Hijos duplicados

Por José María Leiva Leiva

No son pocos los triunfos, los éxitos y las bendiciones que como familia hemos recibido a lo largo de estos 35 años de matrimonio. Tres hijos tan buenos y brillantes como sus respectivos títulos universitarios: Arquitectura y Diseño de Interiores; Empresas y Medicina. Sumado a ello, los resultados alentadores de mi tratamiento médico. El valioso tiempo juntos que ahora disfrutamos con mayor intensidad junto a Gladys, mi amada compañera de viaje, aprovechando su añorada etapa de jubilación.
Y sobre todo, la llegada a nuestras vidas de dos preciosos ángeles, dos nietos, que en lo personal han venido a renovar mis ansias por ganar un tiempo terrenal más a su lado: Olivia Amelié, la hija de José María y Andrea. Y Luis Adrián, el bebé de Scarlett y Luis. Razones más que suficientes para doblar rodillas y elevar mis ojos al cielo para exclamar que toda la gloria y la honra son del Padre Celestial, por quien todo fue hecho.
En ocasión de estos natalicios, mi comadre Gilma Agurcia, y mi entrañable amiga Concha Marina Ramírez, me enviaron sendos artículos y videos alusivos a los nietos y al papel desempeñado por los abuelos en la vida de aquellos. Uno de estos escritos, de autor desconocido, se pregunta: “¿Qué son los nietos, unos hijos más? No, son unos hijos duplicados. Hay en ellos una prolongación que es precisamente eso: Una duplicidad en la función creadora y en la extensión de la especie. En los nietos se alarga la vida hacia unos límites de amor que no se soñaron”.
“Los hijos fueron el testimonio. Los nietos la confirmación. Por eso se quieren tanto. Por eso son el juguete espiritual de la edad mayor. Un nieto es un amor convertido en realidad. A él le damos nuestros besos que tal vez no les dimos a los hijos. Ellos nos dan los besos que quizás ya nadie nos da. Es reeditar la juventud y el corazón palpita vigorosamente como si fuera un corazón adolescente. Con un nieto en los brazos tenemos al hijo; tenemos la juventud que casi se nos escapa un día. También al amor verdadero que nadie pide y ellos lo dan”.
“Es verdaderamente maravilloso vivir esos retozos de los nietos, sus infantilerías que nos llevan a otros mundos y todo ese concierto de sus risas sonoras. Con los nietos se revive la historia del alma, y el alma vuelve a florecer. El hogar ya viejo, se torna joven y se renuevan las esperanzas. Los nietos son la fortuna de los años de la sensatez. ¿Qué… se quiere más a los nietos que a los hijos? Así parece, pero no. Lo que pasa es que con los nietos se vuelve a amar a los hijos, y se ama más a Dios”. Así mismo, abundantes son las frases alusivas al tema de nietos y abuelos, confesando haber seleccionado aquí, aquellas con los que más me identifico. Veamos: “El amor perfecto, a veces no viene hasta el primer nieto”. Proverbio galés.
“Nadie puede hacer por los niños lo que hacen los abuelos: Salpican una especie de polvo de estrellas sobre sus vidas”. Alex Haley. “Las abuelas son madres con un montón de cobertura dulce”. Anónimo. “La abuela sostiene nuestras manecitas por un rato, pero nuestros corazones para siempre”.
Anónimo. “¡Qué baratos son los nietos! Les doy mis monedas y ellos me dan millones de dólares de placer”. “Mis nietos creen que soy la cosa más vieja del mundo. Y después de dos o tres horas con ellos, yo también lo creo”. Ambos de Gene Perret.
“Si hubiera sabido cuan maravilloso es tener nietos, los hubiera tenido primero”. Lois Wise. “Convertirse en abuela es maravilloso. En un momento eres madre, luego sabia y de pronto prehistórica”. Pam Brown. “Nunca tengas hijos, solo nietos”. Gore Vidal. “Cuando los abuelos entran en la casa, la disciplina vuela por la ventana”. Ogden Nash. “Los nietos son la renovación de la vida, un poco de nosotros entrando en el futuro”. Helene Schellenberg.
“Me encantó ser madre. Pero como abuela, simplemente pierdo el control”. Whoopi Goldberg. “Las abuelas no malcrían. Las abuelas no educan. Las abuelas adoran”. Carola Gowland. “No es sorprendente que amemos tanto a nuestros nietos: son nuestra inmortalidad”. Phyllis McGinley. Ahora, unos breves diálogos en clave de humor. “Mi nieto me llamó el otro día para desearme un feliz cumpleaños… Me preguntó qué edad tenía y le dije que había cumplido 62 años… Mi nieto se quedó pensativo por un rato y entonces me preguntó ¿tú comenzaste desde 1?”.
“Cuando mi nieto me preguntó qué tan viejo era yo, bromeando le dije que no estaba muy seguro… Entonces me dijo, mira la etiqueta de tus calzones abuelo en el mío dice de 4 a 6 años”. Finalmente. “El abuelo llama y el nieto contesta el teléfono. Bromeando con él le pregunta… ¿Hola, sabes quién soy? El nieto corre gritando mamá, mamá el abuelo está al teléfono y no sabe quién es”. Dedicado a todos los abuelos, que también comparten, cual bendición divina, este mágico momento.