Ante el caos apelemos a una reconciliación co-constructiva y a un trabajo conjunto hacia una paz estable

Por Marcio Enrique Sierra Mejía

Finalmente le llegó a Honduras el momento de hacerle frente a la resistencia socialista en un plano de igualdad política. La Alianza que promovió Manuel Zelaya les dio resultado y, hoy por hoy, la sociedad política hondureña vive una coyuntura nueva porque los socialistas, han demostrado que reúnen una fuerza social tremendamente importante, tanto como la que tienen los nacionalistas.

Por un lado, tenemos a los líderes socialistas empecinados en tomar el poder del gobierno desde la calle, sea como sea, utilizando el falso eslogan de fuera la dictadura, en un contexto de provocación extrema y arrojando piedras con mucha rabia, porque ya se dieron cuenta que pierden las elecciones en el conteo que realiza el TSE, el cual ha sido debidamente observado, creando el terror y el saqueo a ultranza. Por el otro lado, tenemos a los líderes nacionalistas, con una actitud favorablemente pacífica y centrada en asegurar que el conteo de votos sea los más transparente posible, para demostrar que su triunfo, no es a través del fraude.

¿Entonces, qué está en juego político realmente? Detrás de la ofensiva de Libre está el interés de la toma del Poder Ejecutivo para transformar la democracia basada en principios liberales e instaurar una democracia basada en principios socialistas, sobre la base no del consenso popular, sino del poder hegemónico que ejercería el partido Libre una vez con el control del Poder Ejecutivo. En cambio, detrás de la activa actitud del Partido Nacional, está el interés por darle sostenibilidad a una democracia mixta en la que los principios liberales sean combinados con principios socialistas; de tal suerte, que los empresarios redistribuyan su riqueza y los pobres gocen de mejores condiciones de reproducción social.

Necesitamos promover las condiciones de una reconciliación co-constructiva y el trabajo conjunto entre ambos partidos hacia una paz estable. La cual pasa necesariamente por el relajamiento de posiciones inamovibles y el pesado bloqueo emocional porque socaban los intentos de un genuino diálogo. ¿Cómo las superamos? ¿Qué puede lograr vulnerar las posiciones tan arraigadas y cerradas, para conseguir una discusión sobre los intereses básicos y las necesidades reales? ¿Podemos encontrar claves que ayuden a crear las condiciones para tratar de arribar a procesos que estén dirigidos a las necesidades, tanto de agredidos que han sufrido los saqueos, el terror y las amenazas, como la de los agresores que utilizan la crisis para realizarlas?

Tenemos que coincidir en la reconciliación y la sanación individual y en lo comunitario. Los muchachos de las “maras”, sus familias y el hábitat en el que se desarrollan son temas de profunda importancia porque para conducir a la colectividad hacia el proceso de sanación, hay que transformar profundas injurias psicológicas padecidas por ellos en esos territorios en donde han logrado sobrevivir. Estos últimos acontecimientos que se han suscitado, con la alevosía política de Libre, aprovechando el resentimiento social que priva en estos segmentos de población, ameritan la atención del Estado, la sociedad civil y la sociedad política. Tanto los líderes nacionalistas como los socialistas deben dialogar sobre prácticas de transformación de la marginalidad en que estos viven y actuar sobre criterios compartidos.

Igual es el tema de la seguridad que implica el abordaje del tema de la depuración policial, el narcotráfico y el crimen organizado con toda y la secuela de vinculaciones que ha desarrollado. En conjunto, los nacionalistas y los socialistas deben ponerse de acuerdo sobre el diseño de las condiciones para orquestar una genuina conversación. Que implicará necesariamente apuntalar diálogos y negociaciones sobre reformas estructurales que requerirán posibilidades, repertorios y habilidades comunicativas de distinta naturaleza, y a entrenados y bien intencionados participantes o facilitadores, quienes pueden tener acceso para agilizar negociaciones que se estanquen, se vuelvan muy lentas o que son muy conflictivas.

Se requiere de instrumentos de transformación que les permitan a los facilitadores cuando estén enfrentados a situaciones de tensión emocional que constituyan una amenaza de sabotaje a la comunicación entre los deliberantes políticos, superarlas. En otras palabras, cuando la tensión es más tenaz, ¿cuál es el tratamiento más correcto?

En fin, hagamos el esfuerzo político para implantar una justicia restaurativa que reencuentre a agredidos y a agresores con el fin de afrontar las consecuencias de un conflicto. El diálogo, debe basarse en la revitalización de prácticas de transformación de los conflictos y restauración comunitaria. Hay que centrar la atención en los valores restaurativos, más que en las predominantes prácticas de justicia redistributiva. Nadie debe ser censurado ni tampoco tener el permiso para mantener un dominio basado en su posición social o personalidad. Lo que debe importar es restaurar relacion