Fisgonear en redes sociales, peligro latente

Por José Antonio Pereira Ortega
Coronel ® [email protected]

Por el derecho a réplica y a manera de aclaración, con el permiso de los amables lectores voy a aprovechar para agradecer la “respetuosa sugerencia” hecha por don Pedro Sambulá Arriola en relación al uso del grado militar en nuestros artículos, los militares en la honrosa situación de retiro, que por gracia y favor del director ejecutivo de este prestigiado Diario La Tribuna, nos atrevemos a expresar nuestras opiniones, con intención de orientar o simplemente informar de algunos tópicos del interés nacional.

Antes que nada, y sin considerar la sugerencia una molestia, debo explicar que el uso del grado militar que con mi esfuerzo personal y con el apoyo de mis compañeros de armas logré alcanzar después de 30 años de servicio, es motivo de orgullo personal y familiar, pero aclaro no constituye un acto de vanidad.

Ya entrando en materia, en esta oportunidad quiero referirme a una controvertida situación, relacionada a las redes sociales y a las interrelaciones personales mejoradas y extendidas producto de la tecnología y los inventos de los precursores de la modernidad en las comunicaciones y la información de los eventos económicos, políticos, sociales, deportivos, de ciencia y conocimiento en general.

Al respecto, es obligatorio aclarar que el objetivo de este artículo no es para pronunciarnos en contra de la modernidad y la innovación de los servicios que se proveen en las redes y los servicios de telefonía, de ninguna manera lo que intento señalar es que todo se debe hacer con medida, sin abusos, para no correr riesgos colaterales.

En general, el problema no es la consulta, el obtener, compartir o divulgar la información sino que es el mal hábito de “la curiosidad” que nos da o el incontrolable deseo de entrometerse en la vida y situaciones del prójimo, es decir de metiches en la vida ajena, lo cual para muchos es adictivo y se vuelven esclavos de llevar la vida ajena y curioseando, utilizando los chambres que a través de mensajes vía WhatsApp, Twitter, Instagram y el Facebook, una práctica común del 95% de los usuarios de internet, poniéndose muchas veces en aprietos o en riesgo a más de alguno. Como dice el dicho “el chisme no mantiene, pero entretiene”.

He vivido y he sido testigo además de una práctica común, el uso del celular, que se ha desnaturalizado y la hemos convertido en una necesidad irreal, fomentada por las campañas publicitarias que nos bombardean a diario, si bien es cierto, el celular es una herramienta de trabajo y de comunicación, pero habemos algunos que estamos obsesionados, no me atrevo a probar pero hace unos 9 años leí en Selecciones Reader Digest, un artículo titulado “como sobrevivir una semana sin celular” en el cual la señora del artículo revelaba lo complicado, la angustia, lo inseguro que se sentía, era según ella una tragedia el no tener su celular, y conste en esos años estos aparatos no tenían la tecnología de hoy que permite ampliar los servicios ofertados por las telefónicas, así que creo que podríamos preguntarnos “cuantas horas podríamos sobrevivir sin el celular o los celulares. Sin dejar de ser crítico debo agregar que hoy día, los celulares, tablets, etc. son la mejor niñera para entretener a los niños y niñas.

De manera tal, que como hemos dicho anteriormente lo malo son los excesos, en especial cuando a los usuarios se les combina el morbo y les pican los dedos por retransmitir el mensaje o la información recibida, muchas veces sin confirmar si es verdad o no, en particular cuando se trata de interioridades de personalidades, funcionarios, de las parejas o exparejas, los envían crudos sin depurar la información, o discernir si es bueno o malo o peor aún presentir si le va generar algún problema de reclamo personal del afectado, al grado de que podría incluso enfrentar problemas legales producto de su inocente o imprudente acto.

Sin duda alguna se puede decir lo que una situación como la adicción al uso desmedido del celular o la tablet, degenera también hacia los demás al momento en actos maleducados al momento de compartir con familiares, amigos y compañeros de trabajo, sin tener la educación o la cortesía de dejar de usarlos al momento de tener reuniones familiares, incluso a la hora de las comidas, esto se conoce como “phubbing” explicado como el acto de ignorar o despreciar a los demás, abusando del uso de dispositivos como el celular o la tablet, en un claro irrespeto a las personas con las cuales interactuamos o convivimos.

El problema que hoy referimos, es además de un mal hábito moderno, un hecho que le puede generar peligros en su seguridad personal ya sea de manera directa o indirecta, producto de su indiscreción y su entrometimiento en la vida ajena, lo cual puede en algún momento crear malestar o incomodar a alguien y es allí donde se puede calentar la situación y comprometerse con alguien afectado y que reaccione con violencia, ya se han conocido casos reales de ataques en especial contra féminas.