Élites, redes de poder y la política en Honduras (1/2)

Por Óscar Lanza Rosales
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El día de hoy quiero referirme a una publicación que ha circulado en las redes sociales bajo el nombre de “Élites, redes sociales y régimen político en Honduras”, en la que el investigador principal es el reconocido y prestigiado historiador hondureño, Marvin Barahona, con el patrocinio de la ONG inglesa Oxfam y un Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús, teniendo como soporte los valiosos informes de InSight Crime y Sarah Chayes, entre otros.

Entendiendo como élite, un grupo de personas selectas, minoritarias, que goza de un estatus privilegiado por su prestigio, reconocimiento, influencia o riqueza -que según ellas- les da el derecho de rectorar la vida de una sociedad, convirtiéndose en factores claves para posibilitar o impedir cambios en la misma, derivándose de ahí una primera clasificación de élites conservadoras, progresistas, dominantes, o de acuerdo al sector donde se generen, a élites políticas, económicas, empresariales, industriales, científicas, intelectuales, artísticas, deportivas, según sea el caso.

En el caso de Honduras, en esta segunda clasificación, principalmente las élites políticas y económicas, hasta 1982, el estudio da a entender, que actuaban casi por separado.

Por lo extenso de la publicación, hoy solo me voy ocupar del propósito que persigue, y a las conclusiones más importantes a las que ha llegado la investigación.

La publicación tiene como objetivo, el estudio de los mecanismos y estrategias utilizadas por las élites hondureñas en los últimos 30 años, en su accionar económico, político y social, para construir una élite poderosa en un corto tiempo, que quiere crecer tanto hacia dentro como hacia afuera de Honduras, hasta convertirse en un poder absoluto, en el que resulta difícil distinguir entre lo lícito y lo ilícito, lo legal y lo ilegal, lo legítimo, y lo ilegítimo, en que se dan varios mundos paralelos y se traslapan, la política, la economía y la sociedad, el rasgo más destacado cuando se estudia la realidad de la Honduras actual. Un proceso en que sus agentes claves se convirtieron en el principal instrumento para reorientar radicalmente las funciones del Estado, a su servicio exclusivo, y colocarlo en una dirección opuesta a los intereses de la sociedad y sus ciudadanos.

Una élite poderosa y con poder absoluto que facilita a las redes ilícitas o de poder indebido a insertarse exitosamente en las actividades económicas y políticas de la sociedad hondureña.

Según el estudio, el curso de este proceso de transición se inició desde 1982 en su dimensión política, con la elección de Suazo Córdova como presidente, y desde 1990 en el plano económico, con el gobierno de Callejas, con la toma de medidas neoliberales. Una transición que constituye el hilo conductor y el telón de fondo para comprender los mecanismos estratégicos que utilizó la élite para apropiarse lícita o ilícitamente de los recursos políticos y económicos del país.

Una conspiración de la élite -según la publicación- para aumentar su poder, disfrazada y presentada socialmente como una historia de éxito empresarial o de empoderamiento natural de los grupos que asumieron la conducción de la transición política y económica en 1982 y 1990.
Y pone como soporte de esa supuesta reconfiguración de las élites hondureñas, las siguientes evidencias:

Las revelaciones hechas en tribunales de los Estados Unidos (EUA) por líderes de organizaciones ilícitas que amparan el narcotráfico y el crimen organizado.

La apertura económica y las reformas legales e institucionales introducidas en la década de 1990 para impulsar una economía moderna y competitiva. El mismo patrón que predominó en Honduras, en los siglos 19 y 20, que propició el surgimiento y consolidación de importantes grupos de poder económico y político.

Elevada concentración de recursos económicos y financieros en un reducido número de familias y grupos, que en el extremo opuesto generó una población que se encuentra mayoritariamente bajo la línea de la pobreza, sometida a un control social y político, casi absoluto.

Elevada concentración de capitales, producción, beneficios y privilegios, con escaso número de agentes económicos, dedicados principalmente a la exportación al mercado global y al sector financiero.

En el ámbito centroamericano se menciona Honduras, como uno de los países con mayor número de multimillonarios de la región, cuyas empresas y entidades financieras son capaces de invertir en los rubros estratégicos de otras naciones, absorber bancos y compañías de seguro, adquirir bienes y demostrar su poderío con donaciones que los presentan como empresa socialmente responsables.

En mi próximo artículo brindaré más información sobre el mismo tema.