LA NOMENCLATURA DEL AYER

En una plática con el exalcalde capitalino Henry Merriam y posteriormente con el director de Infraestructura de la AMDC Ing. Roberto Zablah, abordamos como tema, que la capital hondureña adolece de nomenclatura y ahora nadie conoce avenidas, bulevares, calles y callejones por los nombre que en el pasado eran parte de la identidad perdida del poblado que apareció en la geografía hondureña hace 440 años.

Antes de 1938, las calles del poblado conservaban los nombres que en la época colonial se le dieron por estar asociados a eventos religiosos, a ubicaciones, a los barrios que se fundaron y a las leyendas que surgieron en un clásico pueblo levantado con el sello español.

Hacer un trazado de Tegucigalpa fue muy difícil, como centro minero recostado en las faldas del cerro El Picacho, en forma desordenada se asentaron los pobladores en un terreno muy irregular, donde las planadas eran muy cortas y las elevaciones a orillas de los ríos y quebradas hacían que las calles estrechas y callejones surgieran como una necesidad para transitar de lado a lado. El sector de Comayagüela era lo más plano, pero se destinaba a los hatos ganaderos, a maizales, a huertas, pequeñas fincas y la concentración habitacional estaba en el sitio donde surgió el Real de Minas.

Los primeros nombres de esas calles abiertas de oriente a poniente fueron la Calle del Vía Crucis desde la plaza de San Francisco, donde estaba el convento de San Diego hasta El Calvario, su nombre obedeció a la ruta de la procesión el viernes de la Semana Santa; la Calle de la Pasión desde la Catedral hasta la zona del Barrio Abajo, donde hoy está el parque Herrera, ruta de la procesión del prendimiento el Jueves Santo, la Calle de Los Naranjos desde La Plazuela pasando frente a la Casa de la Moneda (FOTO 1) hasta el barrio La Moncada, la Calle de la Ronda que se extendía desde ese barrio hasta el Barrio Abajo pasando por la plaza de Los Dolores , la Calle de El Guanacaste desde el río Chiquito al cerrito de La Ronda y por último una corta del Barrio Abajo al inicio de La Pedrera que se conocía como la Calle de Los Dolores.

La casa de la familia Murillo, comienzo de la Avenida Máximo Jerez, hoy esquina opuesta al parque Finlay.

De norte a sur pequeñas calles y callejones se identificaban como La Fuente, La Pedrera, La Leona, Las Damas, El Guajoco, Calle del Comercio, La Cabaña, Las Vacas, Casamata, Los Horcones, Cuesta Lempira, Buenos Aires, Las Delicias, El Jazmín, El Olvido, Callejón Castillo Barahona, Callejón Casco, Callejón Bellucci, Calle de Las Gradas y La Hoya.

Comayagüela facilitaba más la organización en su trazo y de norte a sur se marcaron en línea recta la primera avenida paralela al río Grande, la segunda avenida o Calle Real, la tercera, la cuarta, la quinta y la sexta avenida que en 1921 en la ocasión de conmemorase la primera centuria de vida independiente en el gobierno del Gral. López Gutiérrez se bautizó como Avenida Centenario.

En l938 la autoridad del municipio del Distrito Central integrado por las ciudades de Tegucigalpa y Comayagüela, resolvió designar con nombres a las cinco vías que de oriente a poniente cruzaban Tegucigalpa, la Calle La Ronda pasó a convertirse en la Avenida “Máximo Jerez” nombre del patriota nicaragüense general y abogado, seguidor del general Morazán que vivió en la capital de Honduras durante su exilio político prestando en 1869 sus servicios como catedrático en la Universidad Nacional.

Esta avenida se denominó con ese nombre desde la esquina de una vieja casa (foto 2) frente a la cuartería que se conocía como El Carrusel hasta el Barrio Abajo, pasando por la plaza frente a la iglesia de Los Dolores (foto 3).

La Avenida Jerez a su paso por Los Dolores. En una de esas viejas casas de alerones de tejas vivió la profesora Visitación
Padilla.

La que por muchos años se conoció como la Calle de la Pasión se prolongó desde La Plazuela incorporando la Calle de los Horcones (foto 4) hasta el Teatro Nacional y se bautizó con el nombre de “Avenida Paz Baraona” en honor al expresidente santabarbarense Dr. Miguel Paz Baraona, ciudadano que ejerció constitucionalmente la titularidad del Ejecutivo de 1925 a 1929.

La Calle del Vía Crucis fue nominada “Avenida Cristóbal Colón” en memoria del almirante genovés descubridor de las tierras del nuevo mundo, desde la intersección con el barrio Guanacaste hasta la iglesia de El Calvario en el Barrio Abajo pasando por el costado norte de la Plaza Central donde se estacionaban los taxis de punto (foto 5).

La Calle de los Naranjos que en 1883 se le conoció como la Calle Central de Tegucigalpa pasó a llamarse en la nueva nomenclatura “Avenida Miguel de Cervantes y Saavedra” (foto 6) para recordar al inmortal español autor de “El Quijote de la Mancha” obra considerada como la más grande de la literatura hispánica. Esta vía tomaba su inicio en el barrio La Plazuela hasta llegar al barrio La Moncada.

La Calle de El Guanacaste (foto 7) se bautizó como la Avenida “Juan Gutenberg” en honor al genio alemán inventor de la imprenta en 1450, extendiéndose la arteria vial desde la orilla del río Oro o Chiquito hasta el Cerrito de La Ronda donde se encontraba la cuartería de la familia Fiallos conocida como “El Carrusel”. Fue la calle de las fiestas septembrinas de la Tegucigalpa del ayer.

Calle Los Horcones en La Plazuela, antiguo barrio tegucigalpense.

Algunas calles céntricas se les asignaron nombres, como la Calle del Comercio que pasó a ser la Calle Simón Bolivar desde el viejo edificio de la Escuela de Cabos y Sargentos conocida como la Cuesta del Río hasta la Plaza Central y la Calle Salvador Mendieta desde el final de la Calle del Guajoco, pasando por La Fuente hasta la antigua Casa Presidencial (foto 8).

En Tegucigalpa las otras calles conservaron sus nombres originales y en Comayagüela se decidió reconocer las avenidas y calles por número, exceptuando la primera calle que los vecinos siempre identificaban como “La Calle del Cementerio” (foto 9).

En los años cuarenta se pavimentó la vía desde el puente de El Guanacaste hasta el Hospital General San Felipe, la que recibió el nombre de Avenida La Paz (foto 10), cuya prolongación en los años sesenta desde ese centro hospitalario hasta conectar con la salida a Valle de Ángeles se bautizó como Avenida Los Próceres.

Hoy las vías rápidas conocidas como bulevares también acusan nombres como el bulevar Suyapa, desde el estadio Nacional hasta la Basílica de la Virgen de Suyapa, el bulevar Morazán desde el barrio La Guadalupe hasta la rotonda de la colonia San Miguel, el de las Fuerzas Armadas viaducto interno considerado eje vial que atraviesa la ciudad del este al oeste, el Comunidad Económica Europea desde Guacerique hasta el aeropuerto de Toncontín, el Kuwait que parte desde los Altos de El Prado hasta la colonia El Pedregal, el Juan Pablo II prolongación del bulevar Centroamérica que conduce a las colonias orientales como la Kennedy.

En la actualidad la capital cuenta con nuevas vías como el anillo periférico y rutas de doble vía como la existente en el complejo deportivo “José Simón Azcona”, en la colonia La Hacienda y los pasos a desnivel para aliviar el congestionamiento vial. Esta bien el modernismo pero es necesario rescatar la identidad de la ciudad y con ello la nomenclatura perdida que las generaciones de hoy desconocen totalmente, parece ser que vivimos en una ciudad sin historia.

Hasta la próxima semana.