Política exterior: nuevos actores

Por Juan José Castelli
Embajador de la República Argentina

Tal como lo escribí en el artículo titulado: Temas de política exterior: Nuevos actores publicado por la asociación profesional del Cuerpo Permanente del Servicio Exterior de la nación-edición No. 7 (2015), aquella sociedad en la que los estados desempeñaban un rol casi exclusivo del derecho internacional y actuaban de manera excluyente en las relaciones internacionales, abrió paso a una realidad nueva, distinta, que consolidó la actividad de otros múltiples protagonistas dentro del plano mundial, que cada vez exhiben mayor presencia y generan un marco de interdependencia y globalización heterogéneo y fluido, instalado ya definitivamente en el siglo XXI. La explicación de la génesis de este fenómeno que define a “los nuevos actores de la política exterior” es relativamente simple si se lo analiza a través de la radical transformación tecnológica iniciada durante la segunda mitad del siglo XX producida, especialmente en los medios de comunicación masivos que posibilitó una inédita interrelación mundial la que se tradujo en un instantáneo y masivo contacto directo entre instituciones y personas.

No es el caso ampliar aquí las características de este proceso, sobre él ya se han escrito incontables artículos y se han conocido innumerables reflexiones académicas. Sí interesa destacar, a los fines de este trabajo, que esta rapidez para “llegar a cualquier parte del mundo”, entre otros efectos, el “salteo” de la tradicional mediación del Estado requerida anteriormente, en muchos casos, es para poner en contacto diferentes actores de distintos países e implementar nuevas gestiones.

Este nuevo escenario obligó al Estado-nación a compartir su protagonismo en el plano global con otros varios actores como los gobiernos provinciales o municipales, las recientes, y cada vez más numerosas ONG´s, los parlamentos, los sindicatos, los partidos políticos, y las instituciones académicas, entre otros.

Así, la intensa actividad de este grupo de actores generó un cúmulo de acciones de la más variada naturaleza cada vez más independiente de las agendas tradicionales, forzando a los estados a acelerar la toma de decisiones siguiendo el ritmo de la revolución tecnológica que les planteó nuevos desafíos en la definición de su rol y de su capacidad de gestión de los asuntos internacionales.

En la práctica, este tipo de situaciones de naturaleza muy diversa y multifacética acaecidas por la multiplicación de los sujetos con proyección internacional, provocó un cambio en la concepción clásica de la política exterior y, por lo tanto, en su agenda convencional. Los estados debieron iniciar el proceso de reconocimiento de estos nuevos actores y acompañar estas nuevas iniciativas a fin de no quedar encerrados en agendas incompletas.

Queda entonces librado a una definición estratégica que cada estado deberá dar a los alcances de su política exterior y actualizar, en consecuencia, sus instancias institucionales con el objetivo de participar de este nuevo clima internacional y articular la funcionalidad de sus cancillerías para acompañar este proceso, a fin de no quedar excluidas.

En este marco, cuando un grupo de países decide firmar el Tratado de Asociación Sudamericana de Naciones, o participar de las reuniones del G-20 para establecer una posición sobre las negociaciones económicas multilaterales, o formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU, o ratificar un tratado internacional sobre derechos humanos, el Poder Ejecutivo Nacional define temas vinculados a la política exterior, en los que la Cancillería interviene activamente a través de sus funcionarios.

Pero también, y ahí se verifica la ampliación de una agenda clásica, cuando un gobernador viaja al exterior en busca de créditos para su provincia o para definir una agenda comercial, cuando hace lo mismo un intendente o un conjunto de ellos agrupados por región, cuando estos actores firman convenios con otros países relacionados con cooperación en diversos temas, cuando se firma la participación de una provincia o un municipio o una organización no gubernamental en alguna feria o exposición en otro país son, también, entre muchos otros temas de política exterior que requerirían la atención y la gestión de los funcionarios de la Cancillería, y en estos temas no hubo en muchos casos una definición previa del Ejecutivo Nacional sino una acción coordinada y aceptada entre estos nuevos actores.

Si no se incorpora cabalmente y se reestructuran las funciones de esta área de gobierno, se corre el riesgo de quedar rezagado de la actuación de estos nuevos actores, los que seguramente crecerán en sus contactos internacionales e incorporarán y consolidarán cada vez más acciones, posiblemente expandidas a áreas como comercio exterior, finanzas, turismo e intercambio académico.