DEL RESPIRO A LA CONGESTIÓN

RESPIRO más grande que obtuvo Honduras cuando le perdonaron la deuda externa. Después del nefasto huracán el gobierno hondureño de aquel entonces logró insertar al país en la iniciativa HIPIC, para gozar de los beneficios de condonación otorgada a los pueblos altamente endeudados.
Nicaragua ya había calificado justificando que la enorme deuda acumulada en tiempos de la dictadura somocista era impagable. Aún cuando nuestro país no reunía del todo los requisitos –ni contabilizados todos los enormes daños ocasionados por el devastador huracán– el gobierno logró que en el Club de París modificaran los términos de referencia. Las condiciones para acceder a la condonación consistieron, entre otras, mantener programa ESAF, por tres años consecutivos, con el FMI.
La elaboración de un plan de reducción de la pobreza contentivo de la inversión social que se realizaría con los recursos liberados. En el año 2000 el país alcanzó el “punto de decisión”, o sea la anuencia para la condonación de los organismos multilaterales y de la comunidad internacional. A partir de allí comenzó la socialización del Plan de Reducción de la Pobreza, en varias rondas de consenso con autoridades municipales, pobladores y sectores de las fuerzas vivas, verificadas con las comunidades que serían objeto de aquellos beneficios. Concluido el período presidencial, el plan quedó completamente aprobado, tanto en las esferas locales como por el BID y el Banco Mundial, y fue entregado al gobierno entrante para que continuara el proceso hasta llegar al punto de culminación. Nunca antes el país había contado con los recursos necesarios para invertirlos en una estrategia de carácter social, destinada a reducir los altos índices de empobrecimiento. El pago de capital e intereses a la deuda externa representaban anualmente más del 30% de los ingresos fiscales. Una vez concedido el perdón el gobierno tendría todos esos recursos disponibles para inversión en capital humano. Lastimosamente la administración que al fin fue objeto del beneficio de los recursos dispuso despilfarrarlos en gasto corriente, en subsidios al consumo de la gasolina y en otros menesteres que nada tenían que ver ni con la Estrategia de Reducción de la Pobreza ni con su destino original. De allá para acá los gobiernos volvieron a enjaranarse. A un ritmo tal que hoy los niveles de endeudamiento casi superan lo que eran cuando al país le borraron sus compromisos. Estos son los datos obtenidos de fuente oficial:
“El saldo de la deuda pública totalizó 8,455.1 millones de dólares en los primeros once meses de 2017, lo que representa un 31.2% del Producto Interior Bruto (PIB)”. “La deuda hondureña creció un 12.7% entre enero y noviembre de 2017 con relación a diciembre de 2016, cuando sumó 7,499.1 millones de dólares”. Ello contiene “desembolsos por 2,639.3 millones de dólares menos los pagos de capital (1,771.1 millones) aunado a una variación cambiaria positiva (87.8 millones de dólares)”. “Del total de la deuda, 7,183.7 millones de dólares corresponden a la deuda externa, que registró un alza del 17.6% a noviembre de 2017 en relación al saldo de 2016, cuando sumó 6,108.2 millones”, “durante los once meses del año pasado el gobierno pagó deuda por un valor de 1,983.6 millones de dólares, siendo el 89.3% para el capital y el restante 10.7% de intereses y comisiones”. Fuimos del respiro nuevamente a la congestión. ¿Piensa el amable lector que al país le vayan a condonar otra vez su deuda?