde comienzos del siglo XX, a través del método praxeológico viene a describir de qué manera el comportamiento humano tiende a actuar identificando fines y moviéndose a ellos para maximizar sus beneficios.

Casi 100 años antes del nuevo Premio Nobel, Mises reconoce que aunque el actuar humano se dirige a mejorar sus condiciones actuales, se puede equivocar con los medios o porque el objeto que busca no le significará el beneficio esperado.

Parte de esta “irracionalidad” se fundamenta en la natural ignorancia humana. Aunque a veces no lo queremos aceptar, no lo sabemos todo. Incluso desconocemos muchas veces lo que más nos conviene.

Para algunos liberales clásicos y no me refiero a los miembros de esa agrupación política en Honduras, y libertarios el enfoque praxeológico es la piedra angular para entender la acción humana y claro está su manera de moverse en el mercado.

Hasta aquí parece todo un juego de conceptos y discusión entre académicos, sin embargo Thaler introduce el concepto de “paternalismo liberal” como un instrumento -gubernamental- para ayudar a los individuos a tomar las mejores decisiones.

Por ejemplo, casi nadie puede negar que ahorrar una parte de los ingresos es necesario y bueno, especialmente en los momentos de necesidad o en la vejez. Sin embargo pregúntese cuánto ahorró el mes de septiembre, ¿o lo gastó en las celebraciones patronales de Tegucigalpa? El gobierno podría decretar una ley para obligarle a ahorrar en un fondo intocable un porcentaje de sus ingresos, algo así como lo hace el IHSS. La idea parece buena, pero ¿necesitamos acaso siempre una mano paternalista como el gobierno para que nos diga cómo preveer nuestro futuro? Recordemos que los gobernantes del partido o ideología que sean, siguen siendo personas falibles, con muy poco conocimiento de nuestras realidades y prioridades, totalmente ignorantes en las necesidades temporales, cambiantes y singulares de cada persona y claro está con intereses propios. Ya el profesor Mises sostiene en su obra, la burocracia que se ha creado una nueva forma de gobierno en la cual ya no se respeta la libertad individual y en la que los principales funcionarios del Estado se arrogan ilegítimamente , la capacidad de planificar e intervenir la vida económica.

Lo que es claro y ha sido comprobado a lo largo de la historia es que el paternalismo gubernamental poco o mucho nunca consigue los resultados que se propone. Exclusivamente el beneficio de algunos políticos y de grupos de poder.