Esposo de estilista prefirió matarla antes que verla en brazos de otro (Video)

Poner un salón de belleza en el municipio de Sabanagrande, en el departamento de Francisco Morazán, era el sueño de la estilista Norma Lilliam Ávila. Hace dos días, la joven de 29 años regresó a su pueblo natal, pero en el interior de un ataúd.
Meses atrás, le había pedido el divorcio a su esposo, Hugo Daniel Cruz Cabrera, “pero él ya le había advertido que prefería verla muerta que con otro hombre”, recordaron los parientes de la difunta, mientras la sepultaban en el cementerio del pueblo, entre llantos y gritos de impotencia.
La bella mujer, de esbelta figura, pereció en manos de Hugo, un hombre salvaje, que cegó su vida de manera brutal, a cinco años de haberle jurado amor frente al altar.
El cadáver de Norma tenía golpes en todas partes, su piel estaba ensangrentada, tenía las manos atadas con una cuerda y en su cuello podían observarse los moretones que le dejó al estrangularla.
El celoso marido se dio a la fuga y dejó tirado el cuerpo de su esposa en la casa donde ambos vivían, en la colonia Valle Verde, en el sector Rivera Hernández de San Pedro Sula.
La escena del crimen fue descubierta el pasado domingo por un cuñado de la víctima, al entrar en la habitación de la pareja.
El sábado 27 de enero, Norma Lilliam había acudido a la posta policial de la colonia Planeta, para denunciar a su esposo por violencia doméstica. Sin embargo, no la atendieron y le dijeron que regresara al día siguiente. Ese día murió estrangulada.
“NO MERECÍA ESTO”

El hijo de la difunta cargó las flores que adornarían la tumba de su madre, quien para salvarle la vida se lo entregó a la abuela.

El cuerpo de Norma fue trasladado por sus familiares desde San Pedro Sula hasta el municipio de Sabanagrande. Al ver el féretro, la adolorida madre, su padre, su hijo y sus cuatro hermanos no podían creer lo que había pasado.
El ataúd llegó el lunes, después del mediodía hasta la funeraria, donde amigos y familiares esperaban los restos de la estilista, para darle el último adiós. Todos lamentaban el silencio que guardó Norma y que la llevó a la tumba.
Su madre, Bertha Ondina Hernández, entre lágrimas clamaba “justicia para mi muchachita, que no merecía esto… No supo valorarla, era una mujer tan noble e inteligente y bella… ¿Por qué mi niña?, ¿por qué ella?”.
En el velatorio, vecinos y familiares la recordaron como una mujer alegre y solidaria, apasionada por la belleza. Comentaron que su sueño era ser dueña de un salón de belleza en su pueblo.
Ayer, Norma Lilliam Ávila Hernández recorrió las calles de su pueblo por última vez, en el interior de un ataúd cargado por sus seres queridos.

Pero el hombre que un día le prometió cuidarla, amarla, respetarla y estar con ella hasta que la muerte los separara, de repente pasó del amor al odio, lo que lo llevó a darle una vida de mártir a ella y al hijo de esta.
GOLPEABA A SU HIJO
La madre explicó que “ella le dijo a su hermana que él la maltrataba y que le cuidara a su niño, y cuando la noticia, el muchachito me dijo: Abuela, ese desgraciado nos pegaba a mi mami y a mí”.
“Pero le dijo que no dijera nada, que le guardara el secreto, que no contara nada; si yo me hubiera enterado, me la traigo, y mi muchachita no estaría muerta; ella se guardó todo eso y ese desgraciado se aprovechó”, lamentó la mamá de la difunta.
Según dijeron parientes, la belleza de Norma la llevó a la muerte, pues su esposo sentía celos enfermizos.

El último recorrido de Norma por las calles de su pueblo inició a las 9:10 de la mañana de ayer, cuando sus familiares cargaron en brazos el féretro, para luego conducirlo hasta el camposanto de la comunidad y darle cristiana sepultura.
El 26 de noviembre ella trasladó a su hijo desde San Pedro Sula hasta Sabanagrande y se lo entregó a su madre para que se lo cuidara. Le dijo: “Cuídemelo, que es lo más preciado de mi vida, aunque esta es mi obligación”, relató su progenitora.
“La inoperancia de la Policía fue algo que le costó la vida a normita, desde el momento en que un hombre amenaza a una mujer, se puede convertir en un crimen, y eso no se debe permitir. ¡Hay que actuar de inmediato!, ¡Antes y no después de que las cosas se consuman!” indicó una persona cercana la familia.
FLORES PARA MAMÁ
Norma presentía su muerte y escribió sus temores, días atrás, en su perfil de Facebook.

Sus hermanos, familiares y amigos realizaron un recorrido de casi dos kilómetros bajo el ardiente sol y el viento, cargando el ataúd y la cruz. El hijo huérfano cargó las flores que le dejaría a su madre en la tumba.
La madre de Norma contó que su nieto también era víctima del padrastro. “El asesino lo maltrataba, le pegaba, lo golpeaba y le tapaba la boca y el día que le mató a su madre, él me dijo: ¡Ay, mamita, nosotros le hemos sufrido a ese indio!, ¡Maldito que me quitó a mi madre!”.
“Si la ley de la tierra no hace justicia, de Dios no se escapa, pero que lo busquen, que lo busquen que tiene que pagar lo que hizo con mi niña, ella no merecía morir”, agregó Bertha.
Norma y Hugo tenían cinco años de matrimonio, pero la familia de la víctima nunca se dio cuenta que ella era víctima de violencia, hasta que ella se lo reveló al padre de su hijo, de quien se había separado tiempo atrás. También le confesó su tragedia a su hermana, pero a ambos les pidió guardarle el secreto.
La familia de Norma comentó que Hugo no trabajaba, que era mantenido por su esposa y que este, aún así, le daba golpizas.
RADIOGRAFÍAS DEL DOLOR

Los hermanos de Norma relataron que cuando fueron a recoger sus cosas, a San Pedro Sula, en la casa encontraron varias radiografías de su cabeza y costillas, que ella se había hecho un tiempo atrás, ante los golpes que el salvaje hombre solía darle.
Lamentaron que los celos cegaron a Hugo a tal punto que este no permitía que Norma visitara a su madre o que sus familiares llegaran a verla. La fémina no había procreado hijos con él, ya que este no puede engrandar hijos.
Agregaron que este la celaba excesivamente y que en algunas ocasiones le dijo que “prefería verla muerta que con otro hombre”, ya que era difícil que la belleza de Norma pasara desapercibida para los demás.

VIOLENCIA
DEL AMOR AL “INFIERNO”

Doris Ávila.

Norma Lilliam Ávila y Hugo Daniel Cruz Cabrera tenían cinco años de casados. Su relación inició muy bien, pero en los últimos meses el celoso hombre se enojaba hasta porque ella se maquillara y cuidara de su apariencia, comentó una pariente.
La noche del sábado 27 de enero, Norma pasó en casa de unos familiares, por miedo a que su esposo se diera cuenta que había ido a interponer una denuncia en su contra. Les comentó que en la posta le dijeron que regresara el domingo para atenderla.
Regresó a su casa para cambiarse de ropa y trasladarse hasta la posta, donde esperaba que la atendieran, como se lo habían indicado el día anterior.
Pero su sorpresa fue grande, ya que su esposo la esperaba para arrebatarle la vida al interior de la vivienda.
Doris Ávila, hermana de la occisa, manifestó que “le pedimos justicia a las autoridades, él ya había planificado hacerle algo malo, porque ella estaba dispuesta a separarse de él, ya habían hablado del divorcio y él estuvo de acuerdo”.
“Era muy celoso, simplemente por celos. Hasta ahora nos damos cuenta que sí la maltrataba y cuando estuvimos recogiendo sus cosas encontramos unas radiografías que ella se había hecho en los costados, en el lado izquierdo y en las áreas de la cabeza”, detalló.