Olanchanos listos para Segundo Festival del Vino de Coyol

  • El centro Ecoturístico La Picona y el vino de coyol son uno de los principales atractivos de esta ciudad que enamora a sus visitantes.

CAMPAMENTO, Olancho.- Los “campamenteños” se preparan para celebrar el Segundo Festival del Vino de Coyol, que se desarrollará el 24 marzo, y con el que le darán la bienvenida a la Semana Santa y a los cientos de turistas que esperan.
El nombre del pintoresco pueblo tiene su origen en el río Campamento, pero también surgió debido a un campamento militar que en el año 1830 se instaló en el lugar y donde hoy los pobladores ofrecen los atractivos de su cultura y una ruta turística en contacto con la naturaleza.
Este municipio es una magnífica opción para los “catrachos” y extranjeros que buscan pasarla bien durante el feriado de la Semana Mayor, para disfrutar con su familia en un ambiente sano, y sobre todo, disfrutando de las maravillas que ofrece el departamento de Olancho.
La acogedora ciudad cuenta con una población aproximada de 20,000 habitantes que residen en las 10 aldeas y 74 caseríos que la conforman.
La plaza central “Froylán Turcios” es el centro de reunión para los pobladores de distintas generaciones, quienes les van heredando las costumbres de las pampas olanchanas a las nuevas generaciones, para que no se pierdan.

El municipio de Campamento, en Olancho, queda a pocos minutos de la capital y en un ambiente seguro, por lo que es una excelente opción para pasear en Semana Santa.

Frente a la plaza está la Alcaldía Municipal, la biblioteca y la iglesia católica, símbolo del municipio, edificada en 1930 y restaurada por las autoridades.
El alcalde Eduardo Cano ha trabajado y sigue la lucha, junto a su equipo de trabajo, para lograr el desarrollo del municipio, ya que “Campamento tiene muchas cosas qué ofrecer y sobre todo lo cerca que está de la capital, para que puedan venir a disfrutar”.
Cano añadió que “tenemos seguridad, mayor limpieza y la calidez de su gente, tenemos lugres como La Picona, restaurantes y ríos con aguas cristalinas, para compartir con su familia, para que vengan a esta zona centro oriente”
SE QUEDÓ POR AMOR
Ríos, restaurantes y canopy son unas de las muchas diversiones que ya están disponibles para los visitantes.

Los “muchachos de la vieja guardia” son un ejemplo para los jóvenes que serán los encargados del desarrollo del lugar.
Uno de ellos es el sastre Roger Villagrán, de 84 años, quien ha vestido a muchas generaciones y que a pesar de sus años, no deja su oficio. Sus labores las inicia las 5:00 de la mañana, para preparar la venta de frutas y terminar las costuras.
“Estos negocios son para pasar entretenido, yo me dedico a esto hace 70 años, a los 14 años ya armaba los pantalones. Yo hago toda la línea de costura: gorra, sacos, camisas, pantalones, lo que me pidan”, manifestó Villagrán.
Roger Villagrán llegó a Campamento y se enamoró del lugar; ahora invita a los turistas a que visiten este pueblo que él le llama “la tierra prometida”.

Pero este sastre no es originario de Campamento. Un día llego y nunca se fue…
“Campamento es el paraíso, yo vine aquí y me enamoré, esta es la tierra prometida, aquí todos los que venimos de afuera no nos vamos, este lugar nos atrapa con sus encantos”, afirmó el anciano con una sonrisa.
Entre las principales actividades económicas del lugar está la ganadería, cultivos de granos básicos y la caficultura, ya que este es el primer municipio productor de café del departamento.
AVENTURAS EXTREMAS
Blas Acosta elabora vino de coyol y contó que “la muchacha que viene y prueba vino de coyol, se casa con un Olanchano, ese es un misterio”.

El municipio olanchano también ofrece una variada y entretenida ruta turística para los hondureños y extranjeros, que incluye el Parque Ecoturístico La Picona, ubicado en el barrio Bella Vista, donde la diversión es extrema y se puede disfrutar de sabrosa gastronomía.
Se puede hacer ciclismo en el sendero de Santa Ana y un recorrido por el bosque en el canopy, que mide dos kilómetros, en los que se puede observar un hermoso paisaje y disfrutar del bosque.
En el restaurante del parque se ofrecen los característicos platillos olanchanos que deleitan al visitante, como la cazuela, el tapado, la gallina en arroz de maíz, los lácteos y el famoso vino de coyol.
Visitar Campamento y no probar su exquisito vino de coyol es imperdonable. En la aldea La Concepción, Blas Acosta es el encargado de “enamorar” el paladar de los visitantes y pueblerinos.
Cada palo de coyol cuesta mil lempiras, las personas que se dedica a esto compran los palos a otras personas que se dedican a la venta.

En su negocio, él mantiene entre ocho y 10 troncos de coyol, y de cada uno de ellos saca entre un litro y litro y medio de esta bebida, que no es embriagante, a menos que se consuma en exceso o se ponga a fermentar con dulce, y así se le llama “mocorón”.
“Aquí vienen personas de todos partes del país para disfrutar, pero no cualquiera puede hacer esto, hay que saber dónde hacer el agujero y cómo limpiar los poros para que el palo siga echando el vino”, explicó Acosta.
“ATRAPA” MUCHACHAS
Según una creencia popular de los aldeanos, muchacha que llega y prueba el vino se queda en Olancho. Para tomar la bebida se utiliza “el pito”, un instrumento de bambú y pelos de caballo bien limpios para succionarlo.
Las rosquillas olanchanas que aquí se producen se consumen a nivel local, nacional e internacionalmente.

El contenido de cada palo cuesta 50 lempiras, pero no se puede probar y dejar caer líquido del pito al palo, además, se cree que las mujeres que andan con su período menstrual no pueden tomar, porque se seca el palo y ya no produce más vino.
En este municipio también se elaboran las tradicionales rosquillas con las que cautiva a los turistas Tomasa Munguía, en la aldea La Concepción.
Estas son elaboradas con quesos producidos en el lugar y de muy buena calidad. El negocio ha sido una fuente de ingresos para la familia desde hace muchos años; esta tradición la inició su madre, ahora la practica su hija y sus nietos la continúan.
Maíz, queso, huevos, manteca son algunos de los ingredientes que esta olanchana utiliza para hacer las ricas rosquillas que son horneadas en hornos tradicionales, con leña, pero para darles un toque especial se ponen en tusa para que se cocinen mejor.
En el municipio se elaboran rosquillas y las tustacas que son muy apetecidas por los compradores.

“El procedimiento inicia un día antes, con el procedimiento que se le da al maíz, aquí lo molemos. Ya nosotros manejamos qué cantidad de cada cosa debemos usar, la temperatura y el tiempo que deben estar en el horno”, manifestó Munguía.
La temperatura y el tiempo que permanezcan en el horno determinan el tiempo que puede durar el producto. Esta familia de 10 personas realiza esta actividad de lunes a viernes y producen aproximadamente 2,000 rosquillas diarias.
Estas son exportadas a distintas partes del mundo y los clientes las prefieren por su calidad y sobre todo el sabor que las caracteriza.
“Las vendemos aquí y la gente haces sus pedidos desde otros lugares, yo tengo 27 años de estar en esto. Las vendemos a ocho lempiras, pero si el cliente las pide más grandes, se las hacemos, también quesadillas y otro tipo de pan”, detalló Munguía.
Por: Dilcia Sevilla
En la panadería típica se utilizan hornos tradicionales con leña y las rosquillas se colocan sobre tusa.