Las gavetas del Congreso

Por Denis Castro Bobadilla

Doctor, abogado y médico forense
II Vicepresidente del Congreso Nacional

Siempre he creído que los seres humanos tenemos una misión especial en el mundo: servir a nuestros semejantes de acuerdo a nuestra capacidad y en la medida de nuestras posibilidades. Y más cuando estamos en política, ya que esta es y debe ser siempre una actividad al servicio de las mayorías más necesitadas.

Desde mi primer día en el Congreso Nacional asumí el compromiso de legislar en beneficio de los hondureños, lo cual he hecho con responsabilidad y vocación de servicio a mi país. Pero, por desgracia, la buena voluntad muchas veces se estrella con la malicia, con la inoperancia, con la envidia y hasta con la maldad de muchos que no velan más que por sus propios intereses o por los intereses de sus amos de turno.

Hasta hoy, he presentado en el Congreso varias iniciativas de ley que solo pretenden beneficiar a los hondureños, pero la mayoría están engavetadas sin esperanza de que sean aprobadas algún día.

Todos sabemos que nuestros compatriotas discapacitados sufren discriminación y que sus condiciones de vida son lamentables. Además, las ONGs que supuestamente trabajan para ayudarles a vivir mejor es poco o nada lo que hacen, sin embargo, reciben cada año 150 millones de lempiras de los que nadie conoce su destino.

Hace unos meses presenté al Congreso una iniciativa de ley para la creación del Instituto Hondureño del Discapacitado, que tendrá como objetivo principal mejorar las atenciones y los servicios a nuestros compatriotas discapacitados, procurando su desarrollo integral, pero esta propuesta está engavetada y parece que a nadie le interesa aprobarla.

Bien.

Si usted tiene ahorros en los bancos de Honduras al momento de su muerte, sepa que sus beneficiarios pasarán por muchas dificultades para retirar el dinero que usted les deje. Tendrán que contratar un abogado, esperar que un juez decida que tienen derecho legal al dinero y por ley estarán obligados a pagar los costos, pago que saldrá de lo que fueron sus ahorros; pero, mientras el juez decide, el banco cobrará un porcentaje mensual por “administrar” la cuenta, de manera que cuando sus beneficiarios reciban algo, serán las migajas que les dejen los abogados, el juicio y los abusivos intereses bancarios.
Yo he querido que el Congreso derogue los artículos que avalan semejante latrocinio, pero este proyecto también está engavetado.

Las rutas aéreas de Honduras están en manos de unos pocos, y algunas no las explotan pero las tienen acaparadas para evitar la competencia. Y mi iniciativa en el Congreso para que esto se regule, está en una gaveta donde se ha olvidado. Pero algo más indignante es que está engavetada mi iniciativa para que no se les suspenda su pensión a los jubilados. Junto a esta está la iniciativa que presenté para la creación del Instituto Hondureño de Ciencias Forenses, tratando de mejorar el sistema forense del país, ayudando así a mejorar la investigación criminal, haciéndola más científica y profesional con la intención de lograr una efectiva y verdaderamente justa aplicación de la Justicia.

Pero también está engavetada mi propuesta para que se sancione severamente a quienes manejen un vehículo bajo los efectos del alcohol y otras sustancias psicotrópicas, con esta, sigue guardada mi propuesta para que se le suba un lempira a la cerveza, dinero que va a servir para crear un hospital que atienda traumas provocados por personas ingeridas de alcohol u otras drogas.
Además, yo quise que se respeten la Constitución y las leyes, que se respete el debido proceso en los juicios y que no se viole el principio de inocencia. Por eso presenté una iniciativa para reformar la Ley de Privación de Dominio que en la actualidad les quita a los acusados todos sus bienes sin haber sido vencidos en juicio, lo que va contra la ley, contra la Constitución y contra todo derecho humano. Estamos en contra de los delincuentes, pero queremos que los derechos humanos de todos se respeten en el marco de la Constitución.

Y así, están engavetadas más iniciativas mías en beneficio de los hondureños, como la ley para la donación de órganos, una forma científica, humana y altruista de salvar vidas. Y en una gaveta duerme también mi propuesta para que se pavimente la carretera a Lepaterique, una zona productiva que merece ya la atención del Estado.

Yo me pregunto, ¿entonces para qué somos diputados? ¿Para qué sirve el Congreso? ¿Es solo para aprobar leyes que benefician a unos pocos? ¿Por qué las comisiones de dictamen no hacen su trabajo como debe ser? Solo deseo que el pueblo juzgue. Yo vine al Congreso a servirle a Honduras. Y punto.