Municipios hondureños, su incidencia en el acontecer del país

Por: Rubén Darío Paz*

Al reflexionar sobre los avances y retrocesos en el desarrollo de los municipios de Honduras, podemos deducir, que, en los últimos veinte años, algunos han experimentado logros sorprendentes, bien en materia de infraestructura o mejorando los índices relacionados con las condiciones de educación, seguridad, salud e incluso fomentando los valores culturales de su población. Sin duda Cane en el departamento de La Paz y Colinas en Santa Bárbara, son los mejores ejemplos de gestión y desarrollo municipal a nivel nacional.

Debemos reconocer que existen municipios en Honduras, que su nivel de desarrollo a pesar de las rezagadas “transferencias estatales”, no logran divisarse y es de considerar si merecen seguir teniendo la categoría de municipio, o se buscan alternativas para insertarlos en programas de desarrollo. Un reordenamiento territorial sería significativo, incluso a nivel de administración, el intercambio comercial de numerosas aldeas y municipios no siempre coinciden con las cabeceras departamentales correspondientes.
Un caso particular, digno de estudiarse en Honduras, es el hecho de que algunas aldeas dispersas en nuestra geografía han venido experimentando movimientos económicos importantes y sus avances en el área de infraestructura son notables, por tales razones, superan con facilidad a sus respectivas cabeceras municipales. Para ilustrar el enunciado anterior menciono un listado de aldeas que evidencian mayor crecimiento que el mismo casco urbano municipal. Aldeas como Planes en Santa María (La Paz), Florida de Opatoro, (Opatoro La Paz,) San Juan Pueblo (La Másica, Atlántida), Sico y Paulaya (Iriona, Colón), La Flecha, (Macuelizo en Santa Bárbara), Pinalejo, (Quimistán, Santa Bárbara), La Entrada, (Nueva Arcadia Copán). Santa Cruz, (en Guayape, Olancho), El Jícarito, (San Antonio de Oriente, Francisco Morazán), Monjarás en (Marcovia, Choluteca) entre otras, de momento solo las menciono y espero profundizar en una edición especial.

Aunque sabemos que el territorio hondureño, comprende 298 municipios, solo para este ensayo, he querido dejar al margen de análisis a las 18 cabeceras departamentales, que también ostentan la categoría de municipio. Bajo la aclaración anterior trataré de abordar tres municipios de cada departamento, después de la cabecera que lógicamente alcanza mayor desarrollo.

La Entrada, (Copán). Sigue manteniendo la categoría de aldea perteneciente al municipio de Nueva Arcadia, desde 1961 y por decreto presidencial se le permitió a La Entrada, que allí funcionara la alcaldía del municipio, sin que Nueva Arcadia, perdiera su categoría de cabecera municipal. La Entrada, desde hace décadas viene mostrando un notable desarrollo, gracias en parte a su estratégica posición geográfica de entrada al departamento al cual pertenece, más la proximidad con la carretera internacional que da acceso a las fronteras de Guatemala y El Salvador, además de ser un paso obligado de turistas hacia las Ruinas de Copán, a su vez Patrimonio Cultural de la Humanidad.

En La Entrada, la infraestructura comercial y bancaria es notoria y cuenta con una serie de instituciones educativas, funciona el CRAED (Centro de Recursos de Aprendizaje a Distancia) de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Su crecimiento poblacional se entiende a ambos lados de la carretera internacional y su irregular geografía no ha sido obstáculo para albergar nuevos asentamientos, sin embargo, es necesario regular la aglomeración de comerciantes sobre la avenida, principal, al menos por la seguridad de los peatones. Los referentes del impulso económico son relativamente recientes, incluso sus edificios como su iglesia parroquial es de 1954, la elegante alcaldía municipal de 1970 y su parque principal data de 1994.

En sus ferias julianas tienen mucha popularidad los jaripeos, mojigangas, la música de marimbas locales, y la noche del recuerdo con que se culmina fiesta y donde incluso se sigue coronando a la Reina de Reinas.

Copán Ruinas, (Copán). Toda su trayectoria gira en torno al despegue al sitio arqueológico conocido como las Ruinas de Copán, y sus primeras referencias como sitio de interés datan cuando Diego García de Palacios, la describe en una carta fechada el 8 de marzo de 1576. A lo largo del período colonial se menciona de forma escueta y se estipula que el sitio donde ahora se encuentra, figuró con distintos nombres, como La Estanzuela y el Obraje de San José.

Quizás la más entretenida narración relacionada con las Ruinas de Copán es la que tiene que ver con el indio José María Acevedo, quien vendió el terreno donde se encuentran las Ruinas, al explorador norteamericano John Stephan, por la accesible cantidad de (50,00 dólares). Este poblado alcanzó su categoría de municipio el año de 1893, casi al finalizar el siglo XIX.

Sus edificios públicos como el palacio municipal data de la primera década del siglo XX, ya para 1942 gracias a su empuje como municipio se le concedió título de ciudad, pues cuatro años atrás se había aperturado la frontera El Florido, que a su vez le comunica con las comunidades guatemaltecas. Copán Ruinas, tiene un trazo similar a la usanza del pueblo español, conservado y empedrado estratégicamente, están a tiempo de incorporar en los planes de desarrollo, la conservación de sus montañas y cuencas hidrográficas.
Gran parte de los municipios aledaños al mundialmente conocido como Copán Ruinas tienen un potencial interés cultural, sin que a la fecha ninguna Universidad se haya interesado en proponer como oferta académica una carrera de arqueología, antropología o disciplinas afines. Las cifras del municipio descansan en la oferta turística del sitio arqueológico, sin obviar que algunos rubros como la agroexportación de materias primas como el tabaco, son importantes.

Vendrían bien una serie de medidas a orientadas a fortalecer la identidad local, pues cuenta Copán Ruinas al igual que otros municipios del occidente con una amplia y ancestral gastronomía, es aquí donde destacan los derivados del maíz. De especial consideración los “ticucos”, conocidos como “chepes” e incluso con mayor cariño “Josecitos”. Resultan atractivos los conocidos “maitunes”, que no son más que un “tamal de maíz” alargados y envueltos en hojas de caña.1 Sin duda el mercado central de Copán Ruinas resulta atractivo, ahí con frecuencia encontramos “pacayas, saisocos, amargos, guachipilín, choros, loroco, hierba mora, albahaca, juniapa, palmitos, subtes (especie de aguacate local). Flores comestibles como los “pitos” y flores de ayotes son abundantes. Las bebidas igual constituyen un aporte sustancias para numerosas familias, el atol chuco, agrio, de elote, de piña. Resulta interesante que algunos puestos de atol chuco, hayan iniciado desde los años setentas, siendo el más conocido el denominado como “la atolera el pijazo”.

Es relevante el hecho que, a escasos kilómetros de la población de Copán Ruinas, subsistan varias aldeas de tradición Chortí que ostentan una riqueza cultural importante, aunque no existan desde el Estado una serie de políticas de inclusión y que les dé el valor cultural que se merecen.

Corquín, (Copán). Es uno de los municipios de Copán, que ha experimentado importantes logros en varios rubros. Su trazo urbano muy siglo XIX, se sigue conservando, una serie de calles y avenidas se adaptan a un terreno irregular, y fueron empedradas como emulando a la ciudad de Santa Rosa de Copán.

Tiene una plaza comercial importante, aunque es superado por el vecino municipio de Cucuyagua. Corquín, recobra mayor incidencia, durante los fines de semana. La producción cafetalera ha alcanzado logros de trascendencia y produce un poco más del 35% de la taza departamental. Algunas fincas cafetaleras han logrado convertirse en referentes en el manejo agroecológico y para ello al interior de algunas fincas, se han reacomodado hoteles de montaña.

Valdría la pena considerar en el casco histórico de Corquín, la existencia de una serie de edificios públicos (dos iglesias) y el cabildo municipal, destacan además un considerable número de casas de arquitectura tradicional, unas bien conservadas, cuentan con techos a dos aguas, amplios corredores, patios interiores, fuentes de aguas, murales e incluso jardines que valdría la pena restaurarlos e insertarlos a una oferta de turismo histórico-cultural.

Particular interés representa el cementerio local, que según datos empezó a funcionar el año de 1880, y exhibe una arquitectura necrológica de líneas neoclásicas, justo como para ser considerado en un estudio comparativo amplio, donde se incluyan cementerios similares, como el de la aldea de Antigua Ocotepeque, Trinidad en Santa Bárbara y Santa Rosa de Copán para mencionar los mejores ejemplos.

Rubén Darío Paz. Director de Gestión Cultural en el Centro Universitario Regional de Occidente-UNAH-CUROC. Docente investigador en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, en la ciudad de Santa Rosa de Copán. Historiador, con estudios de Antropología Cultural en la Universidad de Salamanca, España. Es autor y coautor de varios libros de su especialidad, ensayista y fotógrafo, es miembro de Número de la Academia de Geografía e Historia. (Correo [email protected]).

1 Especial agradecimiento a la Lic. Delfina Palacios, quien mejor conoce la gastronomía local y gentilmente me proporciono datos puntuales.