A corazón abierto

Por José María Leiva Leiva

A lo largo de estos incansables años luchando por restablecer mi salud alterada, he leído valientes post y cartas emotivas de despedida de pacientes que terminaron sucumbiendo a esta temible enfermedad. Una de estas publicaciones corresponde a Holly Butcher, una joven australiana quien falleciera víctima del sarcoma de Ewing, a la edad de 26 años. Su familia decidió hacerla pública a través de la red social de Facebook desde donde se viralizó hasta alcanzar medios de comunicación nacionales e internacionales.
La carta, considerada una verdadera defensa de belleza de la existencia humana, nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida. He aquí un extracto apretado de ella: “Así es la vida -dice-, frágil, preciosa e impredecible y cada día es un regalo, no es un derecho adquirido. Solo quiero que la gente deje de preocuparse tanto por las tensiones pequeñas e insignificantes”.
“Sé agradecido por tener problemas pequeños y superarlos. Está bien reconocer que algo es molesto, pero trata de no continuar y no afectar negativamente a nadie. Piensa en lo afortunado que eres para poder hacer eso: respirar. Es posible que hayas quedado atrapado en el tráfico o hayas dormido mal. Tus pechos son muy pequeños o tienes celulitis. Deja que todo eso se vaya. Te juro que no pensarás en esas cosas mundanas cuando sea tu turno de irte. Todo es tan insignificante cuando miras la vida como un todo”.
“Estoy viendo mi cuerpo perderse justo delante de mis ojos sin nada que pueda hacer al respecto y todo lo que deseo por ahora es que pueda tener un cumpleaños o Navidad más con mi familia, o simplemente un día más con mi novio y mi perro. Solo uno más… Escucho a las personas quejándose sobre cuán terrible es el trabajo o sobre lo difícil que es hacer ejercicio. Sé agradecido de que puedas hacerlo físicamente. Trabaja igual de duro para encontrar felicidad mental, emocional y espiritual. Sé agradecido por cada día que no tienes dolor e incluso por los días en que te sientes mal con la gripe, tienes una lesión en la espalda o un tobillo torcido, pero agradece que no ponga en peligro tu vida”.
“Haz el esfuerzo de hacer ese viaje a la playa que siempre postergas. Intenta simplemente disfrutar los momentos en vez de capturarlos con la pantalla de tu teléfono. Levántate temprano algunas veces y escucha a los pájaros mientras observas los hermosos colores que hace el sol a medida que se eleva. Trabaja para vivir, no vivas para trabajar. Haz lo que dicte tu corazón, que se sienta feliz. Di que no a las cosas que realmente no quieres hacer.
Dile a tus seres queridos que los amas cada vez que tengas la oportunidad y ámalos con todo lo que tienes. Ten las agallas para cambiar. No sabes cuánto tiempo tienes en la tierra, así que no lo desperdicies siendo miserable”.
En lo que a mí respecta, además de la quimio tomada, el oncólogo me aconseja reducir el stress y muy especialmente, evitar a toda costa enojos, discusiones y contrariedades. El asunto es mantener las células aquietadas, sin alborotos, sin sobresaltos. ¡Y comienza el día! Con oración y gratitud, seguido de pasión y entusiasmo. Rodeado del amor incondicional de mi amada familia. Con mi esposa Gladys tenemos una especie de cineclub hogareño donde vemos una película casi todas las tardes-noches, siempre acompañado de un buen vino, té o bien una aromática taza de café con su correspondiente repostería. Disfruto como niño cuando me traen a los nietos.
Leo un promedio de 2 libros mensuales, particularmente con temas de autoayuda y espirituales que me enseñan a ser mejor persona, me fortalecen mis profundas convicciones cristianas, y me preparan por si mi Creador tiene planes distintos a los míos. Me encanta jugar al solitario spider y escuchar música de mis artistas favoritos, sobre todo los de la “movida española”, pues hacen volar mi imaginación a los maravillosos 3 años que viví en Madrid, durante los estudios de doctorado en la Universidad Complutense (1984-1987). Extraordinaria experiencia que no tiene precio alguno.
Me entretengo todos los días escribiéndome con un selecto grupo de parientes y amigos, con quienes intercambiamos videos divertidos, música, y arte en general. Me encanta impartir mi cátedra universitaria de Derecho Internacional. Disfruto, cual terapia ocupacional, escribir mi columna sabatina de cine (que lleva ya 35 años de publicarse) y mis artículos de opinión en Diario “La Tribuna”. Por lo demás, me sentí útil y solidario cuando doné más de 2 mil libros a las bibliotecas de la Casa de la Cultura de mi pueblo Santa Bárbara y a la UNAH. Y lo mismo hice con casi 1,500 obras cinematográficas a las cinematecas de la UPNFM y de la Autónoma. En este sentido, estoy consciente que “todos estamos de visita en este momento y lugar. Solo estamos de paso. Hemos venido a observar, aprender, crecer, amar y volver a casa”. Dicho aborigen australiano.