IGUAL QUE ACÁ

LOS mexicanos –parecidos a los hondureños– no se quedan atrás cuando se trata de ponerle buen humor al dilema o al infortunio. Tal vez solo con la diferencia que allá, en el uso de las redes sociales, son mucho más ingeniosos en sus “memes” a la caterva de fanáticos que aquí, bajo el cauteloso amparo del anonimato –para sacarse clavos sin dar la cara– dan rienda suelta a las tirrias que llevan atosigadas. Sobre la elección presidencial, ya situada a la vuelta de la esquina, circula la siguiente broma: “¿Señora, dice el ginecólogo –mientras realiza la ecografía abdominal– le faltan un par de meses para dar a luz, ya sabe el nombre que le pondrá a la nena?” –“No doctor, hasta que pasen las elecciones”–. “¿Pero cómo es eso –repregunta el médico desconcertado?” –“Si doctor, según el partido que gane, será el nombre que le pondremos a la bebé”–. “¿Pero cómo –inquiere el especialista aún más intrigado– va a llamar a su hija PAN; PRI o MORENA?” –“No –aclara la mamá– si gana el PAN, la llamaremos Milagros; si gana el PRI, la llamaremos Dolores; y si gana MORENA, la llamaremos Socorro”.

Si bien la guasa divierte, los ataques entre los candidatos han sido tremendos. La campaña sucia a la que se recurre, no para crecer en base a propuestas o a la promoción de calificaciones y virtudes propias, sino el lodo regado a discreción para ensuciar al contrincante. (Eso también, igual a acá). Pero, además, las filtraciones, la inmundicia echada sobre el adversario sin dar la cara, procedente de fuente oculta o colgado en portales anónimos que nadie sabe quienes manejan. Se echa a rodar la especie por internet, para que los medios de comunicación convencionales –en su encarnizada competencia– se peleen por divulgarla. (Tampoco hay diferencia con lo que hacen acá). Sin embargo poco de lo dicho ha surtido efecto negativo sobre el candidato que encabeza las consultas de opinión. Nada pareciera afectarle. Bien puede ser por el sesgo cognitivo –no como reacción consciente sino emocional que se dispara espontáneamente– sobre el que aludíamos en un artículo anterior. Ello es por lo selectivo que es la persona de escuchar diferentes puntos de vista, dudando, rechazando, ignorando y hasta bloqueando de su mente lo que se opone a su forma de pensar, mientras escucha, cree y recuerda aquello que confirma lo que ya piensa. “Varios estudios han demostrado que al escuchar una postura que amenaza nuestra cosmovisión, el cerebro responde fisiológicamente activando las mismas partes que cuando detecta peligro”.

Como quien ve un alacrán arrastrándose por la almohada. Hasta la fecha, a pocos días de las elecciones, AMLO ha cobrado una distancia de unos 20 puntos sobre su más cercano contendiente del PAN. No hubo tal desmoronamiento de esa candidatura –pese a los carnudos y zancadillas para derribarlo– como hubiese deseado el candidato del partido de gobierno. Toda la pólvora gastada en hacer estallar esa candidatura no ha servido para ocasionar un desplazamiento entre el segundo y el tercer lugar. Ambos, con pequeñas oscilaciones, se mantienen casi inamovibles donde han estado, mientras el daño recíproco que se ocasionan, lo que ha conseguido es agrandar la ventaja del que permanece a la cabeza. Lo que se disputan quizás sería cuál partido se corona con los laureles de la oposición. Vaya ironía, ahora el pleito no solo es por alcanzar el poder sino por cuál se ubica como la oposición genuina al que lo obtiene. (Igual que acá).