¿Seré un adicto al sexo, o acaso todos en algún punto lo somos?

Una noche del verano pasado, estaba tomando unos tragos con un viejo amigo que volvió a mi vida después de que comenzara a responder a mis historias de Instagram. Tenía curiosidad por escuchar todos los detalles en torno a su reciente separación, que parecía un tanto desordenada por el aspecto de sus publicaciones en las redes sociales, ahora borradas.

Yo, todavía estaba superando una ruptura menos seria, y al menos, pensé que podríamos encontrar alivio «cómico» en nuestro dolor de corazón compartido. Pero cuando nos encontramos, me sorprendí al descubrir que no tenía el corazón roto en absoluto. De hecho, insistió, nunca había estado mejor.

¿Cuál fue su secreto? Le pregunté. Sonrió a sabiendas, bajó los ojos y pronunció cuatros letras: ASAA (Adictos al Sexo y al Amor Anónimos). Había escuchado de Adictos al Sexo y al Amor Anónimos por parte de algunos amigos que lo habían recomendado alguna vez, cuando me lamenté de un encuentro desafortunado. En el pasado, no había estado tan segura de que lo necesitara. Pero cuando este amigo habló sobre martinis, sonaba como un exclusivo club de Hollywood. Él me aseguraba que Los Ángeles está lleno de adictos al sexo y al amor. ¿Era posible que yo también fuera una de esas?

Sacó su teléfono y leyó las 12 características de la adicción al sexo y al amor, que iban desde el miedo al abandono hasta el miedo al compromiso. Estaba bastante seguro de que no tenía ninguna de esas características, pero algunas me hicieron pensar. Claro que no me importaría involucrarme sexualmente o emocionalmente a otras personas sin conocerlas, pero ¿qué no tenían los 20 y tantos con un perfil de Tinder? ¿Quién de nosotros no se había sentido a veces un tanto vacío al estar solo?

A juzgar por algunas de las características, también podemos ser adictos al sexo y al amor. Muchos de ellos parecían sugerir que todas las grandes canciones de amor, las clásicas comedias románticas, las comedias sobre solteros en la ciudad, etc. nos estaban alimentando comportamientos obsesivos y poco saludables disfrazados de historias de amor, sin duda, escritas por adictos al sexo y al amor.

Aun así, después de que él y yo dividimos el cheque, nos dimos un abrazo y nos despedimos, la comprensión de que hubiera acogido con satisfacción un final menos platónico de la noche finalmente me convenció para asistir a una reunión de ASAA.

Varias semanas más tarde me encontré sentada en una silla de metal en el sótano de una iglesia con unas dos docenas de extraños de diferentes edades y orígenes. Dimos la vuelta al círculo y nos presentamos. Algunos dijeron que eran adictos a la fantasía y al romance; otros identificados como emocionalmente anoréxicos o privados de sus necesidades emocionales. En cada reunión, alguien comenzaría con una anécdota sobre su recuperación y luego otros alzarían la mano para hablar sobre los comportamientos con los que lucharon esa semana y aquellos de los que estaban orgullosos. El grupo desalienta el intercambio de detalles que sean explícitamente sexuales o que puedan desencadenar en otros, por lo que los miembros, a menudo, usan términos codificados como «comportamiento final» y «acting out», que significan cosas diferentes para diferentes personas.

Si esto suena familiar es porque el programa de 12 pasos fue fundado en 1976 por un miembro de su predecesor más famoso, Alcohólicos Anónimos, y sigue muchos de los mismos principios para la recuperación: admitir que tienes un problema, encontrar una ayuda y trabajar para superarlo. Pero a diferencia entre beber y no beber, la sobriedad para un adicto al sexo y al amor es un poco menos fácil de definir. Para algunos, significa no usar aplicaciones de citas como Tinder o abstenerse de tener sexo fuera de una relación; para otros, se trata de salir de una relación tóxica.

El concepto de adicción sexual es controvertido. No es un diagnóstico clínico reconocido por la Asociación Americana de Psiquiatría y desde hace un tiempo ha sido cuestionado por psicólogos como David Ley, autor del libro de 2014 The Myth of Sex Addiction, y neurocientíficos como Nicole Prause, que en 2013 publicó un estudio junto a la Universidad de California en Los Ángeles sobre las respuestas cerebrales a las imágenes sexuales que estaban vinculadas al deseo y no a la adicción. Pero eso no ha impedido que los grupos de apoyo a la adicción al sexo como ASAA obtengan seguidores en todo el mundo. Solo en Los Ángeles hay más de 60 reuniones semanales diferentes, incluidas dos en una cárcel para hombres.

El perfil de la adicción al sexo se ha visto impulsado por la cultura pop, ya que el programa de televisión de Amazon Transparent y la serie de Netflix Love describieron recientemente estos grupos de apoyo. Y cuando Harvey Weinstein fue acusado de agresión sexual por un número abrumador de mujeres, se reportó que fue a la rehabilitación por adicción al sexo, un movimiento que provocó la ira y el escepticismo de la comunidad médica porque sugería peligrosamente que la causa era la adicción al sexo.