Guardería infantil una obra de fe y perseverancia

  • Tres mujeres emprendedoras y visionarias lucharon contra la adversidad.
  • María Ávila, impulsora de la Guardería, “me sacaron de chuzo de la empresa”
  • Eugenio Sosa y Gonzalo Lovo Sevilla, también son parte de esta historia.

Autor: Luis Alonso Gómez Oyuela
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DANLÍ, El Paraíso. Tres nombres de mujeres emprendedoras y visionarias que nadie debe olvidar, a pesar del tiempo trascurrido. María Ávila, Erlinda Hernández y Glenda María Coca, impulsoras y fundadoras de la Guardería Infantil, ahora con la nueva modalidad los denominan “Centros de Cuidado”.
La creación de una “Guardería”, a finales de la década de los 60 e inicios del 70, surge de la necesidad de las empleadas de una de las principales fábricas de la industria del tabaco, la mayoría dedicadas a la escogencia de la hoja para la elaboración de puros. Para entonces las condiciones de trabajo eran deprimentes, la mayoría de mujeres eran madres que por necesidad tuvieron que salir de sus hogares en busca de un empleo, y el único existente en aquellos años, era esta industria que hasta la fecha se mantiene como una de las principales generadoras de empleo.
Herlinda Hernández, ahora cuenta con 72 años, recuerda las vicisitudes vividas durante los primeros años de labores en la empresa con salarios muy bajos, sin beneficios sociales y en condiciones nada confortables. Muchas madres llevaban a sus hijos al puesto de trabajo, los ubicaban bajo los mesones el resto del día, porque no tenían quien los cuidara. La empresa lo permitía, pero para la salud de los niños era un peligro latente porque absorbían los olores de los químicos y venenos del tabaco.

Salón de prekínder, amplio y con excelente ambiente

Bajo estas circunstancias había que buscar una salida apremiante, conservar el trabajo y cuidar la salud de sus hijos. Solo les quedaban dos salidas, abandonar el trabajo para dedicarles tiempos a los hijos. Lo siguiente, la posibilidad de fundar una Guardería, pero para el logro de este objetivo deberían estar organizadas.
Hernández, recuerda que el dueño de la empresa era don Generoso Eiroa, “por cierto no era muy generoso que se diga”, pero de alguna forma el abrió las puertas a las mujeres para incursionar en esta industria de la que hoy vive mucha gente, especialmente mujeres que lograron a través de este empleo educar a sus hijos y mejorar sus condiciones económicas.
Área recreativa.

Pero volviendo al tema de la Guardería, el proceso de organización comenzaba con la formación de un sindicato, además, para este fin, por lo menos deberían ser 20 empleadas para comenzar con las gestiones. Entre los requisitos para conformar la directiva del sindicato, era saber leer y escribir y la persona que aspiraba ser la presidenta tenía ese problema, era totalmente analfabeta.
María Ávila, una de las grandes impulsoras del sindicato y la Guardería, decide aprender a leer y escribir, sería ella la que le pondría el cascabel a don Generoso. Como siempre, las mujeres resultan tener más agallas que algunos hombres y María, en poco tiempo aprendió a leer y escribir, por lo que se convierte en la primera mujer que dirigiría un sindicato al frente de la presidencia; vicepresidenta, Glenda María Coca y secretaria Erlinda Hernández.
Amor es compartir. Niños felices.

Conformado el sindicato se reunieron con el alcalde municipal, Eugenio Sosa, para pedirle apoyo y la posible donación de un terreno, afortunadamente encontraron respuesta positiva. Para el siguiente paso se organizó la sociedad de padres con el fin de recaudar fondos, cada uno cotizaba 25 centavos para construir la Guardería, además de promover otras actividades económicas para la compra de los implementos necesarios; que era un sueño aparentemente irrealizable, sin embargo, el sindicato buscó asesores para lograr el objetivo; es de esta forma como entra en escena Andrés Víctor Artiles, uno de los principales líderes sindicales de la Confederación de Trabajadores, quien realiza las gestiones a nivel central con la Secretaría de Trabajo para construir el edificio que hoy ocupa la Guardería.
Doña María Ávila, ahora con 87 años de edad, no olvida ninguno de los detalles de aquella epopeya como presidenta del Sindicato, “me tocó iniciar y dirigir la primera huelga para exigir un mejor trato a los trabajadores, fui la primera en irme de “chuzo” de la empresa, pero con la satisfacción de haber logrado para mis compañeras de trabajo muchas de las conquistas sociales, la más importante, la Guardería donde hoy muchas madres dejan a sus hijos, bajo los cuidados de un personal responsable.
Maestra Nolvia Ávila, 23 años laborando en la docencia de la Guardería.

Actualmente la Guardería, fruto de aquel esfuerzo dirigido por tres mujeres visionarias, quizá desconocido por los que hoy gozan de este beneficio, funciona con personal calificado. Los niños cuentan con áreas, recreativas, una sala de cuna, atendida por María Alpina Rodríguez, una de las empleadas de mayor antigüedad y con mucha experiencia en el trato de los infantes. La sala de enfermería está dotada de suficientes medicamentos para atenciones de primeros auxilios, cuentan además con salón de actos, sala materna y docencia para prekínder, kínder y preparatoria. Nolvia Ávila, con 23 años de laborar, atiende el área educativa a 30 niños, 15 de prekínder y 15 de Kínder. El área de preparatoria cuenta con 30 niños, bajo la conducción de Adela Sosa. Todos los departamentos son espaciosos y excelente ambiente.
Adela Sosa, docente en el salón de clase.

Los requisitos para el ingreso y atención de los niños son mínimos, los beneficiarios son madres que trabajan en las fábricas y empleadas en casas particulares. La atención es de 6 de la mañana hasta las seis de tarde, salvo cuando las madres salen más temprano de los trabajos. La jornada establecida y obligatoria para el personal de servicio se mantiene de 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde.
El sueño de tres mujeres se cumplió y con los años transcurridos, al echar un vistazo al pasado recuerdan los momentos difíciles que vivieron, pero con la satisfacción del deber cumplido. María, Erlinda y Glenda María, quedan en las páginas de la historia de las primeras mujeres del tabaco que asumieron los retos y los grandes desafíos.
Gracias al apoyo del alcalde, Eugenio Sosa, y Raúl David Sevilla (QDDG) se obtuvieron los terrenos, y la construcción fue bajo la gestión edilicia de Gonzalo Lovo Sevilla en 1976. Fue inaugurada con el nombre de Raúl David Sevilla, siendo jefe de estado Juan Alberto Melgar Castro, Adalberto Discua; ministro de Trabajo y Aída Colindres, directora de Previsión Social.