El fenómeno del populismo

Por: José Rolando Sarmiento Rosales

A propósito de la actual campaña político electoral, a fin de orientar a nuestros compatriotas para la toma de decisiones sobre por qué partido o candidatos votarán, creemos oportuno hablarles de un término que se viene utilizando hace décadas, y que inclusive en algunos países ha dado lugar a gobiernos denominados “populistas”, y a liderazgos de candidatos, que en algunos casos surgen de fuera de los partidos, los insiders, abonados por los errores de los partidos tradicionales, las injusticias sociales, la pobreza generalizada, pero que a la larga se ha descubierto que en muchos solo ha sido una mascarada táctica y estratégica para llegar al poder, tal como lo ocurrido en Argentina, Brasil, Perú, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, así que acudiendo a  la web encontramos las definiciones sobre el populismo.

“Un concepto que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española, es de utilización muy frecuente en la lengua castellana, un concepto político que permite hacer referencia a los movimientos que rechazan a los partidos políticos tradicionales y que se muestran, ya sea en la práctica efectiva o en los discursos, combativos frente a las clases dominantes. El populismo apela al pueblo para construir su poder, entendiendo al pueblo como las clases sociales bajas y sin privilegios económicos o políticos, suele basar su estructura en la denuncia constante de los males que encarnan las clases privilegiadas. Los líderes populistas, por lo tanto, se presentan como redentores de los humildes.

El término populismo tiene sentido peyorativo, ya que hace referencia a las medidas políticas que no buscan el bienestar o el progreso de un país, sino que tratan de conseguir la aceptación de los votantes sin importar las consecuencias. Por ejemplo: “Sancionar a las empresas norteamericanas es una decisión propia del populismo, que tienen consecuencias nefastas desde el punto de vista económico”, “el populismo de izquierda ha ahuyentado las inversiones y sumido a la población en la pobreza”, ellos en cambio expresan “quienes nos acusan de populismo son aquellos que gozaron durante años de ganancias inmensas a costa de la pobreza del resto de la sociedad”.

Si el populismo se utilizara positivamente, se calificaría a estos movimientos como propuestas que buscan construir el poder a partir de la participación popular y de la inclusión social. Se sabe que los grupos populistas no conforman un conjunto homogéneo, sino que muestran sustanciales diferencias notables en cuestiones políticas, económicas y sociales. Por otro lado, tienen muchos puntos en común que los opone a quienes no participan de su ideología. En los años 70 y 80, no hubo experiencia populista regional que no atravesará cuatro fases bien diferenciadas: el éxito al inicio, los desbalances, la aceleración de los mismos y, por último, el ajuste.

En la primera de ellas no importa el proceder, ya que todo parece funcionar. Aumenta el empleo y el salario real, el efecto de la inflación parece desvanecerse y las políticas de tipo fiscal y monetario expansivo ven una reactivación. Se trata de momentos históricos en los cuales un país cree haber encontrado el modelo económico que realmente funciona para su pueblo, la revolución que todos estaban esperando y que cambiará para siempre su calidad de vida.

Pero todo esto tiene sus consecuencias, es luego de esta etapa inicial que aparecen los desbalances: aumenta con más fuerza la tasa de inflación, crecen las deudas, aparecen los conocidos cuellos de botella externos (disminuye o se estanca el volumen de exportación pero aumenta el de importación) y se ve la caída de las reservas internacionales. Frente a dicha situación, el accionar del gobierno suele girar en torno a controlar los precios y los cambios, lo cual acarrea una inflación reprimida, entre otros males. Seguidamente, crece violento el déficit fiscal y la necesaria emisión monetaria para su financiación, aumenta la falta de divisas a pesar de controlar los cambios (con la consiguiente devaluación de la moneda), comienza la caída de la demanda de dinero, empeora la inestabilidad de la inflación y disminuye el salario real.

Por último, el ajuste intenta rearmar el país, como si de un gran rompecabezas se tratara, este proceso toma unos cuantos años,  cada paso es el resultado de decisiones tomadas fríamente, a sabiendas de los riesgos que acarrean. El mundo actual hace que la duración y el impacto de cada una de las fases varíen con respecto a lo que nos enseña la historia de unas cuantas décadas atrás, el fracaso más reciente lo tenemos cerca en Venezuela.