Creyó que moriría cuando lo lanzaron de “La Bestia”… Hoy trabaja en call center

A Javier Alexander Amador lo lanzaron del tren conocido como “La Bestia”, en México, cuando intentaba cruzar la frontera para llegar a Estados Unidos y hacer realidad su “sueño americano”. La peligrosa aventura casi le cuesta la vida, sin embargo, hoy es uno de los numerosos hondureños que cuentan con un trabajo estable, gracias al Programa de Reinserción Laboral diseñado por el gobierno para apoyar a los migrantes retornados.

“Yo realicé el viaje hacia Estados Unidos por la necesidad de ayudar a mi familia, salí del país un mes de mayo, con tres mil lempiras en mi bolsillo y muchos deseos de trabajar».

Amador cuenta que comenzó su ruta y al llegar a México rápidamente quedó sin dinero, por lo que empezó a pedir en las calles para poder continuar su viaje.

“Para no caerme del tren me amarré con una faja, presencié cómo una persona de los tantos que íbamos, moría cuando se cayó por haberse dormido», relató.

ASALTANTES CON MACHETES

Pero lo peor estaba por llegar… Contó que, “cuando íbamos por el área de Monterrey, se subieron al tren unos asaltantes con armas y machetes, nos iban acorralando de extremo a extremo e iban exigiendo 100 dólares por persona”.

“Llegaron hasta donde yo estaba con otros compañeros y les dijimos que no teníamos dinero, entonces lanzaron al primero, luego siguieron conmigo, y como no andaba dinero, también me lanzaron… Pero por instinto me agarré de uno de ellos y caímos los dos, él murió de inmediato desmembrado y yo perdí mi pie”, cuenta.

Tras el hecho, alguien lo cargó y lo llevó a un punto donde pudiera atenderlo la ambulancia, «anduve de hospital en hospital porque nadie quería atenderme, hasta que caí en el Instituto Mexicano del Seguro Social”.

Agregó que después de 25 días hospitalizado, estuvo dos semanas en el Instituto de Migración de México (INM), mientras el consulado de Honduras en Monterrey le apoyaba para regresar al país.

«Al regresar a Honduras, las monjitas que dirigía sor Valdette Williman me ayudaron y meses después me dieron una prótesis; conseguí trabajo de taxista, pero lo dejé por la delincuencia, después me llamaron de la Cancillería para recibir capacitaciones para trabajar en el nuevo centro de llamadas», refirió.

«Estoy totalmente agradecido, porque la vida ha mejorado bastante para mí y mi familia”.

MÁS DE 4 MIL BENEFICIADOS

Amador es uno de los más de 4,000 migrantes retornados a quienes el gobierno les ha gestionado una oportunidad laboral, para rehacer sus vidas y sacar adelante a sus familias.

La valiosa iniciativa estatal surgió después de la crisis migratoria del 2014, cuando el gobierno del Presidente Juan Orlando Hernández creó la Fuerza de Trabajo para la Niñez Migrante, una estrategia para combatir la migración irregular de menores hacia el norte de América, de la cual tres beneficiarios cuentan sus experiencias.

Como parte de las estrategias de gobierno, el Presidente Hernández diseñó una plataforma de reinserción de los migrantes retornados, a través del Programa “Todos para una Vida Mejor”, mediante el cual se han incorporado muchos migrantes a la sociedad y también se han regresado niños a las escuelas.

La Secretaría de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional, a través de la Dirección General de Protección al Hondureño Migrante, trabaja de manera articulada con 12 instituciones de gobierno, para garantizar a través de los programas ya existentes, una efectiva reinserción, donde se ha dado respuesta a un buen número de migrantes ofreciéndoles oportunidades de trabajo, apoyo con bolsas solidarias y recursos para emprendimiento.

Desde entonces, a través de las diferentes ofertas del programa, se ha beneficiado alrededor de 4,703 compatriotas, tres de los cuales hoy cuentan su historia de vida en la ruta del migrante, y destacan cómo han logrado cambiar su vida a través de los programas que ofrece el gobierno.

RECUERDA OFICIAL DE PASAPORTE
“Vi cómo a unos les arrancaron orejas”
Daniel Quiroz intentó hacer realidad su “sueño americano”, pero gracias al programa de reinserción laboral del gobierno, ahora trabaja en las oficinas de migración.

La experiencia de Daniel Quiroz, otro beneficiario de los programas de gobierno, es igualmente triste.

“Me fui tres veces y las tres veces me deportaron de México. La primera vez me fui acompañado de mi hermano y las otras solo con un amigo que quería ir a probar suerte», afirmó. Agregó que la segunda y la tercera vez fueron experiencias que nunca más quisiera repetir, porque vio cómo asaltaban y extorsionaban gente.

Y es que las maras y pandillas se han apoderado de los trenes, además de pagarle al “coyote”, hay que pagarles a las maras, ya que quien logra subirse sin pagar lo tiran del tren y muchos mueren de esa forma, según su relato.

«Es peligrosísimo… Una vez nos sucedió, íbamos un grupo de ocho personas, a mí me acaban de enviar un dinero que metí en la Biblia que andaba, los demás pensaron que yo iba responder por ellos, pero no podía. Vi cómo a unos les arrancaron las orejas y a otros dedos de las manos por no tener dinero para pagar. Yo me salvé porque me vieron con la Biblia, primero me dijeron que si la conocía, porque con eso no se jugaba, me hicieron unas preguntas, las respondí bien y me dejaron ir”.

Este migrante reinsertado en la sociedad, a través de los programas de Vida Mejor, ahora es un oficial de pasaporte, llegó allí luego de ofrecer un testimonio en la inauguración de un programa de migrantes, “allí me escuchó la Directora de Migración y para mí fue sorpresa que me llamara y me ofreciera este trabajo”.

EMPLEADO DE MIGRACIÓN
“Caminaba dos y hasta tres días seguidos”
José Ramón Coca, junto a sus compañeros de labores, quienes lo admiran por su espíritu de trabajo.

El migrante retornado, José Ramón Coca, logró ubicarse en una oficina pública, con apoyo del Programa de Reinserción de Migrantes Retornados de Vida Mejor, supervisado por la Primera Dama, Ana García de Hernández, a través de la Fuerza de Tarea para los Niños Migrantes.

«Salí de Honduras en el 2006, más que por necesidad, fue por aventura. Logré pasar al otro lado de la frontera en corto tiempo, estuve durante siete años en Estados Unidos, sobreviviendo de lo que conseguía, pero nomás comencé a trabajar en una empresa empacadora, me agarró la migra y me deportó».

Si bien, la travesía fue corta, José pasó cosas terribles, «no dormía porque había que tomar el desierto bien de madrugada para evitar la migra. Cuando pasábamos por las zonas pantanosas, caminaba dos y hasta tres días seguidos. A veces comía, otras no. Apenas lograba conseguir agua, porque no había un pueblo cerca donde comprar”.

Luego de ser deportado, en el 2011, supo que el gobierno de Hernández había abierto programas para ayudarles a los migrantes, así que fue a buscar ayuda y gracias a Dios la encontró. Ahora imparte charlas y capacitaciones para migrantes, en la Dirección General de Protección al Migrante, algo por lo que agradece a Dios, pues su familia está saliendo adelante.