Taiwán a la OMS

Por Noé Pineda Portillo
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Hace algunos años, la República de China (Taiwán), hace esfuerzos por asistir y en lo posible ingresar como miembro a la Organización Mundial de la Salud, esto es tanto con el ánimo de servir coordinadamente en ayuda con otros países como la de recibir ayuda mancomunada cuando así lo requiera, pues se entiende que este mundo es de cooperar hermanadamente entre países.

Sin embargo, al igual que en las personas naturales, también entre los países por cuestiones políticas o de otros intereses, existe el egoísmo y la mezquindad internacional al anteponer intereses políticos o económicos ante las necesidades humanitarias. Decimos esto por la negativa que ha puesto siempre la OMS ante la solicitud de Taiwán de asistir a la Asamblea Mundial de la Salud, en calidad de observador. Esta Asamblea se realiza en el mes de mayo de todos los años y tratándose de la Asamblea 2018, se realizará en Ginebra, Suiza.

. Las funciones de la Asamblea son: Determinar las políticas de la Organización
. Designar al Director General
. Supervisar las políticas financieras
. Revisar y adaptar el Programa de Presupuesto

Son 194 miembros los que tienen actualmente la Organización y el lema del 2018 es: “Salud para todos”. Con lo cual se espera aumentar los niveles de salud en todos los ámbitos del mundo. No obstante, lo contradictorio de todo esto es que, si bien la OMS declara que “gozar del más alto grado de salud es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, creencia política ni condición económica o social”; sin embargo, Taiwán no tiene derecho a formar parte de ese organismo, solo porque fue separada de las Naciones Unidas en 1972, como resultado de la admisión de China Continental o China Comunista que fuera apoyada al fin por Estados Unidos.

Por supuesto que la presencia de China Continental era necesaria en la ONU, pues tiene suficiente representatividad por su enorme población y dimensión geográfica; pero a todas luces es injusto que desde aquel año Taiwán tenga negada la información, cooperación, contribuciones y beneficios del sistema global en políticas de salud, así como le está vedado el intercambio tecnológico, monitoreo, prevención y cura de enfermedades epidémicas, como si los taiwaneses fueran discriminados a quienes deben exterminar de la tierra.

Se citan ejemplos de esa infame actitud contra un país que tiene todos los derechos de ser tratado como un estado libre, soberano e independiente de 23 millones de habitantes, con una potencialidad industrial que está dentro de los primeros países del mundo. Cabe citar que en 1998 un brote de infección de enterovirus mató a decenas de niños taiwaneses porque no tuvo asistencia oficial de la OMS en su lucha contra la epidemia. Lo mismo pasó el año siguiente cuando un devastador terremoto, las organizaciones humanitarias tardaron en responder a causa de la presión de China Comunista.

Pero Taiwán, no guarda resentimientos, como ellos lo manifiestan, y de allí que desde estas desagradables experiencias, su cuota de cooperación internacional en salud es de más de US$ 100 millones, dando ayuda médica humanitaria a unos 80 países. Por tanto, Taiwán merece que se le otorgue todo el derecho de pertenecer no de observador sino miembro de la OMS. La presidenta TsaiIng-wen ha dejado claro la determinación de Taiwán de participar en la Asamblea Mundial de la Salud.