¿Elegimos o votamos?

¡Excelente el enfoque del columnista Benjamín Santos, en su artículo ¿Votar o elegir? aparecido en LA TRIBUNA del 21 de octubre de 2017! La búsqueda de la Presidencia de la República demanda -o debiera de demandar – que los aspirantes reúnan los mejores requisitos de identidad, profesionalismo y amplitud de miras conducentes al mejor ejercicio del cargo y por ende el manejo de los superiores destinos del país.

Ya los hondureños están acostumbrados que cada cuatro años, cuando le asiste el derecho de ir a votar, escuchen las peroratas en las concentraciones políticas a señores y señoras que adornándose la testa con un sombrero, seguramente a guisa de pararrayos, disparan a diestro y siniestro, los más sonados disparates, con los más estentóreos y desagradables gritos. Obviamente, exceptúo de esta condición a los políticos que ya el pueblo conoce y que sabe nunca han utilizado sombreros para pretender emular en sus campañas proselitistas las costumbres de la clase obrera y campesina.
En esta nueva elección se supone que surgen nuevas esperanzas para el pueblo hondureño que permanentemente reclama de los políticos nuevas y eficaces iniciativas y enérgica y vigorosa acción para acometer y llevar a feliz término la solución integral de los ingentes problemas que agobian a la comunidad nacional en el campo económico y social. Que se despojen de sectarismos infecundos e insultos tal y como lo demandan las fuerzas vivas del país. La Honduras de hoy no está para tafetanes de divisionismos nefastos y estériles.

Así que ante tales perspectivas y desafíos me hago eco de lo señalado por Benjamín Santos en su artículo al puntualizar que “…los electores deberíamos tener a la vista un cuadro psicológico y hasta psiquiátrico de los candidatos que aspiran a la Presidencia de la República para tomar una decisión más responsable, pero si no se puede llegar a tanto por lo menos conocer la trayectoria del candidato para saber sus realizaciones y un poco de sus actuaciones en su vida pasada…”. Aunque larga la cita es muy importante por lo puntilloso y efectivo en describir la individualidad de que están investidos estos aspirantes a cargos de elección popular. Y fundamentalmente si están indiscutiblemente aptos para el desempeño de las funciones que buscan con ahínco y desesperación.

Los candidatos de elección popular tienen que alejar ese clima de mutua desconfianza porque creen advertir en el adversario, trampas ocultas. A escala nacional se hace impostergable un cambio de actitud exenta de revanchismos y prejuicios que ya hace tiempo deberían haber superado. Demuestren optimismo y fe en el porvenir de Honduras. Que haya fundados motivos para ser optimistas. Ese tiene que ser el papel de estos políticos que van al reencuentro con el destino este próximo 26 de noviembre.

Así que, remitiéndonos nuevamente a don Benjamín Santos cuando apostilla “¿A quién vamos a elegir para que nos conduzca en tan delicado trance? Nos queda un mes para decidir si elegimos o simplemente votamos. Pensemos y decidamos”. Este último razonamiento me recuerda a Sófocles cuando en una oportunidad espetó “que muchos opinan pero pocos piensan”.

¡A votar para fortalecer la democracia

César Augusto Bonilla Ochoa
Tegucigalpa, M.D.C.