Piñera crea optimismo en Chile

Por Óscar Lanza Rosales
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Mientras la sociedad hondureña después de las elecciones del 26 de noviembre se encuentra más polarizada, dividida, con violentas manifestaciones en las calles, casi al borde de una guerra civil, los chilenos, que han concluido su proceso electoral el pasado mes de diciembre, y en la cual ha resultado vencedor en una segunda vuelta, Sebastián Piñera, están disfrutando de una verdadera fiesta cívica, fraternal. Los perdedores han reconocido el triunfo de los ganadores, y la presidente Bachelet ya se ha reunido amigablemente con Piñera para planificar la transición.
Como ustedes saben, la Bachelet está dentro de la coalición centro-izquierda y Piñera en la derecha, y hay algo interesante que me llama la atención de su elección, y es que esta es su segunda elección como presidente, porque en Chile se permite la reelección alterna. Y lo mismo ha pasado con la Bachelet, es su segundo mandato. Resulta que la Bachelet le entregó a Piñera en el 2010 que terminó su primer gobierno y Piñera le devolvió la presidencia en el 2014 y ahora de nuevo Bachelet le entrega el poder a Piñera en el 2018.
Leo algunos diarios chilenos y siento que en ese país, ante la llegada del nuevo presidente en el próximo mes de marzo, se respira un ambiente sin tensiones, y de ilusiones y esperanzas. Aquí es cuando uno se pregunta: ¿Por qué los hondureños no vivimos un ambiente igual después de una elección? Allá una sociedad civilizada, democrática, donde prevalece la madurez política, y en nuestra Honduras continuamos con la cultura del chanchullo, la zancadilla y el irrespeto a las leyes.
Pero siguiendo con lo que sucede en Chile, el presidente electo Piñera ha manifestado que Chile “necesita de acuerdos más que enfrentamientos, diálogos y colaboración, porque así los países progresan sobre bases sólidas” y adelantó que propondrá acuerdos nacionales para abordar los grandes problemas que afectan a los chilenos y asumir los inmensos desafíos del futuro.
Y sobre su contendor perdedor Alejandro Guillier ha dicho: “que sí trabajamos juntos en el pasado, estoy seguro, volveremos hacerlo en el futuro”.
He leído a varios analistas chilenos, y el sentir y pensar de varios de ellos, es que Piñera, con la experiencia que tiene de su primer mandato, va a conducir los destinos de Chile en su próximo período con sentido de unidad nacional.
Piñera ya ha comenzado a conformar su gabinete, y ha establecido como criterios, que lo va hacer con chilenos que estén dispuestos en el futuro a postular a puestos de elección popular. No quiere diputados o alcaldes en su gabinete. Ha contratado a una empresas especializada para que verifique el currículum vitae de los nominados, sus antecedentes personales y comerciales, que no tengan conflicto de intereses al puesto al que va a postular. Y alejar de su círculo más cercano a sus parientes para evitar situaciones como el caso Caval que tuvo efectos devastadores en la imagen de transparencia de la presidente Bachelet. Sus asesores de segundo piso van a ser más operativos que políticos.
Según declaraciones de personas de su confianza, se espera que los cambios sociales vayan a la par del crecimiento económico. Que exista un equilibrio entre la creación y distribución de riqueza, o entre el crecimiento y la solidaridad.
En el primer mandato de Piñera, la gente quería que se mejorara la economía y el empleo. Él hizo bien su trabajo pero dejó atrás lo social. En el 2013 ganó Bachelet, ella puso el énfasis en lo social, dio la gratuidad, pero la economía se fue al suelo.
Uno de los ministerios que va a tener mayor presencia en su gobierno es el de desarrollo social y de la familia, que tendrá la función de imponer la solidaridad junto a la meritocracia y de elevar el bienestar de la clase media protegida, que debe traducirse en protección de la infancia, rehabilitación de jóvenes infractores, envejecimiento positivo y posibilidades de emprendimiento por mérito propio.
La atención estará enfocada en la clase media con ingresos por familia de 400 mil a 2 millones de pesos, a quienes se les invita a establecer un plan de vida, a emprender, pero si fracasa o tiene una calamidad familiar, desarrollo social tiene que garantizarle una respuesta adecuada.
Se ve mucha dinámica en el ascenso al poder de Piñera, se habla de modernizar la cancillería, y hasta de realizar grandes programas en la parte cultural.
¡Ojalá los hondureños pudiéramos respirar esos aires de optimismo que anima a los chilenos!