¿Cómo apoyará Honduras a sus tepesianos?

Por Óscar Lanza Rosales
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El pasado viernes 4 de abril, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS sus siglas en inglés) de Estados Unidos (EE UU) hizo público la cancelación del “Estatus de Protección Temporal” (TPS, de ahí el nombre tepesianos) para cerca de 60,000 hondureños que han venido gozando de ese beneficio migratorio desde 1999, para hacerse efectivo en 18 meses, hasta enero de 2020.

Este es un beneficio que se ha venido prorrogando desde 1999, año que se otorgó debido al desastre que produjo el huracán Mitch. Pero ahora llegó a su fin, porque Trump y su gobierno, no escucharon los ruegos para que esa cancelación no se diera. De nada sirvieron las manifestaciones de protestas, marchas, foros y plantones. Tampoco los argumentos que las condiciones de Honduras no han variado mucho desde 1999. Casi los mismos niveles de pobreza y desempleo, y la seguridad -aunque ha mejorado en los últimos meses- ha empeorado con relación a 1999. Tampoco pesó el argumento, que con la salida de hondureños de EE UU, su economía perdería más de 30 mil millones de dólares en la próxima década.

Es una decisión que los hondureños ya presentíamos, pues EE UU ya lo venía haciendo con otros países como El Salvador, Haití, Nicaragua, Sudán, Liberia y Nepal, afectando a más de 300 tepesianos de esos países.

Según el comunicado de DHS, los tepesianos hondureños tendrán 18 meses, para planear su salida o buscar alternativas, de realizar una “transición ordenada” y que las autoridades hondureñas preparen el regreso y reinserción de sus conciudadanos. Además, agrega que los hondureños afectados podrían recibir otras protecciones bajo las leyes migratorias. Los que están amparados al TPS tendrán que reinscribirse y solicitar permisos de trabajo para mantener su protección hasta enero de 2020. Tendrán que buscar la forma de ajustar su estatus migratorio para quedarse en EE UU, o prepararse para una “salida ordenada” del país. Esa situación se agrava por el hecho de que tienen más de 50 mil niños nacidos en EE UU, que tendrían que escoger entre llevárselos o dejarlos con terceros; los que tienen negocios, tendrán que venderlos; y van a perder sus aportes al seguro social de EE UU, cuando ya no perciban ingresos de este país.

Hay tres alternativas que algunos medios y analistas han brindado a los tepesianos para quedarse en EE UU: 1) Para los que tienen hijos mayores de 21 años y sean ciudadanos de EE UU, pueden solicitar la residencia para sus padres; 2) algunos con muchos años de servicios en empresas, pueden pedir a sus empleadores, solicitar la residencia laboral; y 3) los solteros pueden contraer matrimonio real, no condicionado, con un residente o ciudadano de EE UU.

He consultado a hondureños residentes en EE UU, y ellos manifiestan que algunos tepesianos, durante el tiempo que gozaron de este beneficio, no aprovecharon su tiempo para regularizar su permanencia, y tampoco para agenciarse una mayor educación técnica y universitaria.

Tampoco el Banco Central de Honduras y los gobiernos de turno no aprovecharon el envío de remesas que ha llegado a un significativo 20% del PIB.
Que lejos de utilizarlas para necesidades prioritarias del país, se han despilfarrado en cosas suntuarias, tal como se aprecia en las tiendas de los numerosos centros comerciales del país.

Con el retorno de muchos compatriotas, Honduras saldrá favorecida, porque tendrá mano de obra calificada y profesionales formados en el emprendimiento de negocios. Sin embargo para que ellos tengan el ambiente adecuado es necesario bajar los impuestos, que están, entre los más elevados de América Latina; el gobierno tendrá que ajustarse el cinturón, reducir sus gastos corrientes, y ya no endeudarse más para cubrir esos gastos.

Y algo muy importante, volver más eficiente el sistema financiero hondureño, para reducir las tasas de interés, porque no se pueden promover negocios con las actuales tasas.

Recomiendan que el gobierno diseñe un plan realista frente a la agudización de la crisis con el retorno de miles de hondureños y la drástica reducción de las remesas, para realizar esfuerzos extraordinarios, a fin de volver más competitivas en el mercado internacional, las industrias tradicionales de generación de divisas, como la maquila, el turismo y la agricultura.

La cancelación del TPS, debería ser motivo para proclamarnos en emergencia y no cruzarnos de brazos. El gobierno debería nombrar una comisión de alto nivel con la empresa privada y la sociedad civil, para tomar las medidas pertinentes y hacerle frente a la nueva crisis que se nos viene, imitando a otras naciones que ya lo han hecho por vivir iguales circunstancias con sus tepesianos.