Un incendio arrasa más de 5.000 hectáreas de selva en el sur de Nicaragua

Una de las principales reservas de selva tropical de Centroamérica arde sin control en el sur de Nicaragua, arrasando más de cinco mil hectáreas del núcleo de bosque de Indio Maíz, localizada en el Caribe de este país, hábitat de más de 450 especies de aves y de una riqueza forestal de enorme valor. Jaguares, tapires, osos hormigueros, entre decenas de especies huyen desesperadamente de las llamas en lo que el gran experto en temas ambientales nicaragüense, Jaime Incer Barquero, ha catalogado como “el problema ambiental más serio en la historia de Nicaragua”.

Agrupaciones ecológicas han criticado la respuesta del Gobierno, que este lunes rechazó la ayuda de Costa Rica, país que ofreció un equipo de cuarenta bomberos que viajaron hasta la frontera entre ambas naciones con bombas, drones y un sistema especial de radiocomunicaciones. Sin embargo no se les permitió el ingreso, ya que, según comunicación oficial del Gobierno de Costa Rica, las “autoridades nicaragüenses dijeron que atenderán el incendio forestal con recursos propios”. Lo que sí aceptó el Gobierno de Daniel Ortega es el ingreso al país de un helicóptero cisterna modelo MI17 de la Fuerza Aérea Mexicana, que cuenta con tecnología de precisión para apagar incendios forestales, con una capacidad de carga de 450 galones.

Rosario Murillo, vicepresidenta del país, primera dama y vocera del Ejecutivo dijo que unos 800 militares han sido movilizados hasta la zona afectada para unirse a las labores para sofocar el siniestro, en la que es considerada la segunda reserva de selva tropical más importante de este país, con una extensión de 2,639 kilómetros cuadrados, casi del tamaño de Luxemburgo, y reconocida por la UNESCO en 2003 como parte de su programa “El hombre y la biósfera”.

Esta selva, sin embargo, se enfrenta desde hace más de una década a la invasión de pobladores que arrasan sus tierras para plantar pasto para el ganado –en un país donde la industria ganadera cuenta con más de seis millones de animales–, explotar las maderas preciosas y la caza ilegal de animales exóticos. Datos de agrupaciones ambientalistas muestran que desde 2010 y hasta 2014 se había perdido más de 2.378 hectáreas de bosque tropical.

“Ese bosque, como todas las áreas protegidas en Nicaragua, está desprotegido. No hay vigilancia, no hay control, ni nada que permita garantizar su conservación”, dijo el conservacionista Incer Barquero, quien criticó la respuesta del Gobierno ante el desastre e hizo un llamado a las autoridades para que soliciten ayuda internacional para sofocar el incendio.

El Gobierno de Ortega no acepta las cifras de destrucción presentadas por organismos como Fundación del Río, que trabaja en la conservación de la selva tropical. Las autoridades anunciaron inicialmente que el incendio era controlable y que solo afectaba 700 hectáreas de la selva, pero este lunes tuvieron que admitir que las llamas habían devorado ya 3 mil 585 hectáreas, lejos aún de las cifras de los ambientalistas, quienes aseguran que han medido el impacto del incendio con imágenes satélites facilitadas por la NASA.