Hasta aquí

José Víctor Agüero Aguilar

Hay dos momentos cruciales en la vida de toda persona, nacer y morir. Hay un inicio y un fin, no hay término medio, un día dejaremos esta tierra, nadie lo podrá evadir: ricos, pobres, intelectuales, iletrados, altos, bajos, lampiños o velludos, todos de manera irreversible seremos sepultados, mientras tanto qué hace usted mientras este momento llega?

Vivimos tiempos confusos. La maldad, el odio, la violencia, la avaricia retratan a una sociedad decadente, fría e indiferente. Las personas viven presas de la angustia y la ansiedad. Los estados depresivos literalmente están consumiendo en vida a millares de personas.

La agitación de vida es tal que apenas en los hogares los cónyuges intercambian palabras, se sale temprano de casa y se llega de noche convirtiéndose la vivienda en un hotel donde solo se va a dormir y qué decir de los hijos, están creciendo a la deriva, sin el apego y el calor de sus padres, su compañía es el televisor y el celular, así de sencillo.

Este riesgoso estilo de vida más temprano que tarde va pasar factura. La inestabilidad en que transitan miles de hogares es perturbadora. Parejas distantes, hijos prácticamente abandonados, no hay tiempo de nada, los problemas económicos, de relaciones y las enfermedades golpean con fuerza, debilitan, destruyen y alejan la sana convivencia.

Mientras tanto el tiempo avanza de manera irreversible, los días, semanas, meses y años nadie los detiene, cada día envejecemos, las fuerzas empiezan a flaquear, nos acercamos cada vez más al destino final, dejar corporalmente este mundo, recuerde que estamos de tránsito, nuestra existencia se torna frágil, pero aun así el género humano no entiende que el propósito de esta vida va más allá de atesorar bienes materiales, títulos u otro tipo de posesiones.

Hoy en día las personas viven a la ligera sin meditar en sus acciones, se precisa modelar una conducta ejemplar, que impacte de manera favorable a los seres que nos rodean, vivimos en un mundo cosmético, superficial lo que priva son las satisfacciones transitorias, sexo, alcohol y drogas, lo gratificante, lo que estimula la carne.

La actitud arrogante, prepotente y soberbia que muchas veces adoptan las personas, no hacen más que evidenciar su falta de humildad, muchas veces a los funcionarios públicos o altos ejecutivos de la empresa privada, empresarios y políticos, no entienden que los puestos de trabajo y las posesiones materiales son transitorios y que al final sus vehículos, mansiones u otro bien material de alto costo va quedar en la Tierra.

Con todo este cuadro se nos olvida que en cualquier momento podemos partir de este mundo de manera inesperada, súbita, en un abrir y cerrar de ojos, mientras ese momento llega es fundamental que cada persona al margen de su condición económica, social e intelectual viva para honrar al Creador del cielo y la Tierra.

Hay que estar a cuentas con Dios, no permita que los afanes de este mundo lo consuman, busque de todo corazón a Jesucristo, sea humilde, deje a un lado toda actitud arrogante, permita que el hijo de Dios opere una sanidad en su interior, limpie su mente y corazón de toda impureza y maldad.

No lo olvide es cuestión de tiempo para que el Dios Todopoderoso le diga hasta aquí, el día, la hora, mes, año y las circunstancias ningún mortal lo puede determinar solo el Señor Jesucristo tiene esa potestad, mientras ese momento abra su corazón al Hijo de Dios, ya que al final de su existencia le tiene reservado una vida eterna, donde no habrá llanto, dolor ni sufrimiento. Apueste a esta crucial decisión.