Los muros que levanta el poder

Rafael Jerez Moreno
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A lo largo de la historia, la humanidad ha sido testigo de edificaciones trascendentales como el Muro de Berlín, ícono de la Guerra Fría y de los conflictos suscitados entre las grandes potencias mundiales capitalisas y comunistas. El muro se levantó producto de intereses políticos de cada uno de los círculos de poder que colisionaron en ese momento histórico, sin embargo, la víctima más perjudicada que generó esta división fue la población alemana residente en Berlín. No obstante, hay edificaciones simbólicas que se constituyen entre los ciudadanos y los gobernantes, produciendo un distanciamiento insostenible entre unos y otros, los muros que levanta el poder…
La política moderna nos ofrece nuevos escenarios, en los que se generan divisiones que ejemplifican la realidad social que enfrentamos a diario, ejemplo de ello son las “grandes” concentraciones políticas organizadas en campañas electorales, donde los dirigentes políticos llegan en helicópteros o caravanas interminables de vehículos blindados a barrios y aldeas, que en muchos de los casos, no gozan de una calle pavimentada o donde se “solicita” permiso al grupo criminal que gobierna la zona para poder ingresar. Suben a la tarima mientras barricadas de guardaespaldas separan a la población de sus líderes políticos, quienes llegan a repetir el discurso que declamaron una hora antes, en lugares con los mismos problemas, pero ¿qué más da? Se necesitan esos votos para seguir en el poder.
Comienzan carreras políticas desligándose completamente de la actividad profesional, viven una vida normal hasta que logran escalar un par de cargos gubernamentales, una vez logrado es hora de cambiar de zona residencial, de amigos, es hora de aparentar. Inexplicablemente llegan los palacios y mansiones con muros un poco más altos, en unos años los guardias pasaron de ser las mascotas a casetas militares en el exterior, siendo así que por cada visitante que llega a rendirle pleitesía a su majestad, hay que efectuar la respectiva pesquisa, han cambiado mucho las cosas desde la última vez que los visitaron…
Llega el domingo de asistencia tradicional al Estadio Nacional, estando en el poder el palco tiene un nuevo dueño provisional, aparentemente sus comodidades les permitirán disfrutar mejor el espectáculo y olvidarse un poco del repudio popular, sin embargo comienzan a retumbar las cuerdas vocales de los aficionados, el descontento también ha llegado allí; finaliza el encuentro, es hora de una salida furtiva por la valla de seguridad, ya no se puede salir en medio de la gente, ¿por qué será?
“Ganan” nuevamente las elecciones, “tienen” la voluntad popular de su lado, se acerca una nueva toma de posesión, pero algo ha cambiado, esta vez debe hacerse a puerta cerrada. Los invitados serán los mismos de siempre, sea rojo o azul el que asuma el poder, la “austeridad” se verá reflejada en los lujosos anillos de seguridad que protegerán el lugar, habrá trajes y vestidos de gala, todo menos legitimidad popular.
Una de las creencias más erradas en política es que el poder aleja al político del ciudadano, siendo realmente al contrario, el político con sus decisiones se aleja cada vez más de la gente, se escuda en su seguridad -en muchos casos innecesaria-, en sus palacios adquiridos con nuestros impuestos, empresarios como nuevas amistades, torrentes de dinero capaz de comprar comodidades y conciencias, pero nunca la tranquilidad y la libertad. Al producirse este “apartheid”, se deja de gobernar en beneficio del ciudadano, las políticas gubernamentales se gestionan para repartirse el pastel entre unos pocos, los acuerdos con gobernantes de otros países se cierran para fortalecer la propaganda mediática, y el presupuesto nacional se destina para la siguiente campaña electoral.
 
Un servidor público nunca debe perder el “baño de pueblo”, nunca debe olvidar quienes verdaderamente lo llevaron al poder, porque son los mismos que ante tanto abuso lo derroracarán del trono del que pensó que nunca saldría. Llegará el día, cuando todo cambie en el país de las maravillas, cuando los muros simbólicos que separaron al gobernante del ciudadano, serán sustituídos por las gruesas y humillantes paredes de la Penitenciaría Nacional.