Humillantes situaciones viven hondureños en aeropuertos mexicanos

El aeropuerto Benito Juárez de la Ciudad de México guarda un secreto solo conocido por los pasajeros que por ahí pasan, sin visa, a otros destinos del mundo, en muchos casos, buscando mejores oportunidades de vida.

Más allá de las tiendas libres de impuestos donde ofrecen productos lujosos, está la “Sala para pasajeros en tránsito sin Visa”, donde autoridades migratorias y de aerolíneas ingresan a todas las personas que usan este aeropuerto de conexión.

Es un recinto pequeño dotado de sillas viejas, colchonetas mugrosas y un servicio sanitario con jabón líquido en un bote plástico de bebidas hidratantes; el aire climatizado es deficiente y cuando la sala está llena, se convierte en un lugar caluroso.

Por momentos está vacío, pero en cuestión de minutos se satura con decenas de pasajeros que llegan en vuelos de distintos países; cuando sucede esto, se mezclan gases y estornudos, que lo convierten en un lugar hacinado, lúgubre y contaminado.

A diario arribanentre 60 y 100 personas y al no contar con el visado mexicano o estadounidense, son sometidos a un tratamiento migratorio “especial” que se viene realizando desde el 2009.

El lugar permanece atestado de personas que llegan y salen custodiados hasta tomar el siguiente vuelo.

“CATRACHOS SON MAYORÍA”

Los pasajeros provienen de distintos países latinoamericanos y uno que otro asiático, pero la mayoría es de origen hondureño, según constató este rotativo en un paso obligado por este aeropuerto.

Según personal de seguridad de la sala en mención, de un promedio de 60 pasajeros, alrededor de 50 son “catrachos”, extremo que coincide con la cantidad de pasaportes hondureños que son apilados en un escritorio decrépito, en espera del próximo vuelo.

La mayoría son jóvenes, entre ellos estaba una muchacha afrodescendiente, con sonrisa fácil, de cuerpo esbelto, que más parecía una modelo y que iba de Trujillo, Colón, a París, y después a Grecia donde le esperaban unos amigos, según contó.

Junto a ella también viajaba media docena de muchachas provenientes de los departamentos de Santa Bárbara, Copán, El Paraíso, Olancho y Comayagua. Además, iban varones de entre 15 y 25 años con rumbo a Ámsterdam y París.

Uno de los jóvenes dijo que venía de Santa Cruz de Yojoa, Cortés, y que se iba para Europa porque la delincuencia y falta de empleo lo estaban obligando de abandonar el país y buscar una mejor vida en Valencia, España.

Los pasaportes de “catrachos” son los que más hacen bulto entre todos los pasajeros que van en conexión por México.

“CUSTODIADO Y SIN PASAPORTE”

Pese a que existe un vuelo semanal directo desde San Pedro Sula a Madrid, el joven argumentó que ponen “muchos peros” al momento de ingresar a España por esa ruta, razón por la que un pariente que reside en “la madre patria” le mandó el boleto por Aeroméxico.

El procedimiento “especial” empieza cuando el pasajero toma un vuelo en cualquier lugar del mundo y tiene de conexión algún aeropuerto “azteca”. Al no tener visa mexicana o “americana”, el personal de la aerolínea le retira el pasaporte y los boletos de avión.

Luego, un empleado de la compañía escolta al pasajero hasta la puerta de la nave y lo reporta a un sobrecargo que se queda con los documentos y le indica que esté atento ante cualquier llamado y que al bajar en tierra mexicana será el último en salir.

Al arribar al aeropuerto Benito Juárez u otro punto de conexión en México, un oficial de migración lo espera y lo custodia hasta la sala en mención, aquí deberá permanecer mientras salga el vuelo que lo llevará a otro destino, sin posibilidad de ir a comprar alimento o medicina, en caso de hambre o enfermedad.

Durante este tiempo, “se pierden los derechos humanos”, dijo un agente de seguridad al argumentar que algunas personas se ponen histéricas porque tienen hambre y no pueden salir a comprar.

Refirió que ahora las personas con pasaporte hondureño y colombiano tienen una “atención especial” debido a los altos índices de inseguridad y contrabando de estupefacientes.

Por horas se llena y la gente tiene que esperar de pie, mientras la aerolínea cobra 60 dólares de recargo como castigo, supuestamente por no contar con visa mexicana.

60 DÓLARES DE RECARGO

Además, mencionó que últimamente los hondureños son sometidos a interrogatorios al abordar vuelos a Europa, en vista que los registros indican que la mayoría de pasajeros hondureños no regresan por esta conexión.

Al no retornar por el aeropuerto Benito Juárez, señala que algunos hondureños se quedan en países europeos, luego que han endurecido las políticas migratorias en Estados Unidos, país que ha sido el destino predilecto de la emigración “catracha”.

Cuando la estadía es corta el suplicio es menor, no así para aquellos pasajeros que deben esperar hasta un día y es peor si el próximo vuelo sufre un atraso, entonces deberá permanecer todo este tiempo confinado en esta sala.

Pero las complicaciones no terminan ahí, porque al regresar por este mismo aeropuerto, al menos, Aeroméxico cobra 60 dólares de recargo al pasajero por imprimir los boletos de regreso, bajo el argumento que las autoridades migratorias mexicanas exigen este cobro como castigo. (JB)