¿Te acuerdas?

**El clima de inseguridad reinante ha impedido que nuestra niñez y juventud se divierta sanamente en espacios abiertos como lo hacía un ayer. Entretenimientos tradicionales que pasaron al olvido

¡Hola amables lectores! Un fuerte abrazo a todos.

“La violencia e inseguridad en que hoy vivimos nos ha quitado nuestra libertad, la de nuestros hijos y nietos“, se queja doña María Acosta de barrio El Edén de Tegucigalpa.

Su vecina, doña Martha Segovia, a la que dice ahora casi no ver por el encierro forzado, recuerda: “Cuando éramos niñas jugábamos de lo lindo en estas calles que no eran pavimentas y con libertad a toda hora”.

Las dos casas están entre barrotes. La sexagenaria nos dice: “Nuestros hijos iban allá a Viera -señalando hacia la parte alta de un cerrito- a jugar fútbol al campo que ahí había (hoy un complejo de apartamentos) sin tener el temor que les pasara algo.

Hoy todo eso se perdió, es más, ni canchas hay y cuando los niños juegan potra en la calle, los nuevos vecinos se enojan, andamos crispados, mijo”.

“Los comentarios de estas dos mujeres podrían representar la misma opinión de buena parte de la población de nuestro país.

La cebolla. ¿Ahh qué te acuerdas?

FORZADOS

Poco a poco las colonias se fueron quedando con calles desoladas a toda hora. Pero en los barrios la cosa estaba pasando diferente. Los amigas y amigas aún se reunían para conversar y jugar.

Oyendo y viendo las funestas noticias, la alegría de la gente se ha ido diluyendo. Entrada la noche, la mayor parte de nuestras ciudades con mayor índice poblacional van quedando solitarias.

La violencia, incertidumbre y el inminente peligro de ser víctimas de la delincuencia, ha forzado a las familias y sus hijos a encerrarse temprano en sus casas rodeadas de serpentinas.

Algunos tienen cercos eléctricos. Otros más solventes han instalado cámaras y pagan vigilancia privada. El gobierno sigue diciendo que todo esto ha bajado. Pero nadie lo siente.

Hasta aquellas legendarias pulperías de los barrios han ido cerrando por la crítica situación que atravesamos todos. “Nosotros íbamos a la “pulpe” de doña Rosita y nuestra sorpresa fue que hoy vimos que estaba cerrada y con un rótulo que decía: “Perdonen, cerramos porque ya no aguantamos la extorsión”.

Mientras lamentamos este exasperante ambiente de zozobra, con la esperanza que Dios primero, el gobierno (que todo pinta bonito) y unas remozadas autoridades policiales tomen el control -de verdad- de estos problemas sociales y que le devuelvan la tranquilidad a un pueblo que se lo merece, esto les contamos a estas nuevas generaciones…

El Yo-yo. Deslizarlo, sujetando la cuerda menos de la mitad. Balanceándolo, para luego incorporarlo al ritmo normal.

AQUELLLOS JUEGOS

¿Te acuerdas del barrilete? Ahhh… ya te imaginaste los cerritos en que ibas a volarlo y con él, volar tu habilidad y creatividad para mantenerlo y hacer “piruetas” (maniobras).

Sujeto con una cáñamo o lazo resistente y extenso, los hacíamos “pavonear” eludiendo los pocos tendidos eléctricos que habían antes. Hoy, con estas “marañas” de cables que vemos hoy aferrados a los postes, quien sabe cómo nos habría ido…

Eran tardes agradables besados por la fresca pintura de viento que regalaba el cerro de El Picacho cuando había frondosidad en sus entrañas y la mano criminal del hombre no le había incendiado sus frutos.

Habían cerradas competencias a quien lo mantenía más lejos de la base. Esa juventud de entonces, de barrios en la parte alta de la ciudad como El Bosque, Buenos aires, Viera, La Leona…se han de recordar.

Los del Morazán, La Guadalupe, La Pagoda, Alameda, desde el cerro Juana Laínez. Aquellos desde “El Pastel”, La “Soto”, “El Berrinche”. Usted también en las colinas de su barrio o colonia.

Yaxes. ¿Te acuerdas de tus yaxes?

LAS NIÑAS

Yaxes. Las niñitas jugaban Yaxes sentadas en las aceras de las casas pintando con sus risas y movimientos de manos al tirarlos. Era el ambiente de paz y concordia que nos regaló un ayer. Ya te acordaste…

Si una pieza cae o deja rebotar más de una vez o no logra atrapar la pelotita, pierde. Siguiente participante. Las bromas a la perdedora perfumaban las frescas tardes en cualquier rincón del país.

La Rayuela. Comienza tirando una piedra pequeña o “tejo (que es otro juego) en el cuadro número 1, empujándola con un solo pie al 2, luego al 3, evitando que la piedra se plante en la raya que delimita los cuadros o salga fuera de ellos.

Las niñas también jugaban “a la cuerda”. Maniobrado por amiguitos, un lazo las hacía saltar y saltar, esforzándose en evitar tener contacto con él y perder.

La juventud de un ayer se entretenía en las polvorientas calles con el “tejo”. Requería de diestra puntería para “pegarle” al otro pedazo de metal. No digamos “el trompo”, los “mables”, “landa” que era en veloz carrera alcanzar y “tocar” al compañero en su huida y sacarlo del juego.

La cebolla. Se colocan uno detrás de otro tomándose de la cintura. El más fuerte tiene que ser el primero. El “enchute”, “Yo-yo”, “ron ron” y muchos más. Todo esto se ha perdido en la zona urbana.

Saltando la cuerda. Juego tradicional. Tierra adentro es más practicada aún.

Y…

Si bien estos y otros juegos tradicionales se ven en los ferias patronales, tierra adentro, ahora los hemos recordado.

Y por hoy hasta aquí. En el “juego” de la vida hay que cuidarnos. De la mano del Altísimo y con precauciones.

Hasta el próximo sabadito.

QUE DIOS NOS CUIDE A TODOS

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El ron-ron. El cordel se hace girar y se estira haciendo que se enrolle y desenrolle para que el disco de vueltas.
El barrilete. Surcaban los aires de los cielos capitalinos principalmente en la temporada navideña. No habían maras que ahora “vuelan” dándonos inseguridad.