Fernando Montes Matamoros y la caficultura hondureña

Carlos Martínez Villela.

En la prensa escrita del país de estos últimos días, he visto muchos artículos y anuncios sobre el Día del Café; sobre que Honduras ya es el 5to. o 6to. país productor de café en el mundo que produce los cafés más finos. Y por ahí va la cosa.

Muchos de los que aparecen en las fotos son caficultores y han de saber que antes de que el árbol de café dé fruto, fue trasplantado a la finca. Y mucho antes, estuvo en un vivero y  fue semilla que un día sembró la mano de un hombre, sobre todo con esperanza.

Lo mismo ha sucedido con lo que ahora están celebrando, hace algún tiempo, otros, también con esperanza, sembraron la semilla de ese árbol cuyos frutos celebran, pero de esos sembradores, hoy nadie se acuerda. O ha querido acordarse. Para alegrar un poco este artículo, contaré que a más de alguno de los que salieron en esas fotos a que antes me he referido, hace algunos años, en mis últimos tiempos como miembro de la Junta Directiva del Ihcafé y del Fondo Cafetero, oí que le hacían el chiste de que las únicas plantas de café que conocía eran las dos o tres que la mujer tenía sembradas de adorno en el corredor de la casa. Y entre los directivos se hacían la broma que cuando en época de corta llegaban a la finca, lo primero que varios de ellos hacían era cortar una rama de algún monte para espantarse los chuchos de los trabajadores, porque como solo una vez al año, para ver cuánto se había cortado llegaban a la finca. Los chuchos no los conocían y por eso los ladraban.

Siguiendo con el hilo de este artículo, señalaré que alrededor del año 1966 existía en el Banco Nacional de Fomento la llamada Oficina Nacional del Café, que operaba bajo la dirección del ingeniero Juan Ramón Molina Hernández, QDDG, oficina, que gozaba de la más completa autonomía en el Banafom. Era la responsable de representar a Honduras ante la OIC, Oficina Internacional del Café, con sede en Londres. Formada a instancias de la ONU, para regular el mercado internacional del café, que movía, a nivel mundial, tanto o más dinero que el mismo petróleo. Había mucha inequidad en su comercio, pues se producía en países pobres y se disfrutaba en los países ricos.   El documento constitutivo de la OIC, lo suscribió Honduras como país miembro de la ONU.

Pues bien, en ese año 66, Juan, así lo llamé yo, se dio a la tarea, según me contó el mismo, por presiones de la propia OIC, de visitar hasta en avioneta a los principales productores de café en los pocos municipios del país que entonces lo producían y el objeto de estas visitas, era convocarlos a una reunión en Tegucigalpa, de la que habría de salir una asociación de productores que por medio de sus propios delegados, fuera parte de las delegaciones oficiales que viajaban a Londres con el objeto de participar en los períodos de sesiones de la OIC, en las que solo lo hacía la parte gubernamental.

En esta oficina inició Fernando Daniel Montes Matamoros, Nando Montes, su fructífera relación con el café, luego de regresar a Honduras, después de terminar sus estudios de Economía Agrícola en los Estados Unidos de América. Relación de la que hablaremos más adelante.

La reunión se efectúo en julio-agosto de ese año 1966, en los salones del recién construido edificio del Club de Leones, al costado norte del estadio Nacional, en Tegucigalpa, y de ella salió la Asociación Hondureña de Productores de Café, la misma Ahprocafé de hoy, cuya primera junta directiva estuvo presidida por el Dr. Alberto Smith, principal accionista de los Bancos de El Ahorro Hondureño y Bancahsa y de la Aseguradora Hondureña, antecesores de lo que ahora es Davivienda y quien, por recomendación médica, después de un serio quebranto de su salud, se dio a la tarea de hacer, con técnicos salvadoreños, en ese entonces los mejores del área, una finca de café en La Montañita, al oriente de Tegucigalpa, sobre la antigua carretera a Danlí.

Sé que no podré mencionar a todos los asistentes, pero si me acordaré de algunos, como por ejemplo, de don Valentín Cáceres Ávila, de El Paraíso, El Paraíso, don Cantalicio Paz, de San Antonio de Cortés, de don Mariano Mercadal, de Catacamas y de don Celín Flores y don Adán Banegas, en Campamento, Olancho, de Justiniano Sabillón, de Santa Bárbara, de don Juan Hernández, de Gracias, Lempira, de Salomón López Rivera, de Choluteca, de don Adán Bonilla Arellano, en Marcala y de Chepito Peñalba, en Tutule, en La Paz, de don Leónidas Padilla de La Libertad, Comayagua, de Lucas Castejón de San Nicolás y de Roberto Fuentes Zaldívar, de Trinidad, Santa Bárbara, quien fue el secretario de la primera junta directiva de Ahprocafé y del Dr. Alberto Smith, aquí en Tegucigalpa, que fue el primer presidente de esa misma junta directiva.- A los que sin querer he olvidado, desde lo más profundo de mi corazón, les ofrezco mil disculpas.

Juan Ramón y Nando me encargaron ayudar a la recién electa junta directiva en la elaboración de la documentación para obtener el reconocimiento de parte del Estado de la personería jurídica de la recién creada Asociación, la cual tramité y obtuve.

El Dr. Smith fue seguido en la presidencia de Ahprocafé por don Enrique López Arellano, hermano mayor de Oswaldo. A don Enrique, también mucho se le debe de lo que ahora se celebra y de quien también, nadie ha querido acordarse.- Don enrique, también pensó en grande del Ihcafé. Adelante, hablaré más de esto pero vale decir aquí, que contra la opinión de varios directores, le compró a don Nick Agurcia, un terreno en el bulevard Miraflores, a la par de donde está el edificio del IPM, para construir el propio edificio del Instituto aquí en Tegucigalpa.- No sé si ese inmueble, aún pertenece al Ihcafé, pero hoy es un solar baldío

Para estos años, en gran parte impulsada por Nando Montes y lo cual le costó su salida del Banco de Fomento, había tomado fuerza entre los productores y su dirigencia, la idea de que el café debía de ser manejado e impulsado por un ente autónomo, en el que los productores deberían ser protagonistas, ya que desde que el licenciado Jorge Bueso Arias, siendo ministro de Hacienda de Villeda Morales, en 1962, creó, mediante un Acuerdo, la famosa carga de dos lempiras por quintal de café exportado, ellos sostenían económicamente todo el aparato oficial relacionado con el café, inclusive a la oficina nacional del café del Banafom, banco que manejó esos dos lempiras por quintal exportado por más de diez años.- Parte de estos recursos, que nunca quiso cuantificar el Banafom, se le lograron sacar después, vía la OIC, en una maniobra que hicimos y en la cual tuvo participación Carlos López Contreras, hijo de don Enrique y embajador de Honduras en Londres.

No puedo seguir adelante sin hacer un especial recuerdo de don Armando Castejón, fundador de la finca El Cisne, en Copán Ruinas.- Don Armando, por liberal, había sido expulsado a Guatemala y allá hizo su vida, con muy buen suceso económico, pero nunca se olvidó de que era caficultor hondureño y aunque por falta de caminos, el café que él producía debía de exportarse por Guatemala, él tributaba en Honduras.- Yo le arreglé, en lo que era la Dirección de Tributación que pudiera sacar su café a Guatemala para exportarlo y pagar los derechos en Honduras, incluso los dos lempiras por cada quintal exportado, en la mencionada Oficina del Café, en el Banco de Fomento.

Pues bien, cada cierto tiempo don Armando venía a Tegucigalpa y en la oficina de Nando Montes escribía varios artículos, que después publicaba en El Día, en los que no solo atacaba a su amigo, paisano y correligionario don Jorge Bueso Arias por haber puesto al café la ilegal carga de pagar dos lempiras por quintal exportado (impuesto establecido por acuerdo del Ejecutivo y no por Decreto del Congreso Nacional), sino que animaba y urgía a los caficultores a que se organizaran y pelearan por la creación de un ente autónomo que se encargara de todo lo relacionado con el café y en cuya dirección, los caficultores fueran mayoría.-  Creo recordar que el edificio de Ahprocafé en la colonia Lara, en Tegucigalpa, se llamaba Armando Castejón, pero a mi juicio, don Armando se merece más.

El IHCAFÉ

Un día de noviembre de 1970, por la noche, Roberto Fuentes llegó a mi casa y me dijo: “Dice don Enrique (don Enrique López Arellano) que mañana vayas al Congreso (El Congreso Nacional), a hablar con Mario Rivera.

Para el lector que no haya vivido en la Tegucigalpa de los años 60 y 70 del siglo pasado, lo que a continuación voy a relatar es sencillamente imposible de pensar.

El la Tegucigalpa de esos años, todo mundo se conocía y  se sabía quién era y qué hacía, se podía entrar a cualquier oficina pública sin ningún problema, no había guardias en ningún lugar y si en algunas había portero, el único trabajo que este empleado hacía era abrirle la puerta a uno para entrar, si la puerta estaba cerrada y sino para decir buenos días o buenas tardes y pase adelante.- Yo creo que hoy, solo a la Catedral de Tegucigalpa se puede entrar como antes se entraba a todos lados, porque hasta en los negocios hay guardias.

Pues bien, llegué al primer piso del edificio del Congreso Nacional, en donde encontré a Mario Rivera dando vueltas por los pasillos y las oficinas y hablando con todo el mundo, como era el modo de él, porque hay que reconocer que en el Congreso siempre fue el mismo que fue en la Facultad y en los Juzgados de Letras y de Paz, ubicados al costado de la PC, en el barrio La Hoya, de Tegucigalpa.

¿Ajá Chiquimula, me dijo, en qué andás?, le conteste: “Me mando a decir don Quique, que viniera a hablar con vos”.

En seguida llamó a Luis Mendoza Fugón, también abogado y secretario del Congreso y le dijo: “Luis, ponete de acuerdo con Chiquimula, en aquello que quiere Quique”.- Entramos a la secretaría del Congreso, Luis Mendoza sacó un borrador, le dimos una revisada y tres o cuatro días después, la Ley Orgánica del Instituto Hondureño del Café, estaba emitida.

al organizarse el Ihcafé, se nombró como gerente general, a don Enrique López Arellano, que era el Presidente de Ahprocafé, al ingeniero Juan Ramón Molina Hernández, más conocido como “El Ingeniero Molina”, de los mejores técnicos de café en el país, sino el mejor, como subgerente general y a Roberto Fuentes Zaldívar, como secretario general, Paco Pineda, que trabajaba en la Oficina del Café de Banafom, pasó al departamento de extensión del Ihcafé y por un artículo especial en la ley del Ihcafé, los empleados de la Oficina del Café pasaron a ser empleados del Instituto.- Inmediatamente que se organizó el Ihcafé. Don Enrique me llamó para ocupar la Asesoría Legal, la que acepté a medio tiempo, para no desligarme del Bufete.

Don Enrique y los otros directores productores de la Junta Directiva, pensaron desde el principio que el Ihcafé sería su salvación en todos los sentidos, incluido de lo que consideraban la explotación de los exportadores.-

Aquí, cabe lo que dice Cantinflas, que hablo de esto, no para presumir, sino que para que vean que se de lo que estoy hablando.

La lucha entre el productor y el exportador sobre los precios, siempre va a existir. Si el productor logra vender más caro, recupera sus costos y algo de ganancia le queda, y si el exportador compra más barato, también recupera sus costos y más ganancia le queda.

Pues bien, ahí por 1974/75, en el ihcafé se comenzó a gestar en los directores del Ihcafé que eran productores y en don Enrique, la idea de constituir una  compañía exportadora de café para exportar el café de los productores no organizados en Cooperativas, pues para estos, ya existía la Fehcocal, con la que no tuve mucha relación.- Al constituirse esta, Roberto Fuentes fue nombrado Gerente y entonces don Enrique promovió mi nombramiento como Secretario General del Ihcafé, conservando la Asesoría Legal.

Los exportadores, como es lógico, en voz baja, para no chocar con don Enrique, al fin y al cabo, hermano de Oswaldo, jefe de Estado después de derrocar al Dr. Ramón Ernesto Cruz, se oponían a la idea y la trabaron a nivel del Ministerio de Hacienda, pues Oswaldo López Arellano, lo político, sí se lo había dejado a Ricardo Zúniga, ministro de la Presidencia; pero lo económico, estaba en manos de Manuel Acosta Bonilla, ministro de Hacienda y Crédito Público.

En este tiempo, como en 1975, me parece, salió la Cohdefor y, vuelvo a la Tegucigalpa de entonces, en la acera de la Casa Quan, en la esquina suroeste del Parque Central, me encontré con el abogado Manuel Acosta Bonilla, pues en ese tiempo, varios Ministros caminaban a pie para y el Abogado Acosta, era de los que más lo hacían  y   me dijo: “Chiquimula, decile a Quique que ahora, ya puede seguir adelante con su proyecto de la exportadora de café; pero don Enrique ya había tomado la decisión de renunciar a la Gerencia General del Ihcafé y ello, porque cuando quiso hablar con el hermano, con Oswaldo López Arellano para explicarle el caso, Oswaldo le dio largas, lo que sin lugar a dudas se debió a que al mismo tiempo se estaba fraguando lo de Cohdefor y el Gobierno, no estaba para que le reventaran dos bombas de estas al mismo tiempo.

Don Enrique fue sustituido en la gerencia general del Ihcafé, por don Adán Banegas Luque, que era el primero, por su orden, de los 4 directores propietarios de la Junta Directiva del Ihcafé en representación de los Productores de Café.

En el primer Gabinete de López Arellano, después de derrocar al Dr. Cruz, el Ministro de Economía fue el capitán Armando San Martín, el conocido como “Capi San Martín”, y como tal, era el presidente de la Junta Directiva del Ihcafé.- Fue el “Capi San Martín” quien, alrededor de 1976, propuso a la Junta Directiva del Ihcafe,    que se nombrara asesor del gerente general del Instituto a Fernando “Nando” Montes Matamoros, quien de inmediato inició sus actividades, habiendo sido el aspecto, a mi juicio, en que más se vio su influencia: en los servicios de extensión, que se ampliaron en cobertura y calidad.

En 1977/78, tuvo lugar la gran helada en el sur del Brasil que destruyó los cafetales al grado tal, que Brasil ya nunca volvió a ser la potencia cafetera que era.

Nando Montes, hay que reconocerle el mérito, pensó y contagió a don Adán y al sector oficial de la Junta Directiva, de que era el momento histórico para que la caficultura hondureña diera el gran salto en calidad y cantidad.

Consiguió que la Junta Directiva hiciera la compra de unos 40 Toyota de doble tracción, para dotar a los extensionistas de la movilidad adecuada, aunque por supuesto, por el afán de estrenar carro, muchos mintieron diciendo que podían manejarlos y dos o tres se mataron en las salidas de Tegucigalpa. Y, lo más importante, consiguió que la Junta Directiva aprobara la compra de trescientos mil quintales de fertilizante y cuatrocientos mil quintales de urea, algo que nunca se había visto en Honduras, para distribuirlos entre los productores de todas las zonas cafetaleras del país.-

Para hacer esta compra, sirvió el “pistillo” que se le había sacado a Banafom, vía la OIC, con lo cual, se comprueba algo que yo he dicho desde que conocí el mundo del café en el país: “que el penco paga”; el pisto que tenía Banafom, había salido de los dos lempiras por saco exportado que pagaba el productor, según el Acuerdo emitido por don Jorge Bueso Arias al que ya me he referido, pues al cafetalero nunca nadie le ha dado nada, jamás, gracias a Dios,  se le han condonado deudas a los cafetaleros, como se ha hecho con otros sectores.-

Por lo menos, del fertilizante de fórmula me acuerdo que ganó la licitación Cadelga con la marca BASF y cuando el fertilizante llegó a Puerto Cortes, recuerdo que Yamal Yibrin, Gerente de Cadelga me invitó a ver el desembarque.- El Ihcafe había alquilado bodegas y los camiones, que trasportaban los sacos del barco a las bodegas, no paraban en una cadena sin fin, hasta las tapaderas del motor les habían quitado, para que los motores no se fundieran con el calor.

Para que los cafetaleros se animaran a receptar los palos de naranja que parecían los cafetos que cultivaban, a aplicar los fertilizantes que ya se habían comprado y que no creían que se les entregaría y a sembrar nuevas variedades para sustituir la típica, se organizaron giras de todos los funcionarios del IhcafÉ a los Municipios productores, enviando telegramas (Hoy muchos se preguntarán “que es eso”?) a las Municipalidades respectivas, para que el día y la hora que se les indicaba, reunieran a los cafetaleros, siendo necesario señalar que los caminos que existían, no eran los de hoy, sino que eran caminos en los que, hasta un carro de doble tracción se embancaba..

A mÍ en lo particular, en compañía de los Ingenieros Jorge Díaz Zelaya y Armando Banegas, me tocó empezar por Jesús de Otoro y La Esperanza, luego Marcala y las zonas productoras de La Paz, Opatoro, Florida de Opatoro, Santa Elena, regresar a Marcala y pasar por Chinacla y San Pedro Tutule, dormir en Comayagua y salir al día siguiente para San Jerónimo, dormir en La Libertad, en donde nos hospedó en su casa don Leónidas Padilla, ir a Lajas, luego volver a La Libertad para salir, por un camino maderero de ese tiempo, a Minas de Oro y San Luis, bajar al Porvenir, Talanga y salir por Valle de Ángeles, para huir de la polvo de venida a Tegucigalpa desde Talanga.- En total, una semana, con el estómago destrozado, pues varios de esos pueblos no había comedores, almorzando una vez, sardina con pan blanco y fresco de botella, pues en esos tiempos, los churros en bolsitas, aún no habían nacido; pero después de todo, satisfechos por la acogida de los productores de café a la ayuda que se les ofrecía y la prueba de que valió la pena, es que la producción de Honduras, dio un gran salto adelante, en cantidad y en calidad.

Antes del esfuerzo del Ihcafé y de los Caficultores que he relatado, la producción de café del país no alcanzaba ni para cubrir la cuota anual de exportación a los que se llamaban países miembros, que la OIC le asignaba a Honduras.- Recuerdo que cuando el Huracán Francelia, que destruyó Choloma, el Gobierno encargó al Ihcafé que tratara de obtener, de parte de la OIC, una ampliación de cuota de exportación de café a fin de obtener dólares para pagar las importaciones de bienes y servicios necesarios para la reconstrucción de las zonas de la Costa Norte que había destruido el Huracán y como era lógico, el primer paso para obtener esa ampliación de cuota, era obtener el apoyo de los países productores y con Juan Ramón Molina, viajamos a Colombia y, en la reunión que tuvimos en Bogotá con los directivos de la Federación de Cafeteros, uno de ellos, en son de broma (¿O sería en serio?), me dijo: “Para qué querés más cuota, sino tenés producción, yo solo soy capaz de tomarme todo el café que produce Honduras”.

Porque por sobre todas las cosas, creo que los que alguna responsabilidad hemos tenido en el manejo de los intereses del país, como en mi caso en el café, alguna reserva debemos tener, al menos yo. No relato las maniobras que había que hacer para conservar, año con año, la reducida cuota de exportación de café que se le asignaba a Honduras por parte de la OIC.- Por supuesto que, al desaparecer el régimen de cuotas, la exportación, al país que se quiera, es libre.

Para que la cosa no quede en una media nebulosa, trataré de explicar eso de cuota de exportación. Eran miembros productores de la OIC, los países productores de América Latina, de México a Brasil y algunos del Caribe y los países productores de África, antiguas colonias de algunos países europeos, como Kenia, Angola, el Congo y otros.

Eran miembros importadores (compradores) de la OIC, los Estados Unidos, el principal, lo que se llamaba Alemania Occidental, Francia, Suecia, Holanda, Bélgica, en fin, los países que se llamaban ricos.   Los países de la otra Europa, la llamada comunista, no eran miembros de la OIC y no tenían dólares para gastarlos en café. Estamos en plena guerra fría (1965-1979), aquí estaba la Alemania del Este, Polonia, Hungría, etc. Estos países más Japón y otros, eran los llamados fuera de cuota, países no miembros que, aunque también tomaban café, pero lo pagaban a precios mucho más bajos que los de cuota porque sabían y por supuesto, que “lanadas” siempre habían, los cafés exportados con doble saco, uno, el de encima, marcado con destino a un país no miembro y el otro saco, marcado con destino a un país miembro, a donde entraba de contrabando.- Como el café se exportaba en sacos que se estibaban en las bodegas de los barcos, todavía no habían contenedores, en el mar se le quitaba el saco de encima.- Como dice el refrán. “Toda la vida se han cocido habas”.

Este artículo, no tenía por idea contar todo lo contado, solo quería hacer justicia a los que sembraron, como es la ley de la vida, lo que otros hoy están cosechando, con absoluto olvido de aquellos, pero sobre todo, quería hacerle justicia a uno, a Fernando – Nando — Montes.

Comentando con mi compañero de estudios, Rodil Rivera Rodil, a quien por un tiempo, también le dio por exportador de café, no solo me animó a publicar este escrito, sino que me recordó un hecho que hace que la deuda de Honduras y los cafetaleros con Fernando Montes sea más grande.

La OIC, con el propósito de que la producción de café disminuyera a nivel mundial y así subieran los precios (oferta y demanda), estaba forzando a los países productores más pequeños, como era Honduras, a que entrara a fuertes programas de diversificación. Léase sustituir el cultivo del café.

La tal diversificación, tenía por objeto sustituir el café por otros productos agrícolas que, se decía, tenían mejor precio que el café. Así, se empezó a hablar de cardamomo, macadamia y otros “espejitos” de los cuales ahora creo que nadie se acuerda. Nando Montes, haciéndole como que sí; pero en realidad no, sin pelearse con nadie, sorteo esta tormenta porque siempre creyó que era cultivar el café, lo que le convenía a Honduras. Y de hecho, al final de sus días, él era un productor de café, en una finca que adquirió en la zona del Lago de Yojoa.

He tratado de hacer un recuerdo de una de las facetas de la personalidad de Nando Montes, la relacionada con el café; pero hay otras, como la relacionada con su participación en la vida y la política universitaria y en la vida política del país, que aunque menos conocidas, también fueron, en su momento, importantes.

Que Nando Montes no cometió errores, no, si los cometió; como es la vida de todos, la vida de Nando tuvo luces y sombras, pero las luces son más.