Por: Benjamín Santos
En esta ocasión voy a recuperar el estilo jocoserio de antes, cuando empecé a escribir. Hay temas que solo así pueden abordarse. Y es que en Honduras al bueno le llaman y lo tratan como tonto, la palabra baboso significa lo mismo y hace alusión a algunas enfermedades mentales que hacen perder al paciente hasta la capacidad para limpiarse la baba o los mocos, ese es un baboso. En la religión y en la ética se enseña a ser bondadoso, pero como no todos somos educados en la misma forma, mientras a unos se le enseña a practicar la bondad, a otros se les dice que hay que ser vivos, es decir aprovechar todas las ocasiones para explotar y dominar a los otros.
Entonces las relaciones humanas quedan reducidas a relaciones entre vivos y buenos, entre vivos y tontos o babosos.
La relación antes descrita se da en las relaciones interindividuales, intergrupales y hasta en las de carácter colectivo. En su dimensión interindividual se nota más en las relaciones comerciantes entre el que vende y el que compra, entre comerciantes y consumidores. Están en juego la pesa, el precio y la calidad del producto. En cualquiera de esos aspectos o en los tres se puede dar la relación de vivo a tonto. Puede decirse que el comercio es la habilidad para comprar barato y vender caro para lo cual no se necesita mucha inteligencia, se compra barato al productor y se vende caro al consumidor y por ese camino se amasan fortunas mal habidas. A nadie le interesa regular esa relación, porque se supone que en una economía de libre mercado hay acuerdo entre el comerciante y el consumidor, pero lo que sí hay es mucho ruido entre las organizaciones y las instituciones que supuestamente defienden al consumidor.
Una de las situaciones más dramáticas se da entre el pequeño productor y el comerciante. Quien produce frijoles, maíz, frutas o verduras en pequeñas cantidades viene con su transporte alquilado al mercado y el comerciante se lo compra al precio que quiere, bajo el pretexto de que si no le gusta el precio que se lleve el producto de regreso. Ante tal oferta el productor termina por aceptar lo que le ofrecen y regresarse a su aldea casi sin dinero y sin producto, creyendo que ha sido bondadoso y que Dios le recompensará su bondad. Traslade ese ejemplo a todas las relaciones comerciales entre comerciantes y consumidores o pequeños productores, incluyendo los productores de café que ahora se encuentran en las lonas y tendrá usted un panorama de lo que pasa en el mercado nacional.
Ahora pasemos a otro ejemplo reciente, el de la energía eléctrica. De repente el consumidor de la energía empezó a recibir dos recibos, uno por Energía Honduras y otro por otra empresa. Pero además avanzaba el cambio de marcadores, se supone que con un cálculo alterado del consumo y además cobrando cantidades en forma retroactiva, aunque el consumidor hubiera estado al día. Tuvo que intervenir el más alto nivel de la administración pública, el Presidente, para frenar tanto abuso en una relación de babosos y vivos. Ya la gente se estaba organizando para enfrentar el problema en forma colectiva con el riesgo que eso significa.
No podemos dejar sin mencionar a la política como conducción del Estado y de toda la convivencia social. ¿Se da a ese nivel también la relación entre bondadoso y don baboso? No hay duda que hay gente que se mete a la actividad política sin saber de qué se trata. Van más con una visión muy personal y en busca de intereses personales o de grupo que con una visión de conjunto de la problemática nacional. Los oímos todos los días en una reyerta interminable en la disputa por el poder como un fin y no como un medio. Se ha ido perdiendo la confianza en la dirigencia política y en las instituciones representativas, unas más que otras.
El pueblo, como el actor más importante, va poco a poco dejando de ser pasivo, pero lo que menos conviene es que el pueblo pierda la confianza en sus conductores para lanzarse en masa a plantear sus reclamos. La conducción es necesaria para avanzar en la búsqueda de soluciones a los problemas colectivos, de contrario nos espera el caos. Los políticos tienen que darse cuenta que si bien el pueblo es comprensivo y paciente, todo cansa y que los oportunistas y aprovechados son irresponsables.
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