Indocumentados no son amenaza para Estados Unidos

Por: José Rolando Sarmiento Rosales

Artículo publicado en el Diario LA TRIBUNA el día 4 de mayo, nos revela que estudios recientes realizados a la población inmigrante en los Estados Unidos, revelan que los indocumentados no son una amenaza para esa nación. Según el diario Mundo Hispánico, las investigaciones concluyen que los indocumentados no son una amenaza a la seguridad pública de Estados Unidos, y su presencia no está relacionada con el aumento de los crímenes violentos o los problemas con alcohol y drogas del país, según un estudio del sociólogo Michael Light, que se suma a otros análisis recientes que contradicen la retórica antiinmigrante del presidente Donald Trump. “No hay evidencias que sugieran que el incremento de la inmigración indocumentada esté asociado con una tasa mayor de crímenes violentos”, declaró a Efe. Light, profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison. Este sociólogo comparó en un estudio que será publicado este mes en la revista “Criminology”, las tasas de inmigración entre 1990 y 2014 y los índices de homicidios, violaciones, robos y agresiones graves que compila la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y organizaciones privadas, como el Pew Research Center. Contradictorio a los argumentos utilizados por el presidente Donald Trump, en los últimos 24 años, la población indocumentada en EE UU se ha triplicado, de 3.5 millones a 11.3 millones, pero en el mismo período los crímenes violentos se redujeron a la mitad, señala el estudio, se caen por burdas las aseveraciones del hoy mandatario.

El estudio realizado por profesionales y entidades estadounidenses refleja más aún, los indocumentados, que provienen en su mayoría de México, no son los “bad hombres” mencionados por Trump en sus discursos de campaña electoral, ni una vez llegado a la Casa Blanca, para justificar el endurecimiento de las políticas migratorias y arremeter contra el país vecino por su inacción en esta materia. Los indocumentados son personas “no propensas a delinquir”, y que, por su estatus, tratan de evitar los problemas para pasar desapercibidos y no ser deportados, señala el estudio. También destaca la “naturaleza selectiva” de la inmigración, que requiere mucha “motivación, ambición y planificación” entre quienes lo hacen de manera clandestina. Otro estudio reciente de Light también comprueba que el influjo de inmigrantes sin papeles tampoco influye en las tasas de arrestos por consumo de drogas y alcohol, o la cantidad de muertes por sobredosis o manejo bajo la influencia de estas sustancias. “El estudio de los indocumentados es muy difícil y comprende un área donde mucha gente habla sin fundamentos”, señaló el criminólogo, que contó con la ayuda de su colega Ty Miller, de la Universidad Purdue, en Indiana.

Según Michael Light, la presunción de que existe un vínculo entre la inmigración no autorizada y los crímenes violentos ha colocado el tema en el centro de la discusión pública y de las prioridades policiales del país. Actualmente el gobierno federal gasta más en Inmigración y Control de Aduanas y la Patrulla Fronteriza, que en el resto de las agencias policiales federales, incluyendo el FBI, la agencia antidrogas DEA, el Servicio Secreto y el Servicio de Alguaciles (US Marshall). “Este vasto aparato de justicia criminal ha sido construido sin evidencia empírica de que la inmigración indocumentada y la violencia estén vinculados”, señala el estudio. El análisis de Light y Miller, se suma uno publicado recientemente por el Instituto Cato sobre la criminalidad entre inmigrantes indocumentados en Texas y comprobó en 2015 que las tasas de arrestos y condenas de personas sin papeles eran mucho menores que las de personas nacidas en el país. Ese año hubo 409.063 nativos estadounidenses condenados por homicidio, delitos sexuales y robos y solamente 7,643 indocumentados, y estiman que en 2016 la tasa sería todavía menor.

“Los inmigrantes no cometen crímenes, son menos propensos a hacerlo que los nacidos en el país, y a ser encarcelados”, señala el estudio de Cato sobre la criminalidad de los inmigrantes en Texas, un estado donde el 6.4 % de sus habitantes carece de estatus legal. En otro estudio, el mismo instituto concluyó que la inmigración no está relacionada con ataques terroristas, y, aunque los provoca, el riesgo es menor. Señala como ejemplo que la posibilidad anual de ser asesinado en un ataque terrorista en suelo estadounidense cometido por un extranjero entre 1975 y el final de 2015 era de 1 en 3.6 millones. En los atentados del 11 de septiembre de 2001, los terroristas ingresaron al país con visas de turistas o de estudiante, no eran inmigrantes indocumentados.