El fin no justifica medios violentos, mejor búscate un buen “padrino salvador”

Por: Carlos Javier Martínez Ortez
En la guerra y en el amor hay un dicho popular que dice: “Todo se vale”. En  política históricamente también ha sido aplicable, pero en Honduras el fin no justifica los medios, por lo tanto los extremos ideológicos y violentos no son bien vistos,  en especial por los Estados Unidos de América, quien tiene marcados intereses en este país.
Los enfoques de los estrategas griegos y romanos: “Divide y vencerás”  el general chino, Sun Tzu “Serenidad”, Nicolás Maquiavelo “El fin justifica los medios”  y otros teóricos, han servido de escuela para la clase política  y empresarial, pero algunos se han inclinado con los pensamientos extremistas de otros; como que la paz no se concibe sin el poder de las balas y esto último, no es aceptado por la comunidad internacional demócrata y más por los Estados Unidos.
Honduras, desde su fundación de patria independiente en 1821 y demócrata en 1982, ha sufrido constantes conflictos políticos, siendo sus líderes verdaderos alumnos de la Escuela Sofista, de Nicolás Maquiavelo y el general Tzu. Otros se han acogido a los pensamientos de Karl Marx y Lenin.
Es cierto que en la lucha por el poder político, la historia mundial registra muchos hechos violentos, pero en la medida que ha pasado el tiempo, la madurez política lo que ha creado son las alianzas y los gobiernos de integración. Honduras  no se ha podido sustraer de esa realidad, más porque es un país pequeño con miles de problemas. Su economía depende mucho de la dádiva internacional y de los ciudadanos que viven en  Norteamérica.
Las elecciones generales no es una potra para irse a los golpes, si uno de los equipos de fútbol no gana. Independientemente que el Tribunal Supremo Electoral (TSE), no goce de la confianza de la mitad de la población, los que perdieron tuvieron que agotar los procedimientos legales antes de llegar a otras instancias, inclusive las internacionales, porque se sometieron al proceso.
El Departamento de  Estado de los Estados Unidos de América,  pienso que interpretó lo anterior,  al emitir su opinión,  y lo que más le disgustó, fueron las revueltas contra la propiedad privada que se reportaron en Honduras y por eso apoyó  a Juan Orlando Hernández.
Si analizamos bien el comunicado del Departamento de Estado de los Estados Unidos, este reconoce el fallo del TSE, pero da recomendaciones de mayor transparencia para siguientes procesos electorales, porque realmente observó que en efecto hubo irregularidades, pero no suficientes para anular la elección presidencial.
Como conocedor de los procesos judiciales, especialmente los de Honduras, sé que algunos no son fiables, pero para impugnarlos, tenemos que bailar el vals con la parte demandada y agotar nuestro alegato. También sé que en política no hay fallos jurídicos, sino que posiciones de partidos, pero es parte del juego y tenemos que seguir para tener una argumentación y finalmente acudir a la comunidad internacional, ahora que si todo este  pleito ocurrido en Honduras se trata de la desfasada guerra ideológica entre izquierda y derecha, ya sabemos todos, donde terminará esto y cuál será la decisión de los Estados Unidos.
En realidad con los Estados Unidos de América no puedes negociar acudiendo a hechos de violencia o ideológicos de extrema izquierda, más cuando estos pueden desestabilizar la región centroamericana y amenazar los intereses geoestratégicos y económicos con sus socios comerciales.
Según un estudio realizado por científicos rusos con financiamiento japonés para la entonces Secretaría de Recursos Naturales,  la nación norteamericana posee derechos de explotación de minerales y petróleo en el departamento de Gracias a Dios, suscritos desde 1945, después de la Segunda Guerra Mundial y asimismo se sabe que tiene una base militar  en el departamento de Comayagua, que nació con el Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR), en 1947, producto de la “guerra fría”.
Independientemente que Juan Orlando Hernández  y Porfirio Lobo Sosa  sean    mencionados en las investigaciones  de  la Fiscalía de New York, que llegaron a la Presidencia de la República financiados por el crimen organizado, al Departamento de Estado de los Estados Unidos le interesa que en Honduras lleguen al poder de la nación, personas que no atenten contra su estilo de vida y capitales. Los delincuentes son controlables, los extremistas ideológicos y religiosos no, sino pregúnteles a los “Cachiros”, quienes como traficantes de armas y drogas  amenazaban duramente con bajar cualquier helicóptero o avión de la DEA que anduviera por sus centros de operaciones,  y terminaron siendo los testigos principales en magnos juicios criminales en Norteamérica.
Salvador Nasralla, si quiere ser parte de la clase política de Honduras, tiene que leer bastante de Ciencias Políticas y las estrategias del general Tzu, y una de sus grandes estrategias es: sobrevivir y otros teóricos aconsejan: buscar un buen padrino que no sea alguien que atente contra los intereses de Tío Sam y creo que ya lo sabe, porque lo acaba de vivir en carne propia, al aliarse con políticos que simpatizan con la extrema izquierda.
Entiendo su frustración, si es que realmente dice representar los intereses de la población y no su egocentrismo. Pero como un buen soldado, tiene que entender; ha perdido la batalla, pero no la guerra contra la corrupción. Siga adelante,  la vida política le ha demostrado que  puede sobrevivir: primero lo hizo con el Partido Anticorrupción (PAC) y luego con la Alianza, quizás mañana lo haga con el Partido Liberal y otras instituciones políticas de verdadera fuerza estructural e ideales demócratas. Honduras necesita de sus mejores políticos.