Dos italianos y un argentino

Por: Segisfredo Infante

En fecha recientísima tuvimos la oportunidad de contar con la presencia de tres intelectuales extranjeros en Tegucigalpa, que han venido a enriquecer los quehaceres culturales de nuestra periférica provincia. Me refiero al poeta y traductor italiano don Emilio Coco. Al erudito editor (también italiano) don Walter Raffaelli. Y al prestigioso poeta argentino don Jorge Boccanera. Los tres personajes vinieron a leer poesía y a dialogar sobre la misma, gracias a las fuertes iniciativas del Taller Literario “Alicanto”, que coordina el todavía joven poeta y gestor cultural don Rolando Kattan, amigo personal nuestro, académico de la lengua, colaborador de la revista histórico-filosófica “Búho del Atardecer”, y columnista del diario LA TRIBUNA.

Vimos a los tres personajes en el Centro Cultural de España, acompañados por el embajador dominicano don Marino Berigüete. En el Centro Cultural (le formulé este breve comentario a don Joaquín Benito) no cabía ni una persona más. A la noche siguiente tuvimos el placer de escucharles en el Teatro Nacional “Manuel Bonilla”, cada uno de ellos relatando sus historias literarias y personales; o leyendo sus mismos poemas, sobre todo a don Jorge Boccanera, quien hizo mención de sus amistades previas en Honduras. Luego escuchamos los poemas endecasílabos de don Emilio Coco, un escritor que ha estado influido, principalmente, por la poesía y las traducciones de su hermano, del griego y del latín, antiguos, hacia el italiano actual. En su libro “Del Dolor y la Alegría” don Emilio Coco hace un hermoso homenaje a este hermano fallecido don Michele Coco. Este libro me lo obsequió el poeta y traductor, bajo una gotas de lluvia, la misma noche en los alrededores del “Manuel Bonilla”. En la tarde siguiente les acompañamos en el Auditorium “Alma Mater” del edificio administrativo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, en donde recibieron diplomas entregados por don Julio Raudales. Aparte de ello me informaron de otras muchas actividades con otros grupos de escritores y talleristas. De tal suerte que las actividades fueron intensas para todas las personas, especialmente para las amigas del Taller Literario “Alicanto”: la poeta Denise Vargas, la poeta Kris Vallejo, la traductora Frances Simán. Y la amiga solidaria la abogada Lorenza Durón.

Por mi parte gocé de la gran oportunidad de tenerlos de invitados en mi programa televisivo “Economía y Cultura”, de TEN Canal Diez. A don Jorge Boccanera lo estuve leyendo con intensidad con un mes de anticipación, desde antes que él viniera a Tegucigalpa. A don Emilio Coco lo leí en el último momento. Conversamos, en el programa, sobre la poesía de tendencia hermética de Boccanera. Lo mismo que sobre los versos endecasílabos bellísimos (incluyendo unos sonetos) en italiano y en español de don Emilio Coco. También mencionamos, sin ningún prejuicio, a nuestros escritores italianos, españoles y latinoamericanos predilectos. Frances Simán había tenido la obsequiosidad de entregarme una edición artesanal de la “Antología Personal” de Boccanera. Pero a uno de los libros del poeta Coco, apenas pude acariciarle su portada, y hojear algunas de sus páginas, en medio del programa televisivo.

Don Walter Raffaelli, es un caso muy especial. Es un editor “pequeño” que posee una de las editoriales más prestigiosas de Italia, y que cuenta en sus haberes con unos trescientos poetas hispanoamericanos traducidos al italiano. Él sostiene la tesis que “la poesía es la máxima expresión del arte”. En consecuencia poco importa que la poesía sea menos rentable o que exhiba un limitado mercado de compradores y lectores. Tengo la primera impresión que Raffaelli continuará publicando poetas hispanoparlantes el resto de su vida, por su profesión de editor pero, sobre todo, por su convicción acerca de la importancia histórica de la poesía a través de todos los tiempos, desde la Antigua Grecia hasta la actualidad. Compartimos, con don Walter Raffaelli, nuestra común admiración por Dante Alighieri, por Miguel de Cervantes y por William Shakespeare.

La idea, a veces utópica, es que nuestros visitantes retornen a Honduras y conozcan más a fondo nuestro país, tanto en sus letras como en otras actividades culturales. Que conozcan a las nuevas generaciones de escritores, ya se trate de poetas, narradores, filósofos, historiadores, teatristas y científicos, a fin de compartir una imagen un poco más abarcadora de las potencialidades y de los actos de una sociedad que se mueve en las orillas del mundo como Honduras. Pero que a veces pareciera moverse con una fuerza intelectual inusitada, muy por encima del término medio.