De acuerdo al comentario que brindó el médico forense del Ministerio Público en el dictamen número 2017-0801-0400-1714, de la autopsia del joven Carlos Emilio Collier Núñez (20), es que “las lesiones encontradas al momento de la autopsia son producidas por proyectil de arma de fuego.
“Los orificios de entrada de acuerdo con sus características, como ser la presencia de pólvora en la piel (impregnación de pólvora), establece que fueron producidas a corta distancia en un rango menor a 70 centímetros”.
“Para determinar con exactitud la distancia se necesita realizar disparos de comparación con el mismo tipo de arma y munición” detalló el forense en el dictamen final en poder de la juez 22 del Juzgado de Letras Penal de la Sección Judicial de Tegucigalpa.
Al mismo tiempo, “Desde el punto de vista médico legal se concluye que la manera de muerte es homicida en base a la traumatología forense encontrada, como ser la cantidad, localización y distancia de los disparos en el cadáver y que es reforzada por los estudios de los laboratorios criminalísticos”.
Un experto en balística del Ministerio Público explicó que el tatuaje del disparo se forma con la pólvora no deflagrada en la piel, la cual no se quemó y se produce en los tiros de corta distancia.
“Aún no se puede decir con exactitud qué tan corto es el disparo, porque para eso ocupamos hacer pruebas con el arma que produjo las lesiones pero no se descarta hacerlo con una prueba de laser virtual para determinar la posición del tirador y la posición de la víctima así como también la postura anatómica, su trayectoria extra e intra corpórea”, indicó.
En cuanto a las lesiones encontradas, el dictamen detalló que son dos (2) heridas por proyectil de arma de fuego 1) a) orificio de entrada: en la región retroauricular izquierda de 0.9×0.8 cm con anillo de contusión de 0.5cm, excéntrico hacia abajo rodeado en un área de tatuaje de pólvora de 6x5cm a 13 cm de la línea media posterior del cuerpo y 156cm de la altura de los talones b) Trayecto: de abajo hacia arriba de izquierda a derecha de delante hacía atrás, que produjo: laceración del pabellón auricular, piel, tejido celular subcutáneo, músculos de la cara, fractura de los huesos del cráneo, hematoma bipalpebral el izquierdo de 2.5x5cm y derecho 2x6cm, laceración hemorragia cerebral, cerebelosa y de las capas que lo envuelven c) orificio de salida: en la región posterior derecha de la cabeza de 1.4×0.6cm a 9cm de la línea media del cuerpo y a 161 cm de la altura de los talones.
El segundo disparo, de acuerdo a lo que describe 2) a) orificio de entrada en la mejilla izquierda de 0.9cm diámetro, anillo de contusión de 0.3cm excéntrico hacía abajo, rodeado de un área de tatuaje de pólvora de 15x14cm a 9cm de la línea media del cuerpo y 161cm de altura de los talones. b) Trayecto de abajo hacia arriba, de izquierda a derecha y de adelante hacía atrás que produjo: laceración de piel, tejido celular subcutáneo, huesos propios de la cara, fractura de huesos del cráneo, hematoma bipalpebral izquierdo de 2.5cm x5cm y el derecho 2x6cm respectivamente c) orificio de salida en el lado derecho de la cara (región frontal) de 0.7x1cm de línea media anterior del cuerpo y a 162cm de altura de talón.

En una de las heridas se observa la pólvora no deflagrada que se incrustó en su piel y que confirman que los disparos fueron a corta distancia.
ERA DE LOS COLLIER
En cuanto a las investigaciones acerca del paradero del arma, la Dirección Policial de Investigaciones (DPI), la continúan buscando en cada operativo policial principalmente en los decomisos a presuntos pandilleros que operan en la capital.
En la resolución de la audiencia inicial el año pasado contra cuatro de los imputados uno de los agentes de investigación de la DPI confirmó que el arma era del padre de la víctima.
El año pasado trascendió que el arma que detonó los dos disparos que condujeron a la muerte al joven Carlos Collier fue comprada por su padre y dos semanas antes de su muerte el ahora occiso fue a traerla a la colonia El Pedregal de Comayagüela junto con dos amigos.
Esta colonia es conocida por estar dominada por grupos pandilleros y no se descarta y las autoridades investigan si fue comprada allí por el ahora occiso, dos semanas antes de su muerte.
MAREROS EN LA ESCENA
Uno de los agentes asignados a la investigación confirmó que la madrugada del 12 de octubre durante se realizaba el levantamiento de Carlos Collier en el estacionamiento de su casa, fue vista una camioneta negra con tres mareros a bordo “merodeando” la zona.
De acuerdo a los datos que tienen en su poder la DPI, el joven supuestamente se comunicó con pandilleros de la 18 para ir a traer un arma Makarov calibre 380 de uso prohibido.
Esa arma supuestamente fue sacada por Carlos Emilio Collier la noche de su muerte, la llevaba en su cintura y tapada por su camiseta, de acuerdo a los testimonios brindados por Elías Taufic Chaín, Olga López Ferrufino y Carlos Alvarenga “Susano”, la madrugada del 12 de octubre en sede administrativa de la DPI, mismos que no tienen validez.
El artefacto que llevaba el occiso y es con la que lo conllevó a su fallecimiento el pasado 11 de octubre de este año, tras la ráfaga de disparos donde supuestamente se dio el hecho, fue sacada del carro por el joven Carlos Alvarenga y la enterró cerca de la sede de alcohólicos anónimos de la zona de Loarque.
Minutos después de haber sepultado el arma, Alvarenga se fue a su casa llorando por lo que había pasado con su amigo Carlos Collier le compartió a su madre lo que había pasado esa trágica noche.
Su madre explicó que cuando se estaba alistando para acompañar a su hijo para que hablara sobre lo ocurrido con las autoridades policiales, a su vástago le cayeron mensajes de una de las amigas de ellos, los cuales contestó a pesar que ella le hacía señas de que no hablara sobre lo ocurrido.
Después de ello, recibió la llamada de un hombre, quien supuestamente lo engañó le dijo que Carlitos estaba en el hospital y que se iba a recuperar, aprovechó en ese momento y le preguntó dónde estaba el arma, Carlos Alfredo le indicó donde la había escondido.
Minutos después apareció la Policía para que les colaborara Alvarenga Romero a buscar el arma y cuando se acercó al lugar a buscar el artefacto ya había sido extraído de la tierra.
Por consiguiente, solicitan que el Ministerio Público muestre los vaciados telefónicos principalmente esa llamada y se llegue al paradero del arma.

Un arma similar a esta fue la que Carlos Collier portaba esa fatídica noche y la cual fue detonada en su humanidad.
“EN EL AIRE”
El dictamen final describe que la muerte del joven Collier es homicida pero todavía continua en el aire el autor que le dio muerte, aunque se señala a Carlos Alvarenga de ser el principal sospechoso del delito de homicidio pero hasta no ser vencido en juicio prevalece la presunción de inocencia así como la de los demás jóvenes acusados por ser cómplices de homicidio.
El Ministerio Público aún no ha podido demostrar la participación de cada uno de los imputados y si realmente uno de los muchachos realmente fue quien le quitó la vida.
Mientras tanto, los defensores privados de los cinco jóvenes, alegan que la muerte de Carlos Emilio Collier fue un mero accidente y que ninguno de los imputados tiene que ver con el hecho que se dio esa trágica noche.
CAMBIO DE MEDIDAS
La juez 19 quien fue la primera en conocer el caso, durante la audiencia inicial les modificó el delito a encubrimiento a cuatro de los jóvenes por lo cual se encuentran con libertad condicionada.
El pasado viernes 13 de abril la Corte de Apelaciones de lo Penal, le “dio vuelta” al caso, por lo que les modificó el delito de encubrimiento a homicidio en su grado de ejecución de autor a Alvarenga Romero y a los demás James O’connor, Olga María López, José Carlos Zamora y Elías Taufic Chaín por cómplices de homicidio.
VOLUNTARIAMENTE
La juez 22 del Juzgado de Letras Penal en audiencia de notificación de resolución de la Corte de Apelaciones dio “luz verde” a la decisión del trío de jueces de cambiarle las medidas de sustitutivas a prisión preventiva por lo que desde el lunes 23 de abril que los cinco sospechosos se presentaron voluntariamente se encuentran presos en el Centro Penitenciario Nacional de Támara.