¿QUÉ ES ESO?

PARA no desentonar con el auditorio que atribuye mayor credibilidad a lo ajeno que a lo propio, hay que adosarse a las impresiones de Igor con el fin de informarse sobre los resultados de la reunión entre platicadores convocada en el Congreso Nacional. Escoltado por el presidente del Legislativo y los jefes de bancada, el representante residente de la ONU en el país, en declaraciones a la nube de periodistas que cubre la cámara, reaccionó “complacido y optimista”. “Este es un día muy feliz –les dijo con una sonrisa de oreja a oreja– este es un día que lo quiero decir con todas sus letras, el prediálogo que hace dos meses se viene conversando en la sede de Naciones Unidas hoy escala, da un paso más arriba en la medida que un poder del Estado, como el Congreso, comienza a trabajar en conjunto y este es un día feliz para Honduras”. Bien que las aguas vayan agarrando su cauce. Los convocantes –que nunca se supo en qué quedaron– como los facilitadores, merecen un premio, admitiendo que no es comida de trompudo aproximar gente con vocación de pelea.

La pena es que después de haber transcurrido tanto tiempo de instalado el gobierno –hoy que la gente en lo menos que piensa es en el molote electoral porque cada cual regresó a la cruda realidad de sus menesteres cotidianos– sigan hablando de prediálogo. ¿Qué es eso? ¿Cómo es que no salen del “pre” si es que el prefijo hay que interpretarlo como queriendo decir preparatorio? Es como si estuvieran parados departiendo en la antesala del lugar donde se va a realizar el cónclave, saboreando las “boquitas” que les ofrecen en surtidos azafates, para que mastiquen algo mientras esperan la señal de ingresar al salón dispuesto para comenzar a platicar. Si solo esa actitud, de no querer sentarse unos con otros, –solo los de un lado invitados al ágape, excluyendo a los demás, sin que los principales lleguen, sino que mandan a sus emisarios, mientras no les complazcan ciertas condiciones para hacerse presentes a la misa de cuerpo presente– constituye el más infantil espectáculo que los políticos puedan dar a su fanatizado auditorio. Hablan que todo este teatro es para resolver una “crisis” a la altura de hoy inexistente, ya que la gravedad del asunto –que tuvo su clímax cuando los disturbios y los molotes callejeros, la incertidumbre sobre el reconocimiento y la instalación del gobierno– ya pasó. Hoy lo que existe es un conflicto político, pero ni por asomo el caos que hubo en aquel entonces. Allá es cuando los opositores hubiesen aprovechado el momento de nerviosismo para ir a negociar y sacar ventaja de las debilidades.

Sin embargo, en la medida que la gente regresó a atender la necesidad de sus vidas, porque no puede estar eternamente en ansiedades torrenciales, lo que se impone es que los políticos dialoguen para resolver los problemas pendientes. Hasta ahora, al imaginario colectivo lo tienen más confundido que orientado, con ese estira y encoge de los políticos. No entiende cómo personas sensatas dizque líderes nacionales, no pueden converger para hablar de los temas nacionales. Aparte que ya la multitud lo menos que está es pendiente de esos impasses. Pareciera que la táctica consiste en crear zozobra –como si al país o al pueblo le conviniera permanecer estancado en un pleito desatendiendo su montaña de urgencias– para que la gente ponga atención. Solo ellos y a la prensa que cubre cualquier suceso local –por insignificante que este sea comparado con lo que sucede en el mundo, para informar sobre los desencuentros– es que le siguen el hilo a toda esa trama del prediálogo. Si al Congreso Nacional le toca legislar, pues allá es donde debe darse la discusión sobre las leyes que vayan a aprobar. Para eso están las instituciones. Francamente no se entiende qué quieren con una ley vinculante. ¿Será para que lo que dispongan unos cuantos políticos en una mesa donde mandan a sus asistentes –a predialogar– sea lo que obligue a las instituciones ceder sus facultades constitucionales indelegables? Hay que ir a preguntarle a Igor, si esos son los alcances de semejante ocurrencia.