EL LIMBO DE LOS INMIGRANTES

PUES allí tienen, continúa el suplicio para los indocumentados. “Dos proyectos de ley de reforma migratoria –uno apoyado por la Casa Blanca y otro negociado entre los dos partidos políticos– se hundieron el jueves en el Senado de Estados Unidos, haciendo colapsar esfuerzos para alcanzar un acuerdo político sobre el tema”. A los cientos de miles de inmigrantes sin papeles que residen en los Estados Unidos, los tienen flotando en un limbo indefinido de incertidumbre. Como decíamos ayer, ha sido tanta la incertidumbre a que han sido sometidos los indocumentados por los vaivenes de la política inmigratoria como de los desencuentros políticos, que ya no saben qué hacer para dar sosiego a su insegura situación. Su destino es tratado como yagual que se tira de un lado a otro sin consideración alguna que se trata de la vida de personas humanas.
Alguna mediana tranquilidad tuvieron los centroamericanos cuando obtuvieron el TPS y la moratoria a las deportaciones –por gestiones del gobierno hondureño después del huracán Mitch– que les permitió permanecer con mayor seguridad de no ser expulsados y de obtener buenos trabajos. Sin embargo, el TPS fue solo un mecanismo temporal, no como dicen ahora mientras duraran los efectos del siniestro o de la alteración política que provocó el masivo flujo migratorio, sino en tanto se produjese la reforma inmigratoria que diera una solución definitiva al problema. No de ahora, sino desde antes, se entendía que precisaban revisar su fracturado sistema inmigratorio y dar una salida justa, humana y permanente a los ilegales. Sin embargo ello no sucedió. Las expectativas fueron enormes cuando Obama asumió la presidencia ya que como candidato formuló ese compromiso a los hispanos y logró en su primer mandato el control de ambas cámaras, lo que posibilitaba echar a andar la reforma. Sin embargo nunca estuvo en agenda. Ya cuando los demócratas perdieron el control legislativo, la Casa Blanca optó por paliativos como el DACA a los “soñadores” y las prórrogas al TPS, pero la reforma prometida volvió a empantanarse en las controversias políticas de los partidos y las campañas. En su momento, cuando oleadas de menores no acompañados o niños con sus madres comenzaron a cruzar la frontera, el problema humanitario produjo agitación en las cadenas noticiosas y dentro de los sectores políticos y de la administración. Washington, como solución, ofreció a estos países millonarias sumas destinadas a combatir la violencia y las paupérrimas condiciones en los lugares de origen que provocaban las masivas migraciones.
Hasta la fecha aquí en la región los gobiernos del Triángulo Norte siguen esperando el ingreso de esos recursos. Ya con la nueva administración creció la incertidumbre entre los indocumentados con el giro repentino dado a la política inmigratoria, virtud de las consignas de campaña del nuevo presidente. “Es hora que los indocumentados regresen a sus países –advirtieron altos funcionarios gubernamentales– ya que desaparecieron las causas que los motivaron a migrar”. Se cancelaron programas de protección y de alivio temporal dizque con el propósito de provocar una reforma inmigratoria definitiva. Mientras crece la amenaza de las deportaciones la administración empuja la construcción del muro fronterizo para blindar su frontera. Aquí, en la medida que aumenten las deportaciones y la gente desocupada no encuentre forma de llegar a los Estados Unidos en busca de oportunidades y las remesas disminuyan, desde ahora debiesen ir pensando en el plan de contingencia.