«El Gran Mercedes» de Adolfo Hitler será subastado

Una carta con fecha del 2 de septiembre de 1938 decía: «Comisión número 303 305, Grosser Mercedes, automóvil abierto W150 para el Führer y el Reich Chancellor, cuarto Führer-car». Lo firmaba Erich Kempka, oficial de la SS y chofer personal de Adolf Hitler desde 1934 hasta el 30 de abril de 1945. Lo acompañó durante 120 mil kilómetros de viaje, era su amigo íntimo.

Fue designado jefe del parque automotor del Führer y ascendido a Sturmbannführer. Supervisaba una flota de cuarenta vehículos y un cuerpo de sesenta operarios, entre conductores y mecánicos. Publicó sus memorias con un título sugerente Ich habe Adolf Hitler verbrannt («Yo quemé a Hitler»). Había sido el encargado de incinerar los restos del más temido dictador de la humanidad: transportó los barriles de gasolina hasta la salida de emergencia del Führerbunker, el búnker de Berlín donde Hitler prefirió morir, y ejecutó la cremación.

Había sido también el encargado de comprar el Mercedes-Benz Grosser 770K model 150 Offener Tourenwagen, bautizado Die Grosser Mercedes («el Gran Mercedes»). 73 años después del suicidio del Fürher, el 17 de enero del año próximo, Worldwide Auctioneers celebrará en Scottsdale, Arizona, Estados Unidos, la subasta del automóvil que transportara al dictador nazi en cada desfile y acto militar de 1939 a 1941. La imagen más perversa reúne a Adolf Hitler con el fascista italiano Benito Mussolini en el interior del «Gran Mercedes» en un desfile por Münich el 18 de julio de 1940.

No hay previsiones en relación al precio que se venderá el mítico vehículo. La casa no difunde pronósticos del ascenso de la puja. Sin embargo, revela que el diez por ciento de lo recaudado será destinado a la educación sobre el Holocausto, para prevenir atrocidades semejantes en el futuro. Worldwide Auctioneers dedica un párrafo para exponer sus principios ideológicos: «El propósito de esta exhibición es no glorificar a Hitler ni a sus políticas destructivas. Es para mostrar uno de los autos más destacados del siglo, construido por personas talentosas y que representa lo mejor en artesanía. Y, sobre todo, como un recordatorio de que el mal que simboliza este automóvil nunca más deba permitirse».

El Mercedes W150 770k Grosser Offener Tourenwagen se conserva en gran estado. En 1973 se vendió a 153 mil dólares en una subasta: era para entonces el auto más caro del mundo

El Mercedes W150 770k Grosser Offener Tourenwagen es un vehículo de alto valor histórico, un descapotable siniestro que quedó inmortalizado en fotografías de época por el calibre de las figuras que transportaba. Era una máquina de poder y miedo. Era una fabricación artesanal de Mercedes Benz antes de la Segunda Guerra Mundial, y en sus principios había sido destinada como elemento propagandístico. No fue el único vehículo de Adolf Hitler, pero sí el más famoso. Y aunque la máxima figura del nazismo no sabía manejar, era un gran admirador de la industria automotriz.

“The Devil’s Mercedes: The Bizarre and Disturbing Adventures of Hitler’s Limousine in America” es un libro escrito por Robert Klara que cuenta la historia del vehículo. El autor dice que la unidad pasó de Alemania a Suecia y de ahí a Estados Unidos. Décadas después fue hallado en un museo canadiense

© Proporcionado por THX Medios S.A. “The Devil’s Mercedes: The Bizarre and Disturbing Adventures of Hitler’s Limousine in America” es un libro escrito por Robert Klara que cuenta la historia del vehículo. El autor dice que la unidad pasó de Alemania…

Por eso «el Gran Mercedes» era una auténtica obra maestra de la ingeniería. El fabricante construyó de manera artesanal apenas 88 unidades de este modelo, aunque la mayoría fue diseñada con carrocería cubierta. La versión descubierta entregada al Fürher era el automóvil alemán más caro de la época. Su motorización estaba comprometida a su peso. Su carrocería blindada -capaz de resistir municiones de 30 mm- incrementó el peso total del vehículo. Su motor de ocho cilindros en línea de 7.700 cc con pistones de aluminio y doble compresor volumétrico erogaba una potencia total de 400 CV y viajaba a una velocidad máxima de 160 kilómetros por hora. Debieron montar un depósito de gasolina de 300 litros porque su consumo era extremo: demandaba 60 litros a los 100 kilómetros por hora. Por eso sus ingenieros tuvieron que limitar la velocidad a 80 kilómetros por hora, la misma competencia y margen de capacidad de su primer Benz 11/40, aunque con razones de tope sensiblemente diferentes.

El Mercedes-Benz Grosser 770K model 150 Offener Tourenwagen fue conocido como el “gran Mercedes”. Parado en el asiento de acompañante, Adolf Hitler hacía sus apariciones públicas, saludando a la multitud

El vehículo oficial de Adolf Hitler, testigo mudo de la historia más macabra del siglo XX, se convirtió en una ambigua reliquia del nazismo. Luego de su muerte, el auto fue confiscado, intervino en una subasta, lució como pieza de museo e inspiró The Devil’s Mercedes: The Bizarre and Disturbing Adventures of Hitler’s Limousine in America, un libro escrito por Robert Klara que narra lo que reza su título: las bizarras y morbosas aventuras de la limusina del Führer. Mantiene un estado de conservación impecable por lo que no precisó de mantenimiento ni puesta en valor. La casa de subastas Worldwide Auctioneers lo presenta así: «Un automóvil sigue siendo, y especialmente sirve, como una pieza singular de la historia viva, insustituible e invaluable».