El “Chavo” Verdial, un singular personaje de San Pedro Sula

Mario Hernán Ramírez

Nuestra Honduras, a mucha honra es la única República de la región centroamericana, que cuenta con dos grandes ciudades, las que dicho sea de paso permanecen en constante competencia, para alcanzar cada una las metas y objetivos con que sueñan sus habitantes. Esas dos grandes urbes son Tegucigalpa, la capital política del país y San Pedro Sula, la capital industrial del mismo.

San Pedro Sula, a pesar de que su fundación se remonta a la época de don Pedro de Alvarado, a la que se le ha dado en llamar la ciudad del adelantado, es una metrópoli relativamente joven y por eso precisamente es que está alcanzando los niveles arquitectónicos y tecnológicos que la ubican como una de las grandes ciudades de América Latina, de acuerdo con las estadísticas de los organismos internacionales encargados de supervisar este tipo de actividades alrededor del mundo.

Esta hermosa ciudad, antaño llamada de los laureles y los zorzales, prácticamente arranca en su desarrollo físico en la segunda década del pasado siglo, cuando la influencia de las compañías bananeras de la costa norte hicieron acto de presencia en sus inmediaciones como El Progreso y La Lima en donde los hombres de pelo rubio y ojos azules sentaron sus reales y crearon, por ejemplo, en la otrora vía de La Lima el famoso Meshole, que era todo un atractivo para quienes lo fundaron, sus invitados y turistas que con alguna frecuencia visitaban esos elegantes y paradisíacos rincones de calor ardiente, pero sofocado por la ingesta de la famosa cerveza Salvavida (Salvador Vacaro/Vicente Dantoni), que desde el puerto de La Ceiba se expandió por toda la región norte. Por supuesto, que no solo cervezas eran las delicias de aquellos hombres que alternaban con los “pudientes” de las localidades mencionadas, pues abundaban los refrescos y los helados como ice creams, chupaletas y otros deliciosos manjares que como las ch
upaletas de míster Bell, nadie las ha vuelto a hacer como él.

Esta noble, augusta, señorial y hospitalaria San Pedro Sula ha tenido la suerte de contar con algunos jefes edilicios de mucha visión futurista que le han impreso su sello de calidad humana y han alcanzado grandes logros en el desarrollo físico de la ciudad que hoy sobrepasa el millón de habitantes, quienes en su inmensa mayoría se dedican al trabajo redentor y progresista, en donde se combinan el músculo y el talento para sacar por la borda la actividad política, tan en boga en su homóloga Tegucigalpa, la que dicho sea de paso en los momentos actuales está viviendo el mejor período de su historia en cuanto a su mejoramiento físico.

Pues bien, igual que en Tegucigalpa, con el Jardín de Italia, en San Pedro Sula durante muchísimos años funcionó la cafetería Atenas que era el lugar obligado de los parroquianos profesionales de las distintas materias y muchos autodidactas que gustaban disfrutar de las amenas charlas que en el mismo se desarrollaban diariamente.

Allí en el café Atenas y a instancias del veterano periodista Gabriel García Ardón, decano del gremio en aquella zona, surgió el típico nombre de un personaje que andando el tiempo se ha convertido en una leyenda en San Pedro Sula, porque es un ciudadano polifacético y entregado de lleno al trabajo, el que alterna en algunos momentos de ocio, conversando ahora en el Skandia del Hotel Sula con los amigos de su preferencia; nos referimos al ilustre abogado Rafael Emiliano Verdial, quien según nos refirió recientemente, su ascendencia viene directamente de España, posiblemente de Galicia, que es la cuna del buen humor en la Madre Patria, ya que conversar con el abogado Verdial, es darse el mejor banquete espiritual que persona alguna pueda disfrutar, pues la conversación independientemente de ser interesante por su condición académica, es variada y matizada con el humorismo propio de los españoles, de ahí que el “Chavo” Verdial es un personaje que todo el pueblo sampedrano conoce y reconoce, desde los más encumbrados empresarios hasta los más humildes lustrabotas disfrutan de su agradable y constructiva plática, que lo ha vuelto un personaje popular, querido y respetado en esa ciudad que está próxima a celebrar sus quinientos años de fundación.

El abogado Verdial, nos ha honrado con su amistad y de verdad que nos sentimos contentos y agradecidos con el Altísimo por habernos proporcionado la oportunidad de conocerlo, tratarlo y establecer una bonita amistad que a lo largo del tiempo se ha venido fortaleciendo por muchas razones, particularmente por el factor solidaridad de que él también hace gala con las personas que a su juicio ameritan este desprendimiento humano; por eso en Calendas IV sentimos el placer y el honor de consignar su nombre, ya que su ejemplar conducta lo ubica entre los paradigmas, que enaltecen no solo el terruño que los vio nacer, sino a la nación entera. Y en esa posición está nuestro amigo, el ilustre abogado Rafael Emiliano Verdial a quien le dedicamos estas líneas que confiamos han de ser del agrado de quienes las lean, porque en ellas interpretamos el pensar y sentir, estamos seguros, es el deseo de todos los que también han gozado de su aprecio.

Ahora descansando en la paz del Señor, nuestro ilustre y recordado amigo abogado Rafael Emiliano Verdial.